Entrar a un aeropuerto por primera vez tras el comienzo de la nueva normalidad puede dejar el schok a los viajeros habituales, sobretodo si es el de Málaga, cuarto en tráfico de todo el país, y tan ansiado por los melillenses.
Las conexiones aéreas se van recuperando tímidamente y con un ojo puesto en los rebrotes. Para aquellos que quieran salir de la ciudad volando, cuando van a comprar el billete tienene que aceptar una declaración/hoja informativa que indica que si ha notado alguno de los síntomas del coronavirus no suba al avión ¿Qué seguridad puede proporcionar aceptar y seguir con la compra del billete? La que quiera asumir la conciencia de cada ciudadano. En la misma web de Iberia hay un espacio de informació sobre la covid-19 explican que “las autoridades nos solicitan que, durante la facturación (online o en el aeropuerto), los clientes acepten una Declaración de Salud y confirmen que ni tienen síntomas, ni han sido diagnosticados con COVID-19, ni han estado en contacto directo con una persona que lo padeciera. Recuerda, si tienes síntomas, no acudas al aeropuerto y contacta con nosotros”.
Antes de entrar al aeropuerto, justo en las puertas correderas, ya hay carteles A4 indicando que estamos en periodo de pandemia y que es obligatorio el uso de mascarilla para entrar.
Dentro del aeropuerto, no se va a notar gran diferencia en cuanto afluencia respecto a otros periodos en los que solo coincides con los viajes con los que vas a volar y puede que con los del siguiente vuelo.
Lo que sí ha cambiado es la forma de pasar el control. En Melilla han diseñado un camino a seguir para que no se formen colas desordenadas y las personas guarden la distancia de seguridad, indicada también en el suelo con pegatinas lineales de color rojo y separadas entre sí.
Pasar los controles aeroportuarios puede ser lo más estresante del viaje, pero ahora, dado que no nos podemos empujar los unos a los otros para pasarlo lo antes posible, con toda la tranquilidad y paciencia del mundo, la guardia a cargo indica cuando debe pasar o esperar a que la persona que va delante se aleje. Además, antes de colocar el euipaje en las bandejas, nos echará gel desinfectante en las manos.
Llegas, colocas todo en las bandejas y vas avanzando poco a poco y manteniendo siempre la distancia hasta que entras a la sala de la puerta de embarque. Difícil mantener mantener la distancia. Los poco más de 60 pasajeros que puede llevar el ATR de Air Nostrum se aglutinan alrededor de la puerta de embarque. Algunos parece que intentan guardar la distancia de seguridad, parece, porque es complicado.
Si uno prefiere sentarse, solo se guarda un asiento de distancia,y si ya coincides con conocidos, seguro que agún beso o apretón de manos cae.
La azafata de tierra abre el embarque y comienza a llamar a los pasajeros por grupos de filas empezando por los que están situadas al fondo del avión.
Y a partir de ahí, todo es como un vuelo normal versionado con mascarilla. Hay algunos que son más precavidos si es posible y llevan guantes. Las triplantes de cabina llevan también su mascarilla y por megáfono indican que no pasarán el servicio del carrito por el coronaviurus.
El vuelo trascurre con normalidad, solo se oye a los niños y a la hora de bajar de la aeronave, la azafata recuerda que hay que mantener la distancia de seguridad, pues algunos valientes se aglutinan para salir, aunque muchos espera su turno por fila para levantarse, coger su maleta y bajarse.
Málaga es en este momento el destino más accesible para los que quieran salir de la ciudad. Pocos ‘guiris’ se ven en la Costal del Sol, siendo uno de los lugares de preferencia para estos.
Si uno no tiene cobijo donde quedarse, es difícil encontrar alojamiento pues incluso algunos de los hoteles más importantes siguen cerrados.
Si vas a coger el tren para moverte por la zona, el guardia de seguridad ahora también se dedica a recordar que la mascarilla hay que llevarla por encima de la nariz, al igual que los carteles informativos que hay distribuidos.
Si algo puede impresionar es, en el viaje de vuelta, entrar en el aeropuerto de Málaga y que una sensación de desolación te abrume la cabeza.
Ver un lugar que, donde antes concurrían turistas, personas comprando en las tiendas regalos de última hora, escuchabas acentos de todo el mundo y veía a padres cargando con cuatro hijos y el equipaje, ahora no ves nada. Apenas una docena de personas al entrar y si es un lugar que no conocías de antes, es más arrolladora la sensación.
No sabes a donde dirigirte, ves trabajadores a lo lejos y al final nadie sabe a donde tienes que dirigirte.
Finalmente divisas un carte tamañano A4 dejabo de los grandes crtes de dirección que indica una nueva ruta a seguir para pasar el control de seguridad. No sabes si es una broma o un cartel anticuado porque no ves a nadie siguiendo el camino y el papel está un poco arrugado. No te queda otra que seguir el camino.
En el control, mismo proceso, pone uno mismo el billete en el lector, seguir indicaciones y cuando terminas te indican que solo está operando la puerta C.
Allí sí que hay más espacio para separarse y cada uno espera tranquilamente hasta subir al avión.
Al final, se trata de seguir las mismas normas que han estado trasmitiendo las autoridades desde que comenzó la pandemia y allí donde no puede llegar el vigilante o el agente, que uno mismo sea responsable de sus actos y si tiene síntomas que no viaje. Ahí está el caso del pasajero que viajó recientemente a Canarias tras hacerse las pruebas y recibió el resultado ya subido el avión: positivo y poniendo a todos los pasajeros del vuelo en cuarente.
Otro detalle muy importante que ha señado Fernado Simón es que no viajemos a no ser que sea necesario. Es muy complicado respetar la distancia social y si se trata de algo que puede esperar, mejor no tentar la suerte.
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