Aterrorizada. Así se encuentra desde la madrugada del sábado una familia de melillenses que vive en La Cañada y que asegura haber sido víctima de amenazas y agresiones por parte de un grupo de jóvenes del barrio. A pesar de haber interpuesto hasta cuatro denuncias en la Jefatura de la Policía Nacional, señalan que se sienten desprotegidos y que los agentes no hace nada por solucionar la situación. “Vete a dormir a casa de un conocido. Esa es la respuesta que nos dio la Policía. ¿Por qué tenemos que irnos de nuestra casa?”, aseguraron en declaraciones a El Faro varios miembros de esta familia que prefieren no desvelar su identidad por miedo a represalias. El suceso podría ser el origen del apedreamiento de una ambulancia que se produjo esta misma semana en el barrio.
Los hechos, según el relato de las víctimas y las denuncias a las que ha tenido acceso este periódico, se remontan a la madrugada del sábado al lunes. Al parecer parte de la familia, entre los que había un niño, volvían a su domicilio en coche desde la Feria. Al llegar a La Cañada fueron abordados, siempre según su versión, por un grupo de varios jóvenes “que portaban cuchillos, pistolas, botellas de cristal y demás objetos peligrosos” . Los muchachos, también vecinos del barrio, les cortaron el paso y se abalanzaron sobre el vehículo pidiéndoles dinero “de manera repentina y sorpresiva”. Al no acceder a su petición, los hombres comenzaron a lanzar botellas de cristal que llegaron a romper una de las ventanas e introducirse el interior del coche, alcanzando los cristales al menor que estaba en el vehículo y resultó herido, teniendo que ser atendido en el Comarcal.
El mismo grupo de jóvenes introdujo parte de su cuerpo por la ventanilla para tratar de agredir a los denunciantes, mientras uno de ellos roció el vehículo con líquido de una batería. Finalmente, la familia logró escapar, mientras uno de los supuestos agresores le gritaba que estaba protegido por la Policía y que se dedicaba a la venta de droga.
La siguiente denuncia de esta familia se produce sólo unas horas después, por un miembro del núcleo que no iba en el coche agredido. El denunciante asegura que cuando salió de su casa a primera hora de la mañana del domingo se encontró en su puerta a varios individuos esperándolo y sin mediar palabra se le acercaron y comenzaron a golpearle causándole lesiones por lo que tuvo que ser trasladado a Urgencias y además le robaron dos cordones de oro. El denunciante relacionó los hechos con lo ocurrido unas horas antes a sus familiares.
La situación, a pesar de las denuncias, no ha cambiado en los días siguientes. El lunes, otra miembro de la misma familia volvió a presentar una denuncia ante la Policía Nacional. Aseguró que a media mañana varios individuos se acercaron a la vivienda familiar con una catana y una pistola pidiendo que saliera el hombre de la casa porque “quería matar a alguien” y que el individuo pinchó las ruedas de uno de los coches de la familia. El denunciante aseguraba que “tenía miedo de que cumplieran las amenazas”.
El miércoles se interpone una nueva denuncia en la que se asegura que el mismo grupo lanzó botellas de cristal con ul líquido abrasivo, así como piedras. Acto seguido, uno de los hombres sacó un arma y tras gritar que salieran los hombres comenzó a disparar. Mientras tanto, otros de los jóvenes rompieron los cristales de otro de los vehículos de la familia con una espada tipo samurai. Hasta el lugar de los hechos se trasladó la Policía y una ambulancia porque algunos de los miembros de la familia sufrieron un ataque de nervios. Horas después, los atacantes regresaron para pinchar las ruedas de otro coche.
Los miembros de esta familia aseguran que se sienten desprotegidos, que prácticamente están presos en su propia casa y recalcan que tienen miedo de que los agresores cumplan sus amenazas. “Mi madre está enferma y estamos asustados”, recalcan. Reconocen que un hermano fue detenido durante estos altercados porque al ver el estado en el que quedó su coche se puso nervioso, pero aseguran que no hay ningún motivo para lo que está ocurriendo. “No habíamos tenido problemas antes. Entendemos que el resto de los vecinos no quieran meterse, pero necesitamos que la Policía actúe”, insisten los afectados que señalan que tienen la sensación de que hay agentes que no quieren ayudarles. “Queremos vivir tranquilos”.
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