Editorial

Una preocupación muy fundada

La tarde del día de la Nochebuena tuvo lugar en Melilla un suceso que provocó una fuerte alarma después de que quince jóvenes fueran atropellados mientras disfrutaban de un botellón cerca del Centro de Salud de la Zona Centro. Era una fecha muy especial y estos chicos celebraban las fiestas navideñas como suelen hacerlo de manera habitual: todos juntos, de pie, en grupos y tomando una copa. Hasta ahí todo normal.

Lo que nadie podía esperarse es que un coche embistiera a quienes participaban en el botellón y se llevara por delante a quince de ellos, hiriéndolos de distinta consideración. Afortunadamente doce quedaron en cuestiones leves, acudieron a las urgencias y no tuvieron mayor problema. Sin embargo, tres todavía arrastran las secuelas del atropello y su estado sí revistió gravedad. Tan es así que uno fue derivado a la península para que pudiera ser operado, dada la complejidad de las fracturas que le ocasionó el accidente.

El presunto autor de los hechos se dio inmediatamente a la fuga y dejó el coche tirado en las proximidades. Huyó del lugar de los hechos, no atendió a los heridos, no se preocupó de las consecuencias de su acción, simplemente se marchó de allí dejando ese reguero de lesionados sin tan siquiera llamar a una ambulancia antes de irse. Poco le importó lo que había hecho; su única intención era abandonar el lugar lo antes posible como si no se fuera a conocer su identidad casi de inmediato.

El caso es que optó por encerrarse en su casa para evitar ser detenido por la policía como presunto autor del atropello múltiple. Sin embargo, tenía muy difícil salir a la calle porque habría sido arrestado rápidamente. Siempre estuvo controlado por los agentes policiales sin que, curiosamente, el juez dictase una orden de detención que permitiera a la policía llamar a su puerta y llevárselo para que respondiera de los hechos cometidos.

Decidió entregarse casi una semana después de forma voluntaria y después de que los funcionarios de la policía hubieran hablado varias veces con él pidiéndole que depusiera su actitud huidiza. Puesto a disposición judicial, el magistrado lo mandó a prisión sin fianza pero, según distintas fuentes, no sería la primera vez en su vida que pisaba la cárcel.

Y será a lo largo de la mañana de hoy cuando el individuo en cuestión se presentará ante el juez, concretamente el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Melilla, Miguel Ángel Gutiérrez. Éste tendrá que decidir mediante auto si prolonga su estancia en prisión o, por el contrario, es puesto en libertad.

Por eso no es de extrañar la preocupación que reina entre las familias de los atropellados, que temen su excarcelación porque entienden que sería una buena oportunidad para desaparecer de la ciudad. Los indicios a los que apunta su comportamiento en todo este asunto indican que el riesgo de fuga puede ser muy cierto, como ya hizo cuando atropelló a los jóvenes.

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