Categorías: Sociedad

Una vida que sale por la puerta de atrás

Mohamed Zaine fue ayer desahuciado de la caseta en la que vivía junto a su esposa y sus seis hijos. La vivienda estaba en el interior de Hierros Morata, donde el hombre aseguró que llevaba años trabajando.

A pesar de que cada vez es más habitual escuchar la palabra desahucio, eso no hace que sigan teniendo una cara amarga y una historia única detrás de cada uno de ellos. Pasadas las 10:30 horas de ayer varios trabajadores de los juzgados de Melilla se personaron en las instalaciones de la empresa local Hierros Morata, donde tenía su casa Mohamed Zaine, al que hace varios meses que le notificaron que tendría que abandonar su domicilio. El hombre había residido durante más de una década junto a su esposa y sus seis hijos en esta casa, una construcción de pocos metros cuadrados, sin agua caliente y con sólo dos habitaciones para los ocho, que está dentro de la fábrica de hierros. Según cuenta Mohamed, él y su familia vivían allí desde que él comenzó a trabajar como guarda en la fábrica, pero ahora, después de que lo despidieran hace algo más de un año, este marroquí y su familia, todos sin documentación en regla, se quedan en la calle, a la espera de que alguna asociación intente ayudarlos. El presidente de la ONG local Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón, que conoce el caso de cerca y ha tratado de ayudar en todo momento a Mohamed, asegura que su caso es un ejemplo de “esclavitud”. Mohamed trabajó durante años para Morata por menos de 500 euros al mes y a cambio de poder vivir junto a su familia en la pequeña construcción que había en la vivienda, según explicó Palazón. Junto a la caseta, hay además un barracón, en el que están los baños y que se encuentra semicalcinado por las llamas, después de que hace unos años un incendio estuviera a punto de acabar con lo poco que esta familia tenía. Mohamed aseguró que no entendía que después de haber dedicado toda su vida a trabajar para esta empresa ahora lo echaran a la calle sin ningún tipo de contemplación y señaló que ni él ni su familia tienen ningún sitio a donde ir. “Todo el mundo sabe que yo trabajaba aquí, todos los empleados pueden corroborarlo”, aseguró el hombre mientras mostraba un documento con sello y firma de Hierros Morata, en el que reconoce a Mohamed como uno de los trabajadores de la empresa. A pesar de todo, ni Mohamed ni su familia pusieron ningún tipo de impedimento para abandonar la vivienda. De hecho cuando los funcionarios del juzgado llegaron para efectuar el desahucio casi todas las pertenencias estaban ya en la calle y lo poco que les quedaba dentro terminaron de sacarlo en menos de una hora. Palazón señaló que estaban buscando una vivienda para que la familia pudiera refugiarse porque no tenían a donde ir. Sin embargo, desde la empresa apuntaron que Mohamed tenía una vivienda en Beni Enzar, algo que tanto el dirigente de Prodein como el propio afectado negaron de forma rotunda. Además, desde Hierros Morata dijeron que el hombre nunca había trabajado para ellos. No obstante, reconocieron que hay una sentencia judicial en primera instancia que reconoce a Mohamed como trabajador de la empresa e incluso tuvieron que pagarle una indemnización, aunque aseguraron que la sentencia estaba recurrida. Sea como sea, y digan lo que digan los Tribunales acerca de si realmente Mohamed trabajó o no para Morata, lo cierto es que tanto él como su familia no podrán volver a la que hasta ahora ha sido su casa. La intención de la empresa, que aseguró que acogió al hombre por “caridad”, es derruir la pequeña construcción en breve. Para cualquiera que vea las condiciones en las que vivía este hombre y su familia, resulta complicado entender que consideraran esa construcción, que casi parece una chabola, como su hogar. Sin embargo, para ellos era lo único que tenían. El mayor de los hijos tiene 17 años, el menos 8 y ninguno de ellos ha sido escolarizado nunca porque no tienen los papeles en regla, tampoco tenían derecho a Sanidad. Ayer, él y su familia empaquetaron lo poco que tenían para tratar de emprender de nuevo su vida en algún lugar, aunque sin saber muy bien cómo podrán hacerlo.

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