Viajar al desierto es algo corriente entre los melillenses. Hacerlo para pasar el fin de año ya no tanto aunque cada vez se pone más de moda esta opción, una posibilidad que brinda el país vecino debido a la gran oferta turística que existe en esta zona.
Viajar al desierto es algo corriente entre los melillenses. Hacerlo para pasar el fin de año ya no tanto aunque cada vez se pone más de moda esta opción, una posibilidad que brinda el país vecino debido a la gran oferta turística que existe en esta zona.
El fin de año en el desierto era visto hace años como una excentricidad. De hecho, ninguna agencia de viajes había prensado en explotar esta posibilidad y en estos momentos son pocas las empresas que ofertan viajes organizados desde Melilla, no así desde la península u otras zonas de Europa, en particular Francia.
En cualquier caso, desde finales de los años noventa del siglo pasado algunos melillenses optaron por esta posibilidad a la hora de disfrutar de sus vacaciones de invierno y ello en un sitio incomparable como es el desierto marroquí, un viaje que no suele dejar indiferente a nadie debido al atractivo que presentan estas regiones, por otra parte muy variadas.
Merzouga y la gran duna
Una de las zonas más visitadas por los melillenses es la pequeña localidad de Merzouga, más conocida por la existencia de una zona de dunas, la más grande que existe en Marruecos y que permite al viajero disfrutar de un paisaje cargado de exotismo.
Este destino es el preferido desde Melilla debido a la cercanía a la ciudad, aunque este aspecto hay que matizarlo en la medida en que son más de 600 kilómetros los que separa esta localidad de la ciudad norteafricana. Pese a ello no es un camino que se haga pesado sino más bien todo lo contrario, debido a la belleza de los paisajes que debe recorrer el viajero en su periplo hacia el sur.
Merzouga es conocida igualmente por la existencia de la gran duna, un conjunto arenoso de unos 200 metros de altura, muy visitado por quienes acuden a la zona y constituye sin duda uno de los atractivos de este pequeño desierto.
Pero junto a ello, este lugar es escogido para pasar el fin de año debido a otras características, entre ellas la amplia oferta turística existente, por un lado, y por otro, el hecho de que está ubicada en los aledaños del desierto de arena, lo que permite a todos acceder con facilidad a las dunas. Tal vez por ellos las agencias de viaje melillenses incorporan este destino entre sus ofertas.
Por último, la posibilidad de realizar excursiones en camello y también de alquilar un quad para realizar trayectos por las dunas es otra de las ofertas que posibilitan los albergues de Merzouga. Finalmente, no hay que olvidar que también es posible disfrutar sencillamente de la calma que atesora este lugar, un atardecer desde lo alto de la gran duna es un espectáculo que no puede faltar.
El desierto desconocido: Figuig
Quienes quieran adentrarse en una zona menos conocida y turística que Merzouga pueden optar a viajar al oasis de Figuig, junto a la frontera argelina y también a unos 600 kilómetros de Melilla.
Al igual que en el caso anterior, la carretera es buena aunque en este caso el recorrido es algo más monótono pero no carente por ello de atractivo. Saliendo desde la localidad de Oujda tan sólo atravesaremos tres localidades antes de llegar a Figuig, en concreto Ain Beni Matar, Tendrara y Bouarfa. Un aspecto que si deben conocer quienes se adentren en esta ruta es el hecho de que en cada control policial hay que rellenar una ficha con los datos del pasaporte por motivos de seguridad.
En cualquier caso, es un mero trámite que permite acceder a esta pequeña localidad, testigo del último enfrentamiento militar entre Marruecos y Argelia en 1962 y hoy lugar apacible para pasar unas vacaciones. Figuig es uno de los grandes oasis marroquíes, algo desconocido por estar alejado de los circuitos turísticos habituales y las tensiones con Argelia han tenido mucho que ver en ello.
En cualquier caso, el palmeral de la zona es impresionante y además la localidad cuanta con dos atractivos interesantes, poseer las inscripciones más antiguas en lengua bereber y también unas fuentes termales de hace varios siglos. Figuig es un remanso de paz en medio del desierto, rodeado de pequeñas montañas que adquieren una tonalidad anaranjada al atardecer. El único problema es la escasez de alojamientos por lo que se recomienda hacer una reserva antes de ir.
Tineghir o la antesala del Atlas
Una tercera opción para muchos melillenses es optar por el palmeral de Tineghir como opción para pasar el fin de año. En este caso no es un destino tan habitual en esta época aunque merece la pena en la medida en que puede accederse a las gargantas del Todra, una de los emblemas de Marruecos desde el punto de vista turístico.
Desde Tineghir puede viajarse hacia el interior del Atlas aunque en esta época del año no es muy recomendable debido a las fuertes nevadas que caen en la zona. Así, es más práctico quedarse en el palmeral para disfrutar de una climatología benigna así como el encanto de este gran oasis. En Tineghir también es posible visitar una antigua Kasba y quien quiera recorrer algunos kilómetros más puede adentrarse en la localidad de Ait Ben Hadu, pueblo mítico donde se han rodado algunas películas, entre ellas la conocida Gladiator
Un viaje inédito: el Taferte
Un última posibilidad para los amantes del desierto y también la montaña es disfrutar de la belleza del medio Atlas, una zona cercana a Melilla a unos 300 kilómetros.
La propuesta requiere bajar por la interminable hasta la localidad de Outat Oulaj, donde sale una pequeña carretera hacia Oulad Ali, localidad ubicada ya en las faldas del Taferte, en su cara sureste, una de las cadenas montañosas más bonitas de Marruecos, con alturas que rondan los 3.000 metros.
Conviene saber que en Oulad Ali hace frío, bastante, con lo cual habrá que llevar equipo suficiente para hacerle frente. Si además quiere realizarse algunas ascensión a la montaña conviene igualmente estar preparado.
Los paisajes en esta zona son magníficos y los pueblos que se encuentran por el camino de una belleza sin igual. Sin duda una opción diferente de festejar el fin de año.
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