El ayuno en Ramadán es legalmente obligatorio en Marruecos, pero mientras que la autoridad parece aflojar el control sobre sus infractores, son los ciudadanos los que se convierten en “policías de la moral” y vigilar a quienes se atreven a comer o beber durante el día.
Según Omar Arbib, responsable de la sección de Marrakech de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, “algo muy grave está sucediendo cuando ciertos individuos se erigen en jueces en nombre del islam, y no de la ley”. El artículo 222 del Código Penal marroquí castiga con penas de hasta seis meses de cárcel a quien “ostensiblemente” no respete el ayuno, pero la condena en Marruecos es sobre todo social.
Obligación al ayuno
Ayer por la mañana, los fieles que salían de una mezquita de Marrakech tras la plegaria del alba (la que da inicio al periodo diario de ayuno) encontraron en la calle a una pareja con aparentes signos de ebriedad, los rodearon y no los dejaron marcharse hasta que llegó la Policía y se los llevó detenidos, según relató Arbib.
Sobre la pareja pende el delito de ruptura del ayuno, con el agravante de ebriedad, teniendo en cuenta además que el consumo de alcohol está prohibido de facto para los musulmanes en Ramadán, aunque ninguna ley lo estipule.
Un activista de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de la misma ciudad fue advertido por varios de sus vecinos de que sabían que faltaba al ayuno dentro de los muros de su propia casa y encargaron al conserje que lo vigilase y llamara a la Policía si lo veía hacerlo, denunció Arbib.
En Rabat, un trabajador de una empresa salió a un balcón para fumar un cigarro con discreción, pero un colega lo vio y lo delató en una llamada a las autoridades, que lo detuvo, según denunció el Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales (MALI).
Persecución
“Son denuncias despreciables y vergonzosas a personas que no ayunan”, dijo el movimiento en un comunicado, antes de protestar “contra la injerencia en la vida privada, las intimidaciones, las persecuciones y la inquisición socio-religiosa”.
Arbib ha observado que, a diferencia de otros años, la policía está dejando en libertad provisional a los infractores del ayuno, y así está sucediendo en dos casos que ha censado, uno en el mismo Marrakech y otro en Zagora, en el extremo sur del país.
En la capital del país vecino los perseguidos son una pareja que se besaba a la sombra de un edificio en pleno mediodía, algo supuestamente prohibido porque el ayuno no permite “mantener relaciones sexuales”; además, podría caer sobre ellos un delito de “atentado contra el pudor”.
En Zagora, los perseguidos son una pareja de obreros que no soportaban la sed en esta región sahariana y fueron sorprendidos cuando bebían agua.
El portal web ‘telquel.ma’ añadió ayer un matiz de importancia sobre los infractores de Zagora: al no tratarse de un movimiento de contestación, sino de dos personas cediendo a una debilidad es posible que haya clemencia con ellos. “Los acusados han confirmado que no tenían intención militante, y que no forman parte de ningún movimiento anti-ayuno”, dijo al portal Hamu Zarrah, miembro local de la Liga Marroquí de Defensa de los Derechos Humanos.
El Partido Justicia y Desarrollo (PJD, islamista), que controla el gobierno de Marruecos, suele repetir con frecuencia que la infracción pública del ayuno es para ellos “un problema de orden público”. Teniendo en cuenta la actitud de la sociedad en los últimos tiempos, tal vez no les falte razón.
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