Hartos. Así se encuentran los vecinos del barrio del Polígono ante la mala situación que presentan sus calles. Principalmente, Cabo de la Nao, Cabo de Gata y Cabo de Creu. Malos olores, excrementos, muros caídos o zonas sin asfaltar son algunos de los desperfectos con los que tienen que lidiar día tras día los habitantes de esta zona de Melilla. Lo peor de todo es que no es algo puntual sino que llevan soportándolo más de dos décadas.
A pesar de que él no es un experto en el tema, ante el peligro que suponía para la seguridad de los habitantes el gran hoyo que sufría la carretera, procedió a asfaltarla por su cuenta y riesgo. Una situación que han querido denunciar el resto de vecinos, que reprochan que adecuar la vía pública no es responsabilidad de los ciudadanos sino de la Administración.
La desesperación es lo que llevó a Mimón a arreglar con sus manos el asfalto que pasaba por su casa y que ahora es utilizado por los gatos como arenero particular. A pesar de su buena predisposición, su falta de conocimientos ha hecho que el arreglo sea un arenal para los felinos.
En este sentido, reclaman al Gobierno de la Ciudad Autónoma que se haga cargo de adecentar este barrio. Una proclama, cuentan, que han llevado varias veces ante el Ejecutivo local, pero que nunca se ha hecho realidad a pesar de las promesas.
Cabe destacar que durante la anterior legislatura existía un proyecto que se había puesto sobre la mesa y que estaba previsto que se iniciara este año. Con el cambio de Gobierno, estos melillenses tienen la incertidumbre de qué pasará ahora. Por este motivo, han querido manifestar públicamente a través de este medio su desesperación, además de reclamar cambios.
Uno de ellos es Bartolomé, que ha hablado con El Faro para mostrar su descontento. "Yo creo que hay una consejería que es la que debería venir y mirar todo lo que está mal y arreglarlo. Hace ya más de 20 años que se viene pidiendo", dijo.
Bartolomé lleva toda la vida entre los muros del Polígono. Nació, sigue viviendo allí y remarca que nunca lo ha visto como está ahora. Cada vez está peor y ya no saben qué hacer. "Han venido a casa con un proyecto y ahora no sabemos qué va a pasar", subraya.
Al hilo de esta cuestión, también ha querido puntualizar que sí que se han hecho arreglos puntuales. Por ejemplo, en uno de los muros que se había caído, aunque debido a la continua insistencia de los vecinos, que consideran que son "chapuzas" que no vienen a paliar un problema que es mucho más grande.
"Si no lo arreglan pues intentaremos hacerlo entre nosotros, pero vamos que no nos corresponde", señaló Bartolomé. El resto de personas que viven en estas calles aseguran que si no hay una predisposición por parte de la Administración a subsanar estas cuestiones "pronto", se están planteando realizar concentraciones a las puertas del Palacio de la Asamblea.
No es mucho lo que piden, dicen, simplemente que se asfalten adecuadamente las carreteras, se arreglen las escaleras de entrada a las calles principales, se instalen vallas en los precipicios y se revise el alcantarillado. Actualmente, las vías de acceso a estas calles son un pedregal donde tienen que jugar los niños ya que no hay ningún espacio dedicado a los más pequeños.
Esta última es sin duda una de las reclamaciones que más repiten las familias. Ante la falta de un parque infantil, a los niños no les queda más remedio que salir con sus bicicletas o sus balones a jugar por las calles. Algo que supone un verdadero peligro ya que existen zonas elevadas que no cuentan con una barandilla de protección. Un tema que preocupa mucho a las madres, que aseguran que tienen que estar pendientes en todo momento de que sus hijos no salgan de casa sin supervisión. Tienen miedo a que cualquier día ocurra una desgracia si cualquier niño se cae al vacío.
"Los niños no tienen donde jugar. En esta carretera se caen y se raspan las rodillas y lo peor es cuando llueve", comentó una de las vecinas de la calle Cabo de la Nao que no quiso dar su nombre.
Precisamente la lluvia es una de las cuestiones que más agrava la situación. Cuando llueve, según cuentan varias personas, se inundan las calles ya que las alcantarillas están saturadas. "La gente se tiene que quitar los zapatos para cruzar las calles porque se forman unos charcos muy grandes", aseguró otra vecina.
Y lo peor no es solo que el alcantarillado público no se trague el agua de la lluvia sino que estos humedales atraen a ciertos animales. Tal y como han reconocido estas melillenses, más de una vez se han encontrado "serpientes pequeñas" merodeando por las puertas de su casa. La última vez hace unas semanas. "Mi marido tuvo que matar el otro día a una culebra porque estaba por donde juegan los niños", destacó esta misma vecina.
Al mismo tiempo, relatan que cuando "caen dos gotas" el alumbrado público deja de funcionar. "Cuando llueve no hay luz. A mi me da miedo que mi hijo se venga solo de la academia a oscuras y tengo que ir a por él", añade.
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