Unas 460 sonrisas, gracias a las religiosas y sus voluntarios

 El Centro María Inmaculada cierra sus puertas a las actividades tras realizar seis talleres y acoger las Colonias de Cáritas

Es un hogar para todos los melillenses y para los foráneos. Tras sus rejas hay un grupo de religiosas que velan a diario por la gente con menos recursos del barrio. Intentan que estas personas tengan cubiertas sus necesidades y además, cuidan de sus tesoros más preciados: Los niños. Las hermanas de María Inmaculada llevan varios años organizando actividades en verano para evitar que los más pequeños del Monte María Cristina estén en la calle. Entre los 130 niños que han participado en las Colonias Urbanas de Cáritas, que han utilizado sus dependencias durante dos quincenas, y las decenas de pequeños que han formado parte de los talleres de verano, que emprende este centro, se ha llegado a ofrecer iniciativas de ocio y tiempo libre a unos 460 escolares del barrio. Han logrado hacer sonreír a todos ellos gracias a su entrega y a la de muchos voluntarios, foráneos y de Melilla, que les han echado una mano.
La responsable del Centro María Inmaculada, Mercedes Moraleda,  explicó ayer a El Faro que este año han contado con 32 voluntarios en la primera quincena de julio y con otros 29 en la segunda para emprender todas las iniciativas de recreo de los pequeños. Un total de 36 de ellos se pagaron su viaje y vinieron desde diferentes puntos de la península para vivir la experiencia de compartir quince días con niños de familias desfavorecidas de la ciudad. Bilbao, Barcelona, Logroño, Santander, Madrid, Palencia, Málaga, Pamplona, Córdoba, Sevilla y Cádiz son algunos de los puntos desde donde estos jóvenes de entre 18 y más de 30 años partieron con la idea de colaborar con un grupo de hermanas. Creían que eran ellos los que iban a enseñar a los niños, pero aseguran que han aprendido mucho más de lo que han podido aportar a este campo de voluntariado.

El reparto de los monitores
Tanto los monitores de Melilla como los foráneos han estado repartidos entre las diferentes actividades organizadas por el centro. Un grupo se ha dedicado a estar con los niños de las Colonias Urbanas de Cáritas. Moraleda destacó que este campamento es la oportunidad de muchos pequeños de disfrutar de unas vacaciones porque sus padres no se pueden permitir el coste de un viaje. Un total de 18 monitores por cada quincena ha cuidado de unos 130 pequeños a través de esta iniciativa.
Otros voluntarios se han dedicado a echar una mano en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. El año pasado ya se trabajó en colaboración con el CETI para que estos jóvenes acompañaran a un grupo de niños acogidos en el centro a realizar actividades a la playa. Este año han vuelto a hacer esta actividad que saca a esos pequeños del entorno del centro.
Por otro lado, el resto de monitores se ha destinado a los talleres de ocio, como el de deportes que ha contado con 25 niños por cada quincena, el de baile y de manualidades, con otros tantos inscritos y el de labores con unos 30 participantes en todo el mes. Además, la guardería se ha quedado abierta con la colaboración de otras tres monitoras para cuidar a unos 25 niños.

Visita a Marruecos
Además este año, Moraleda ha organizado para los monitores una visita a Marruecos, pero no con la intención de ir de compras o de visita cultural, sino a conocer la labor de la Iglesia al otro lado de la valla. Destacó que el día que pasaron con las Hijas de la Caridad, en el centro que gestionan para personas con discapacidad, y con el Padre Esteban en la iglesia en la que atiende a los inmigrantes fue “muy impactante” para los voluntarios. Comprobaron que hay otra forma de ver el mundo que hay detrás de la valla y se dieron cuenta de que muchos de sus problemas no tienen importancia en comparación con los de estas personas que reciben el apoyo y el cariño de los religiosos que trabajan en Marruecos, aseveró la directora del Centro María Inmaculada