Cajas de cartón, envoltorios, frutas y verduras podridas, restos de pescado, telas o mobiliario viejo son algunos de los desechos que se acumulan en los contenedores del Rastro, pero también en esquinas y rincones del barrio. La falta de limpieza en la zona es una queja común que transmiten a El Faro los melillenses Rahi, Abdel y Fari, vecinos y comerciantes que pasan su día a día en el Rastro, donde “la inseguridad crece” y donde pagan “los mismos impuestos, pero con menos derechos que otros vendedores del Centro o del Real”. Esta discriminación vendría dada, según explican, por la ausencia de infraestructuras e inversiones adecuadas para tener “una vida y un trabajo digno”.
Los tres coinciden en que la Ciudad no invierte lo necesario en esta zona, la cual consideran marginada, abandonada y olvidada por la Administración.
Inseguridad
Rahi vive a caballo entre el Rastro y Barrio Hebreo. Lamenta que no haya ni una patrulla de Policía vigilando el vecindario, “cuando saben que se vende droga a todas horas”. Sin embargo, critica que “si viene la Policía, (ésta) abusa de todo el mundo, también de los más humildes”. Rahi no entiende cómo dan más importancia a La Cañada o Cabrerizas, cuando en el Rastro “siempre hay peleas”.
“Dan más importancia a lo que pasa en La Cañada
o en Cabrerizas que a lo que sucede en el Rastro”
Abdel tiene una tienda de ropa para bebés. También critica la falta de vigilancia y lamenta que a pesar de los problemas que dan algunos menores extranjeros no acompañados (menas), la Policía no les preste tanta atención porque no están en el centro.
Fari regenta una tienda de especias y coincide en que la falta de seguridad ha restado clientes a su negocio, ya que que “muchas personas tienen miedo a venir al Rastro por si les roban”.
Limpieza
Otra queja común es por la falta de limpieza de las calles. Rahi dice que los barrenderos hacen lo mínimo. Abdel coincide en que el servicio hace “lo básico”. Ambos señalan que lo peor son los desperdicios que dejan los vendedores ambulantes: verduras podridas, cajas y otros desechos, que el personal de limpieza recoge “al acabar el día, mientras tanto ahí tenemos todos los olores con el calor”, critica Abdel. Rahi añade que la ganancia de estos vendedores va directa para Marruecos y que “sólo el 10% de beneficio” se queda en Melilla. Fari suscribe estas quejas y añade que el tráfico está muy mal gestionado. “Aparcan en doble y tercera fila y no dejan pasar a nadie”, concluye.
“El Rastro y el Barrio Hebreo están llenos de gente que vende droga por necesidad. Cada uno se busca la vida como puede. El que roba, roba; el que vende, vende; el que estafa, estafa. También son barrios llenos de madres solteras con niños y no tienen nada. Lo que hay en la península no es nada comparado con esto. Han dejado de lado el Rastro porque tiene tiendas, pero no invierten en ellas. El barrio está muy abandonado. Todas estas tiendas son de marroquíes que se llevan el beneficio a su país.”
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