El centro de menores La Purísima ha retomado la “mala práctica” de colocar vigilantes de seguridad dentro de un módulo aislado y cerrado al que se destinan niños con problemas de conducta o los que son detenidos en las escolleras del puerto.
“El 29 de mayo de 2002 los menores apalearon a un vigilante que se quedó encerrado dentro de ese módulo. Recientemente la empresa (Eulen) ha vuelto a mandar a los vigilantes a ese módulo sin que éstos puedan acceder a algún tipo de recinto donde estar separados de los niños”, se queja Félix Pérez, responsable de Organización del sindicato USO en Melilla.
Sin embargo, recuerda que tras la paliza con ensañamiento que recibió en 2002 un trabajador, el centro optó por trasladar a los vigilantes a la planta baja, donde están los accesos, para evitar el contacto con los menas más conflictivos.
Ahora la dirección de La Purísima da marcha atrás y pese a que los sindicatos han intentado que medie la Consejería de Seguridad Ciudadana, no lo han conseguido. “Nos reunimos en agosto con el consejero Javier Calderón y con Gregorio Castillo y prometieron resolver el tema. Nada ha cambiado desde entonces”, se queja el responsable de USO.
A preguntas de El Faro, Calderón confirmó ayer que, en efecto, había tenido un encuentro “informal” para hablar de la vigilancia de seguridad en La Purísima. Según explicó, “hay acciones en marcha para mejorar la situación de los trabajadores”, pero aclara que el centro de menores no es competencia de su consejería sino de Bienestar Social. Este diario se puso ayer en contacto con la consejera María Antonia Garbín, pero ésta se limitó a aclarar que en La Purísima no existe ningún módulo de castigo.
Misión imposible
La reubicación de los vigilantes en el módulo de menas conflictivos de La Purísima no es la única queja del sindicato USO que representa a los dos vigilantes por turno que a diario controlan accesos e interior de este Centro de Menores Extranjeros No Acompañados.
USO también se queja de que la Policía Local entra en La Purísima con los menores localizados en redadas por la ciudad y que antes de que los agentes hayan abandonado el centro, los niños ya están trepando a los muros del perímetro exterior con la intención de escapar nuevamente. “Hacerlos descender, a la velocidad que van, es misión imposible”, comentan desde el sindicato.
Según explica el representante de USO, los guardias de seguridad no tienen manera de bajar a los menores que trepan por los muros de La Purísima ni el centro les explica qué hacer en esos casos.
Los problemas no acaban aquí. USO tampoco ve con buenos ojos que obliguen a los vigilantes de La Purísima a compartir aseo con los menores. Por eso han pedido que les instalen baños cerca de las garitas donde trabajan.
Así lo han solicitado a la dirección del centro, que ha denegado la petición, alegando que ya tienen un aseo a 50 metros de su puesto de trabajo.
Lo que tienen más cerca, aún, aclara Félix Pérez, es una pared, a la espalda de la garita donde trabajan, utilizada por los menores para hacer sus necesidades. Esa zona apesta y hace irrespirable el aire de los alrededores, recalca.
Además, añade, toda la zona está llena de bolsas de basuras y desechos. “Aquello es un estercolero”, insiste Félix Pérez.