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Unas conclusiones previsibles

Melilla es la ciudad española con peor resultados en su sistema de enseñanza pública. Encabeza la lista de regiones o territorios españoles con mayor índice de fracaso escolar y abandono temprano de la educación.
Uno de los principales problemas pasa sin duda por la falta de medios: Por la falta de presupuesto que cubra todas las necesidades docentes y por la vergonzosa falta de acuerdo entre Administraciones que ralentizan cuando no eternizan los proyectos de creación de nuevos centros docentes.
La ratio en las aulas melillenses está muy por encima de la media nacional. Convierte prácticamente en ilegales el cien por cien de las aulas de Infantil y Primaria, y hace muy difícil la educación superior en los centros de Bachillerato.
La educación es un arma de futuro y es, sin duda, la mejor inversión que puede realizarse en Melilla, tan especial por sus singularidades sociales, por la realidad aplastante que ya sitúa en casi un 60% el conjunto de alumnos de origen bereber que, en muchos casos, presenta necesidades educativas especiales por su menor comprensión o conocimiento del castellano.
Es tan particular y conflictiva la realidad en muchos de nuestros centros escolares que hace ya mucho tiempo que debería haber prosperado la propuesta del SATE tendente a establecer un plan de choque que hiciera imposible a un alumno de 2º de Primaria pasar de curso sin leer ni escribir suficientemente bien el castellano.
La radiografía es muy dura, lo sé, pero es así y lo peor es que la realidad educativa es alarmante en nuestra ciudad desde hace décadas, aunque en los últimos años haya logrado reducirse en seis puntos los índices de fracaso escolar.
El abandono temprano de la escuela sigue registrando en Melilla los primeros puestos del ranking de todo el territorio nacional. No en vano el triste porcentaje de alumnos que llega a la Secundaría, en torno al 45%, lo pone más que de manifiesto.
El Ministerio competente podría echar balones fuera si la competencia en Educación estuviera transferida a la Administración local, pero no es el caso. El ME sólo tiene bajo su paraguas de actuación directa a Ceuta y Melilla, pero esto no implica una mayor atención a nuestras dos ciudades sino una sistemática llena de dificultades que, lejos de atender nuestras particularidades, lo que hace es enquistar nuestra problemática.
Todo esto no lo digo yo, lo dicen los sindicatos de enseñanza, que a pesar de sus tensiones coinciden en todos los casos en demandar foros y órganos que permitan establecer regulaciones específicas capaces de atender los problemas del ámbito de la educación pública en nuestra ciudad.
Sin embargo, no consiguen nada, como o poco o nada se está consiguiendo con el nuevo Foro de Educación, ideado para atender y resolver la problemática concreta de la Educación en Melilla pero convertido, en la práctica, en un órgano hasta ahora inoperante.

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