Melilla es una ciudad pequeña y de ella se ha dicho muchas veces que podría ser una ciudad sostenible. Sin embargo, también se ha señalado que alberga muchos coches. Según los datos más recientes que aporta Melilla ConBici, se habla de la presencia de 63.500 vehículos matriculados en la ciudad, cuyos habitantes rondan la cifra de las 84.714. Es decir, son 1,4 vehículos por persona en la ciudad autónoma.
Además, según el mapa de ruido de la ciudad, que se realizó hace casi un lustro, se registró un número de 275.000 desplazamientos diarios. A este dato los urbanistas y expertos lo denominan intensidad media diaria, y es el principal problema que tienen las ciudades, no solo en Melilla.
A víspera del Día mundial Sin Coches, El Faro ha salido a la calle para preguntar a la gente si cree que se da un uso excesivo del vehículo particular y si hay alguien que utilice transportes alternativos que no dañen tanto al medio ambiente. Todos encuestados coinciden y corroboran lo que aportan los datos: en esta ciudad, de 12,3 km cuadrados se utiliza el coche en exceso.
“Hay más coches que personas”, sostiene Andrea. Cuenta que ella utiliza el transporte público porque no tiene coche, aunque reconoce que ve el autobús bastante lleno y no pueden subir porque no hay asientos suficientes. “Creo que hay la gente utiliza demasiado el coche, en cada familia tienen dos o tres, cuando a lo mejor no sería necesario... solo por la comodidad de no esperar 10 minutos a que venga el autobús”, explica esta ciudadana.
Otro transeúnte de la Avenida Rey Juan Carlos I es Gonzalo , que afirma que en Melilla siempre se ha hecho un uso excesivo del vehículo particular: “aquí todos queremos aparcar en la puerta, desde que inventaron los coches”. Pero cuenta que ahora vive fuera y que suele ir a todos los caminando y afirma que las familias melillenses tienen coche para cada uno de los miembros de la familia. “Hasta para los niños y el perro”, bromea. Este melillense cree que sería bueno cambiar los usos del transporte, pero asevera que alguien tiene que dar el paso porque “todo el mundo quiere que lo haga su vecino”.
En cambio, nos encontramos con otra ciudadana, Lucía, que explica que “en Melilla se utiliza el coche para ir a cualquier sitio”. Reconoce que ella es la primera. En su casa hay tres coches, uno es suyo y los otros dos de sus hijos. Según Lucía, esto ocurre, no porque los sitios se encuentren retirados, sino porque simplemente los ciudadanos están acostumbrados a coger el coche. Cree que quienes toman el transporte público, en la ciudad el autobús, es porque no tienen un coche en casa. E indica, que también hay muchos ciudadanos de los países vecinos que utilizan el transporte público más que los melillenses.
Lucía explica que cuando los hijos cumplen 18 años, lo primero que hacen es sacarse el carnet, lo que supone después tener que prestarles un coche. A los padres les cuesta desprenderse de su vehículo porque lo necesitan de modo que se ven obligados a facilitarle otro a sus retoños. “Entonces, es otro coche más en casa”, expresa esta ciudadana.
Otro melillense, Miguel Ángel dice que además de la costumbre, el uso del coche es a causa de la comodidad. Reconoce que le pasa, pero asegura que cuando va con su mujer y sus hijos a hacer recados por el centro de la ciudad y los barrios próximos, van a pie. “Para que los niños se muevan también”, señala.
Por otro lado, nos encontramos con un madrileño, Pablo, que se encuentra de visita por la ciudad y cuenta que ha visto demasiado coche. Explica que si el transporte público es eficiente, no debería utilizarse tanto el coche. Es de los que creen que habría que facilitar opciones a los ciudadanos a fin de que estos cambien su forma de transporte, ya sea con el público u otro medio más sostenible.
Javier Bocanegra, presidente de Melilla ConBici explica que los expertos señala al tráfico rodado como el principal elemento tóxico en el desarrollo de cualquier plan urbanístico de una ciudad. Desde este la asociación reclaman una “humanización” del espacio público para poder “devolver la ciudad al ciudadano”.
Según Bocanegra al menos un 83% del espacio público de Melilla está destinado al tráfico rodado, a los coches, ciclomotores, etc. Asevera que es un reparto “bastante injusto y para nada social”, y pone de relieve que en España hay ciudades en las que han conseguido reducir de un 70 a un 30% el espacio público destinado al tráfico, mientras que en Melilla aún se mantiene con la media del 83%.
Señala también que aún no tienen datos actualizados acerca de si se ha podido revertir esa situación de alguna manera, con la peatonalización de algunas calles. Aunque tiene la sensación de que no ha cambiado nada. De acuerdo con los expertos los principales enemigos del desarrollo urbano son tres: la intensidad media diaria (los desplazamientos diarios), la cantidad de espacio dedicada al coche y el tráfico de paso (el tránsito de vehículos que atraviesa lugares de residencia).
“Los urbanistas plantean proteger los núcleos de convivencia, es decir, los barrios, para fomentar las relaciones sociales que son fundamentales, que la gente salga a la calle y se quiera quedar en la calle”, explica.
Sin embargo, el coche intercede en esta relación humana; por ello, resulta interesante eliminar el tránsito de esa zona de convivencia. Bocanegra sostiene que no se tratada de una idea de Melilla Con Bici, ni de la agrupación estatal, sino que son los propios urbanistas los que creen importante devolver el espacio público, que ocupa mayormente los coches y los aparcamientos, a los ciudadanos.
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