A raíz del intento de suicidio de un guardia civil melillense, cuya familia denuncia que sufría acoso laboral en la Comandancia, el portavoz nacional de la Unión de Guardias Civiles (UGC), Emilio Diz, comentó ayer a El Faro que no le sorprende que se den casos como éste porque “hay muchos que todavía consideran a Melilla su cortijo”.
El representante de la UGC señaló, además, que, según las acusaciones vertidas ayer por la esposa del guardia civil en este periódico, este caso guarda similitud con otros sucesos de este tipo registrados en el Instituto Armado. “Estas prácticas se llevan a cabo en la España cañí, en la que unos se protegen a los otros y nadie se hace responsable de nada”, apuntó..
Se refiere a las acusaciones vertidas por la esposa del guardia civil que intentó suicidarse hacia dos mandos de la Comandancia de Melilla que, según dijo, tenían enfilado a su marido. De hecho, uno de ellos llegó a decirle: “No vas a ser guardia civil en la vida y voy a ir a por ti”, como recogió ayer El Faro.
Diz asegura que esta frase la habrá escuchado como otras 200 veces más. “Es una práctica habitual que el ciudadano no logra entender. En cualquier otro colectivo hay una serie de normas a cumplir y en la Guardia Civil, que debería dar ejemplo, no se cumplen”, recalcó.
En cuanto al miedo de los agentes de la Benemérita a denunciar el supuesto acoso que sufren por parte de mandos, el portavoz nacional de la Unión de Guardias Civiles destaca la singularidad de los agentes de Melilla que, en un gran número, proceden de la península y por conservar su puesto en la ciudad autónoma “se hacen cómplices, con su silencio”, de conductas que no deberían permitirse.
Prueba de ello es que aceptan, en muchas ocasiones, realizar muchos servicios con pocos descansos, que son prácticas que se ajustan a la ley, pero que no caben dentro de una ética laboral más justa, concluye el portavoz de la UGC.
Tras conocer las palabras de la esposa del guardia que intentó quitarse la vida en la Melilla, en la que relataba el miedo que su marido tiene a perder su trabajo, lo que supondría “no tener comida que meter en una casa con dos niños pequeños”, Diz denuncia que suele ser el “chantajismo habitual observado entre los altos cargos del Cuerpo”.
El representante de la UGC alega que a un guardia civil soltero apenas pueden amenazarle con retirarle la paga, pero que la situación se agrava para los agentes cuando juegan con el pan de sus hijos. Diz afirma reírse de la “manida conciliación familiar”.
En cuanto al caso particular del agente melillense encontrado inconsciente en Horcas Coloradas tras inhalar los gases de su vehículo, cree que seguramente no puedan echarlo, más aún después de la relevancia que está adquiriendo el caso.
Muchas veces, reconoce, la mejor manera de luchar contra esta serie de personas que “quieren situarse por encima de la ley” es usando “al cuarto poder, medios de comunicación independientes que no teman a personas poderosas que se creen inmunes ante todo y todos”, señala.
Asimismo, considera un “atraso” que los exámenes médicos realizados a personas afectadas psicológicamente se lleven a cabo por profesionales insertos en la jerarquía de mando del Cuerpo, pues “un capitán psicólogo, por ejemplo, nunca va a actuar en contra de los intereses de un superior”.
Emilio Diz reclama pues un servio externo y ajeno a la Guardia Civil, en el que el paciente pueda sentirse cómodo y así ser tratado con la mayor eficacia posible. “La mujer del guardia civil que intentó suicidarse en Melilla denunció que tras la visita de su esposa al capitán psicólogo su marido empeoró en vez de mejorar. Muchas veces son estos mismos ‘profesionales’ los que dudan del testimonio de los afectados”, concluye Diz.
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