Opinión

Viene una crisis larga con Marruecos

Mucho han tardado los marroquíes en estallar. Cuando estaba abierta la frontera, Melilla era una válvula de escape a la pobreza, los pésimos servicios médicos y la mortandad económica del Marruecos que nos rodea.

La gente de Nador, especialmente los jóvenes, ha aguantado hasta donde ha podido. Ahora tenemos a cientos de ellos intentando entrar por la fuerza en nuestra ciudad, en muchos casos con la esperanza de recuperar el trabajo que tenían aquí antes de que Rabat usara la pandemia para aislarnos, creyendo que de esa forma no se aislaba a sí mismo del único vecino con el que se hablaba.

Con la marcha de 8.000 personas sobre Ceuta, en sólo 36 horas, Marruecos ha querido matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, humillar a España y demostrarle lo endeble que es su soberanía sobre las ciudades autónomas.

Por otra, disfrazar la vergüenza de ver a su gente huyendo de su país, como si escapara de la peste. Por eso ha cubierto esa fuga con el manto nacionalista, con el ánimo de hacernos creer que no huyen sino que nos invaden.

Bastó con que la Unión Europea le recordara que desde 2007 ha recibido 13.000 millones de euros en ayudas que contemplan, como contraparte, su papel de control migratorio para que admitiera de regreso a todos los adultos que se sumaron a la ‘conquista de Ceuta’. Pero aquí nos ha dejado a los menores.

Y aún así, hay que aguantar que el ministro marroquí de Exteriores, Nasser Burita, diga que la crisis de Ceuta y la que estamos teniendo ahora en Melilla, es exclusivamente migratoria y se debe a que por 100 agentes que Marruecos despliega en la frontera, España tiene sólo un policía o guardia civil.

Particularmente me parece una exageración, pero algo de razón hay en que nos faltan ojos, manos, brazos y piernas en la valla. Los sindicatos policiales y AUGC, la asociación mayoritaria dentro de la Guardia Civil, llevan años denunciándolo. Y sólo ahora, en un contexto de grave crisis, escuchamos al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, hablar de enviar a Melilla 90 agentes de refuerzo. Entiendo que es suficiente mientras tengamos al Ejército desplegado en la frontera.

Si algo hemos aprendido de esta crisis migratoria es que nuestra ciudad es menos vulnerable que Ceuta. Estamos más alejados de España, pero nuestra ubicación geográfica nos ha ayudado a soportar y frenar siete saltos a la valla en apenas cinco horas, como ocurrió el viernes.

Hay que prepararse para una crisis larga. Esto empieza ahora y no olvidemos que estamos en el año del centenario del Desastre de Annual. Los que no creemos en la casualidad damos por hecho que esta gente lleva años buscando cómo celebrar este aniversario por todo lo alto.

Si los marroquíes ven que no pueden entrar por la valla de Melilla, empezarán a lanzarse al mar para intentar llegar a las costas de la península por Andalucía o por Murcia. Tenemos que tener claro que el hambre hace milagros.

Hay que tener en cuenta que Marruecos sigue empeñado en que España le debe disculpas por haber autorizado la entrada en nuestro país del líder del Frente Polisario, Brahim Ghlai, y ha advertido de que “espera actos” de nuestra parte.

Nuestro país no ha llamado a consultas a nuestro embajador en Rabat, que ha tenido que escuchar a Marruecos decir que la forma de actuar de España “no concuerda con la confianza entre dos socios y vecinos”. ¿Y el cierre unilateral de la Aduana de Melilla, sí?

Todavía tenemos que aguantar que hablen de la terrible violación del derecho internacional escenificado en Ceuta como “un paréntesis migratorio” con el que supuestamente sólo querían recordarnos que nuestra alianza es estratégica.

Aquí estamos ante la política de hechos consumados. Marruecos nos avisó el 8 de mayo de que la acogida en España de Brahim Ghali tendría consecuencias y así ha sido.

En Melilla vemos con tristeza cómo nuestra valla vuelve a cubrirse de dolor. Esta vez no son subsaharianos que huyen del avispero del Sahel. Son los marroquíes que antes podían entrar sin mayores problemas por la frontera. ¿Quién es el responsable de lo que está ocurriendo? ¿Quién está llevando a su gente a la desesperación?

No podemos permitirnos un estallido social en Nador. La inestabilidad en la zona no es buena para nadie. Ningún inversor querría tener su dinero en una ciudad fronteriza con un país en guerra o con revueltas populares.

Es inaceptable que la valla de Melilla se convierta de nuevo en un escenario lamentable. Unidas Podemos ha permanecido en silencio durante las devoluciones en caliente de Ceuta. Lo suyo le habrá costado a la vicepresidenta Yolanda Díaz que nadie saque el pie del tiesto, pero no creo que su gente permanezca callada si las devoluciones en caliente empiezan a ser el pan nuestro de cada día en la valla de nuestra ciudad.

Marlaska habla de “rechazos en frontera” y podemos aceptarlo en un momento de grave crisis, como ha sido la marcha sobre Ceuta. Pero no vamos a ser cómplices de devoluciones que no respetan el derecho a solicitar asilo, a tener asistencia letrada, traductor, a ser identificados para poder reclamar una sanción administrativa. No lo hicimos con el PP y no vamos a hacerlo con los socialistas y los comunistas.

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