Abdelhamid Marghich es el padre de la adolescente de 15 años que el pasado sábado ingresó por la noche en el Hospital Comarcal con un cuchillo clavado en mitad del abdomen.
La niña vive con su madre y uno de sus dos hermanos en La Cañada de Hidum. La primera versión que llegó a los agentes de la Policía Nacional es que detrás del trágico suceso había un mal de amores. Pero el padre lo niega. Él asegura que su hija no tiene novio. Está convencido de que algo pasó en la casa para que la niña se clavara el cuchillo.
La separación
Después de la Pascua del borrego, en septiembre del año pasado, la mujer de Abdelhamid y madre de sus tres hijos lo echó de casa. A él y a su hijo mediano, Shaid.
“Mi mujer tiene problemas de los nervios. Compra todas las pastillas que le receta el médico, pero no se las come. Las tira al cubo”, comenta Abdelhamid a El Faro.
La madre fue clara con el pequeño Shaid. Tenía que elegir: o ella o el padre y el niño eligió al padre. Fue así como fue a dar a La Gota de Leche. Abdelhamid no ha podido renovar su permiso de residencia en Melilla aunque vive en la ciudad desde hace 18 años. Aún así se buscó un abogado y sacó a Shaid del centro de acogida.
De esos días en La Gota de Leche el niño no guarda buenos recuerdos. Tampoco de la entrevista que le hicieron los técnicos de la Consejería de Bienestar Social. El pequeño asegura a los micrófonos de El Faro, que allí le dijeron que su padre sólo quería quedarse con él para coger los papeles.
De ser así es evidente que no han visto a Shaid abrazar a Abdelhamid, leerle el pensamiento y traducir lo que el hombre, consumido por la tristeza, no puede explicar ni en español ni en tamazight.
El sábado pasado, el día de la tragedia, Abdelhamid vio a su exmujer y a su hija por la zona del Rastro. La niña cuando va con la madre no quiere pararse a hablar con él. El pequeño Shaid dice que es porque le da vergüenza de su padre. Pero Abdelhamid lo niega. Él dice que cuando la madre no está cerca, puede intercambiar palabras con su hija.
Lo hace casi a diario, cuando se acerca al instituto donde estudia la chica y habla con ella.
El sábado, cuando la adolescente se paró a saludarle, la madre, según la versión del padre y del hijo mediano, “empezó a chillarle”.
Lo que pasó, pasó
Después pasó lo que pasó, pero Abdelhamid no se enteró hasta el día siguiente. Al mediodía del domingo se encontró a un amigo y no sólo le contó lo sucedido. También le enseñó la foto que fue portada de El Faro en la que aparece su hija entrando en Urgencias con el cuchillo clavado en mitad del abdomen.
El cielo se le vino encima. Abdelhamid fue directo al Hospital Comarcal a ver a su pequeña. Entró solo a la habitación a hablar con ella, pero la niña no quiso contarle qué había ocurrido. “Lo que pasó, pasó”, fue lo único que le dijo.
“Mire donde mire, veo a mi hija con el cuchillo clavado en la barriga”, explica el padre con una mirada vacía, como si se la hubiera arrebatado la tristeza.
Abdelhamid está convencido de que su exmujer “está mal de la cabeza” y no duda de que podría estar detrás de la locura que cometió la pequeña clavándose el cuchillo en el abdomen.
Él tiene trabajo. Para sacar a Shaid de La Gota de Leche alquiló una casa en la carretera de Farhana y está dispuesto a cuidar de sus hijos, pero tiene miedo de volver a Bienestar Social. Dice que allí le dan largas y ahora, después de escuchar lo que le ha contado su hijo Shaid, no cree que quieran ayudarle a resolver su problema. Los niños lo necesitan. No entiende que alguien pueda pensar que se quiere ocupar de ellos para conseguir papeles. “Veo por todos lados a mi hija con el cuchillo clavado”.
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