Sociedad

Vecinos del Monte María Cristina de Melilla, hartos, piden que se arregle el Fuerte

Se podría decir que el Monte María Cristina es un barrio céntrico de Melilla, pero parece más una fortaleza que poco invita a subir sus escaleras para visitar esta histórica zona de la ciudad. Rodeado por un cinturón de infraestructuras públicas, la cárcel, el cementerio, la incineradora, el helipuerto e incluso un polvorín; sus vecinos aseguran estar hartos del abandono continuo que sufre el barrio.

Uno de ellos es Samir, que aunque ya se ha mudado a otra zona, ha crecido en el Monte y suele venir regularmente para visitar a su familia y vecinos. Lo primero que dice de su barrio es que está abandonado y los vecinos “desesperados”.

En este barrio está el centenario Fuerte María Cristina, de donde le viene el nombre de pila, pues el administrativo es Polígono Residencial La Paz. El deterioro de la edificación es considerable, se pueden ver trozos de piedra caídos, pintadas, basura, agujeros en las paredes, etc.

El jardín que lo rodea tampoco se queda atrás, el césped está descuidado, la fuente que hay no funciona, no hay puerta, hay un pino que han intentado ser quemado y los ocho bancos que había han sido robados, explican los vecinos. La hilera de pequeños árboles que rodeaba el fuerte han sido también sustraídos o se han muerto.

“Tenemos uno de los cinco fuertes que defendía Melilla, creo que no es solo patrimonio de este barrio, sino de toda la ciudad”, ha dicho a El Faro. Es por ello que invita a todas las personas que no conozcan la zona, que vayan para ver las vistas y el pulmón que hay. “Todos los fuertes se han reformado y este no; cuando más tarde en arreglarlo, más nos costará”, ha apuntado. Samir explicó que ya no pueden salir a pasear, principalmente las personas mayores y los niños por la inseguridad que ha creado la zona abandonada. “Viene gente de noche”.

Acerca del uso que le dan algunas personas al parque, Ali ha expuesto que en el momento que cae el sol, empieza a meterse gente al Fuerte y critica que los arreglos del parque fueran “cuatro vallas y un césped y lo dejan abandonado”. “Todos los días hay problemas, a ver si buscan una solución porque esto es una infección para todos nosotros”, ha asegurado. Este es el sentimiento generalizado entre los vecinos, ha apuntado Ali, pues el Fuerte es una de las principales zonas y espetó que ahora es un “hotel” para aquellas personas sin hogar se cuelan por la noche.

Ali ha guiado a El Faro hacia el foso del Fuerte, el cual está lleno de basura e incluso un grupo de jóvenes, dijo, ha convertido un habitáculo incrustado en la pared del foso como una habitación particular que tiene incluso candado. Se puede ver que las paredes de dicha habitación están quemadas, Ali ha explicado que los bomberos han tenido que venir varias veces a apagar fuegos. No son solo estas cuatro paredes, sino que esa parte del foso está llena de basura; hay incluso una figura de Pedro Estopiñán decapitada y sin manos.

Son los propios vecinos los que a veces se encargan de limpiar la zona; Ali señala un colchón que hay en el césped. “Si a esto le prenden fuego, arde todo”, ha dicho. Habiba, una vecina mayor, ha expresado con desolación que antes podía salir a tomar el fresco, pero que robaron los bancos que había en el parque del Fuerte.

Así pues, tienen un parque que sí está cuidado, un campo de fútbol al que le falta una portería y el Fuerte abandonado, cuyo jardín no se arregla desde 2018, detalló Samir. En varias ocasiones, señaló las vistas que tiene el barrio en el que ha crecido y mira con desolación el Fuerte, símbolo del otro centro de Melilla, del centro periférico.

El Monte María Cristina, un centro periférico

“Tenemos un abandono tremendo, no tenemos ni una fuente, no tenemos ocio, no tenemos sala de deporte para hacer ejercicio y estamos rodeados por una prisión, por una incineradora, por un cementerio, por un polvorín”, ha enumerado Samir. En este sentido, ha querido recalcar que el Monte es uno de los mejores barrios de la ciudad por sus vistas y su cercanía al centro de la ciudad y al barrio El Rastro, sin embargo, necesita mantenimiento. “Es increíble el abandono que tenemos aquí y las chapuzas que nos están haciendo”.

“Ya están empezando más arreglos y esto va a más”, Samir ha afirmado que está viniendo gente sin cualificación a hacer los arreglos del barrio y muestra las barandillas que hay en una de las escaleras del barrio, pues cada una está hecha por empresas distintas y aseguró que la última que han puesto se va a acabar cayendo. “Por favor, que no sigan mandando a chapuzas”, ha rogado. Ha señalado el asfalto de la calle Río Darro como una obra bien hecha y del tipo que necesita el barrio.

Tampoco, ha apuntado, no tienen oficinas para pedir por ejemplo el padrón, sobre todo para las personas con movilidad reducida o sin Internet; no tienen cafeterías, ni una carretera principal. Y es que la única subida que hay al barrio es la vía que usan los camiones de la basura. “Tenemos una dificultad para pasar por ahí increíble” y se pregunta si los camiones no podrían pasar por el polvorín. Acerca del pitido que emite la incineradora, dijo que los vecinos que viven en frente siempre tienen las ventanas cerradas.

Samir siente que el barrio está aislado cuando piensa que podría aportar muchísimo a la ciudad. Además, nota que están creciendo los prejuicios. “Está habiendo una separación entre la población cuando Melilla es una ciudad mestiza de toda la vida”, ha expresado.

“Nos prometieron una fuente y una rampa en las escaleras para que puedan subir las personas mayores”. Sobre este último punto, ha recalcado que al barrio solo se puede acceder por escaleras y eso supone un problema para las personas con movilidad reducida, sobre todo cuando llueve.

Una de estas personas es Habiba, una vecina que lleva más de 50 años en el barrio viviendo y se señala la cadera diciendo que han tenido que ponerle hierros. Cada vez que tiene que ir al médico o a hacer la compra, la tiene que llevar uno de sus hijos y si estos no están, recurrir a los vecinos.

Habiba ha asegurado también que le da miedo salir a la calle porque casi todos los días hay gente que viene con el coche a hacer derrapes y por ello tiene que cerrar las ventanas y las puertas, pues le entra a la casa el olor a neumático quemado. Añadió que también hay peleas. “Un día se van a matar con el cuchillo”, dijo. Por ello, pide que vuelvan a arreglar el jardín y seguridad en la zona, para que pueda volver a disfrutar de su barrio como lo hacía antes. “El Monte era el mejor barrio, salía todos los días a tomar el fresco con mis vecinas”, ha subrayado.

Por otro lado, Samir ha expuesto que “hay cuatro asociaciones de vecinos fantasma y nadie las cierra”. Dijo que la ludoteca que hay aporta mucho al barrio y necesitan más lugares similares. “Solo pedimos cosas buenas para el barrio”, ha afirmado.

“Hay gente que ha perdido la fe, no creen en política, no creen en nada, no creen en nadie, no creen en los políticos” y siente como si en el barrio hubiera “un síndrome de isla”; no entiende que una zona tan cercana al centro esté tan aislada. “Tienen que hacer algo para cambiar el ambiente, sobre todo acordarse de la periferia, ojalá escuchen y nos ayuden”, ha expresado.

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