Verónica González es la hermana de una de las víctimas que fallecieron tras el estallido del depósito de Cabrerizas, Sonia González, que perdió la vida con tan solo 22 años junto a sus dos hijos y embarazada de ocho meses. En una conversación con El Faro ha insistido en la necesidad de derribar los restos del depósito, la espina que se le quedó clavada a su madre, que falleció sin poder verlo.
Esta melillense pasa todos los días cerca de los restos que siguen en pie. Al mirar hacia arriba y ver esa construcción, que 25 años después no ha sido destruida, se le viene el mundo encima. "Para nosotros como familia directa es una agonía", dijo González. A ella le da igual lo que construyan en el lugar, solo quiere verlo desaparecer.
"Que lo echen abajo, que hagan lo que quieran, pero que lo quiten", aún sabiendo que eso no le va a devolver a sus familiares que ya no están. Verónica pide al Gobierno de la Ciudad, esté quien esté en el poder, "que lo echen abajo". Su madre falleció hace poco tiempo y se fue sin verlo desaparecer. "Esa pena como madre se la ha llevado encima", destacó. Es el hecho, dijo, de haberse muerto tranquila, "pero la pobre no llegó a verlo".
Lo que ella recuerda de aquel momento es la angustia de no saber dónde estaba su hermana. Sonia tenía médico ese día y por eso sus hijos no habían ido al colegio, pero nunca llegó a la consulta. Su hermana se quedó dormida y fue sorprendida por la avalancha de agua que derribó el muro de su casa.
Verónica salió a la calle a buscarla, pero sin éxito. Las pistas eran contradictorias. Muchos le decían que se fuera al Parque Hernández o al hospital, donde habían aparecido mujeres embarazadas como su hermana, pero ninguna era Sonia. El problema es mayor ya que en su familia no tenían ni teléfono fijo ni móvil, por lo que la búsqueda se hizo mucho más complicada. "Melilla estaba incomunicada y nosotros sin saber qué hacer".
A las ocho de la tarde recibió la peor de las llamadas. Sonia había sido encontrada con su hija pequeña en brazos y su hijo de la mano dentro de un agujero que se había formado en su propia casa. Para Verónica, su hermana murió intentando proteger a sus hijos.
"Yo era cerrar los ojos y ver cómo reventaba el depósito y se llevaba a mi hermana con los dos niños. Eso era un sin vivir", subrayó. Este sueño era recurrente. Verónica tenía miedo a quedarse dormida para no volver a rememorar lo sucedido.
"Año tras año, el nudo en el pecho lo seguimos teniendo", destacó Verónica. En lo único en lo que piensa es que podría haber sido mucho peor si el depósito hubiera estallado durante la noche y hubiera pillado al resto de su familia en la casa. "En Averroes vivían muchas familias y sobre todo niños pequeños".
En 1997, ella tenía 18 años. La riada no le pilló en casa porque el día anterior su sobrino le había insistido en que lo acompañara a comisaría. Finalmente, Verónica decidió acudir. Lo que no sabía ella, es que esa decisión le salvaría la vida.
Ahora, 25 años después todavía no se hace a la idea de que no volverá a ver a su hermana. Aceptar la muerte de un ser querido es complicado. En nuestra cultura, a diferencia de otras, no se enseña a dejar ir a las personas.
Cuando Verónica va al cementerio, aseguró que mira la tumba de su hermana y sus dos sobrinos, ve la foto de la lápida, y no entiende nada. A veces piensa que es como si se hubieran ido de viaje o que lleva mucho tiempo sin verla.
La hermana de la víctima no entiende cómo un depósito que estaba sufriendo fugas de agua siguió siendo rellenado. En cambio, si hubiera reventado por accidente no sentiría "pena, rabia ni ira".
Con lo bueno que se queda Verónica González es con el apoyo de los cientos de melillenses que ayudaron a su familia y al resto de víctimas en aquel trágico día. "Pasen los años que pasen, yo le agradezco a toda Melilla que se volcó, no lo vamos a olvidar en la vida".
Hace unos días, Hassan Mohatar aseguró en rueda de prensa a El Faro que espera que la semana que viene Defensa apruebe "el último requisito" para el derribo de los restos del depósito de Cabrerizas. Mohatar explicó que el proyecto ya está listo y que tendrá una fase de ejecución de tres meses. El consejero de Medio Ambiente insistió en que se presentará "próximamente".
Por su parte, Verónica González, la hermana de la víctima, no se cree las palabras de Mohatar y aclara a El Faro que hasta que no lo vea derruido no descansará.
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