Una seguridad que no llega

La Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, la segunda promulgada por un Gobierno de España y primera del Gobierno de Pedro Sánchez, tras la que se publicó en 2017, como iniciativa del Gobierno de Mariano Rajoy, contempla a Ceuta y Melilla de manera específica.

Esta edición, publicada el 4 de noviembre de 2021, aparece innegablemente influenciada por los efectos negativos experimentados durante la pandemia del covid-19. De hecho, la referencia a Ceuta y Melilla se menciona por primera vez en el texto, en su resumen ejecutivo, al afirmar que “la Estrategia de Seguridad Nacional 2021 plantea iniciativas necesarias, como, por ejemplo, la creación de una reserva estratégica basada en capacidades nacionales de producción industrial o el desarrollo de un plan integral de seguridad para Ceuta y Melilla”. La primera cita se refiere a la carencia de recursos específicos experimentados durante los primeros hitos de la pandemia (que duraron lo suyo) en materias, tan desafortunadamente de moda, como las mascarillas, los guantes de látex o los respiradores. La segunda, al especial impacto que la condición de ciudades fronterizas con Marruecos representó para ambas ciudades españolas, igualmente durante la pandemia.

El texto expresa que “las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, por su localización geográfica en el continente africano y por la especificidad de su frontera española y europea, requieren de una especial atención por parte de la Administración General del Estado para garantizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos”.

Por último, en el apartado de actuaciones a acometer para hacer frente a situaciones de crisis, la Estrategia plantea varias líneas de actuación, orientadas a la gestión de este tipo de situaciones por parte de las administraciones, entre ellas la de “elaborar un Plan Integral de Seguridad para Ceuta y Melilla”.

Transcurridos más de tres años desde la publicación de esta Estrategia, no se tiene constancia de la publicación del citado Plan Integral de Seguridad para ambas ciudades, aunque, como sucede con muchas otras materias relacionadas con las necesidades de éstas, como pasa con la reapertura de la aduana comercial de Melilla o la apertura de la de Ceuta, la recuperación del régimen de viajeros o la vuelta de las bonificaciones a las cotizaciones a la seguridad social para pequeños empresarios y trabajadores, se prodigan los mensajes de buenos propósitos y las peticiones de paciencia a la ciudadanía asegurando que “ya casi está”. Recuerda ello con demasiada semejanza a un irónico eslogan que manejan los trabajadores de la Organización de las Naciones Unidas dispersos por el mundo haciendo frente a problemas de muy difícil solución, que reza “estamos en ello”, como manifestación de que “hacemos lo que podemos, pero, más vale que te armes de paciencia porque esto es más complicado de lo que parece y va para largo”.

Transcurridos más de dos años desde el anuncio del plan, el pasado 13 de febrero de 2024, los parlamentarios nacionales de Ceuta y Melilla formularon pregunta escrita al Gobierno sobre la situación del plan y cuáles eran las expectativas de que pudiera ver la luz en un plazo de tiempo razonable.

La respuesta del Gobierno, remitida un mes más tarde, el 24 de marzo de 2024, no fue muy esperanzadora. Se informaba de que, tras el anuncio de noviembre de 2021, el Consejo de Seguridad Nacional, había acordado en, junio de 2022, ordenar al Comité de Situación del Consejo (órgano que le da permanencia en el tiempo) elaborar un Plan Integral de Seguridad para Ceuta y Melilla. El 30 de junio, el Comité de Situación creó, bajo su dependencia, un grupo interministerial de trabajo sobre Ceuta y Melilla, coordinado por el Departamento de Seguridad Nacional de la Presidencia del Gobierno, con la supervisión del Secretario de Estado de Política territorial.

Hasta la fecha de la respuesta del Gobierno, casi dos años más tarde, como se ha dicho, en marzo de 2024, las actuaciones del citado grupo interministerial de trabajo “se habían centrado en elaborar un estudio de situación, desde un punto de vista general de la seguridad en Ceuta y Melilla, en diferentes ámbitos y sectores de actividad. Una vez analizada la información recopilada, estaba previsto comenzar a trabajar sobre los objetivos estratégicos del Plan y una vez establecidos éstos, diseñar las correspondientes líneas de acción. Cuando el grupo de trabajo elaborase un borrador del Plan, éste sería elevado, para su estudio, al Comité de Situación”. En términos de los trabajadores de la Organización de las Naciones Unidas, tal como mencionaba con anterioridad, “estamos en ello”.

Cuando el pasado 10 de diciembre, durante una comparecencia de la Ministra de Defensa, Margarita Robles, en la Comisión de Seguridad Nacional, se le preguntó sobre la evolución de la situación en ambas ciudades, desde el punto de vista de la Seguridad Nacional, desde 2018, fecha de llegada del Gobierno socialista, manifestó que se había incrementado la plantilla de policías nacionales y de guardias civiles en ambas ciudades. Cuando se le repuso que la Seguridad Nacional comprende muchos más aspectos que los relativos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, vinculados al bienestar de la ciudadanía, de acuerdo con nuestras leyes, manifestó que no estaba familiarizada y que, desde el área de su responsabilidad, había visitado varias veces ambas ciudades, en una ocasión las islas y peñones a ellas vinculados, había mantenido buena relación con los diversos Comandantes Generales que habían desempeñado sus cometidos en las mismas y recomendaba a la ciudadanía española, en general, visitarlas, pues merecía la pena. Pero de esto ya informé a los lectores no hace mucho.

En una comparecencia más reciente, la directora del Departamento de Seguridad Nacional, la General de Brigada del Ejército del Aire y el Espacio en la ponencia sobre ciberseguridad de la misma Comisión de Seguridad Nacional, mencionó, de manera colateral al objeto de su comparecencia, que los trabajos del Plan Integral continuaban.

Entretanto, los abnegados ciudadanos de ambas ciudades sólo pueden manifestar, como en tantos otros ámbitos, su resignación, en este caso ante una seguridad que no llega.