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Una mujer con energía y positividad centenarias

Francisca Jiménez Conesa no ha parado de cuidar a todos los que están a su alrededor. Sigue desviviéndose por su familia sin perder su independencia a sus 100 años.

No le gusta destacar, por eso cuando le quisieron ofrecer un homenaje desde la organización de la Semana del Mayor no estuvo muy conforme al principio. Pero al tratarse de un día especial, aceptó poco después. El pasado viernes 11 de mayo recogió con orgullo un broche y una placa en la que se la nombraba ‘Abuela de Melilla’. Francisca Jiménez Conesa nació en 1911 y aseguró a El Faro que ha conocido a mucha gente, ha vivido muchas épocas y ha disfrutado de todas. Así, afirmó que cada una tiene sus partes buena, una muestra de su positividad y de las ganas de vivir que tiene a sus 100 años (aunque para el próximo otoño cumplirá uno más).
Esta gran mujer nació en la misma casa en la que vive ahora y en la que se crió cuando era una niña. En el número siete de General Prim nació hace 100 años siendo la segunda mayor de un total de seis hermanos, cuatro chicas y dos chicos. Este hogar fue construido por su abuelo y luego fueron sus padres los que vivieron en la planta de abajo. Con el paso de los años, se construyeron dos pisos en parte superior.
Francisca comentó que en aquella época no es que tuviera muchas opciones para elegir si seguía estudiando o no. Era otra época, aunque de niña, junto con sus hermanos, estuvo interna en un colegio en Lanjarón. Luego les tocaba volver a casa en los meses de verano.
De su niñez recuerda que sus hermanos organizaban partidos de fútbol en la calle. Y es en aquellos años en los que Melilla era una plaza militar, no había muchos coches. Más bien, la gente se movía en bicicleta, en autobús o con los carros tirados por caballos.
Otro de los detalles que destacó de aquellos tiempos era que todo el mundo dejaba la puerta abierta de su casa. Es una de las diferencias que hay con la Melilla actual en la que los portales y los pisos están cerrados a cal y canto.
Francisca indicó que siendo niña las tertulias se hacían en la calle y que luego de joven acudía con sus amigas a los bailes que se organizaban, por ejemplo, en el Casino Militar. Incluso, jugaban al tenis en la Hípica. Aseguró que la vida era estupenda.
“Siempre he vivido en Melilla y por eso conozco a todo el mundo”, apuntó.
Esta señora afirmó que la vida era más tranquila y todo el mundo se conocía. “Cada época tiene su estilo y sus cosas buenas. Pero en Melilla se vivía bien antes y ahora se vive muy bien”, afirmó.

Ahora se vive de otra forma

Esta mujer llena de vitalidad y energía comentó que hoy en día se vive de otra forma. Por ejemplo, explicó la independencia que tiene la mujer. Cuando ella era joven se dependía de los padres o del marido, pero actualmente la mujer tiene los mismos derechos que los hombres y “puede hacer lo que le dé la gana. Eso está bien”.
Ella también es una mujer independiente. Vive en su casa y tan solo cuenta con la ayuda de una mujer durante unas horas. Francisca se levanta sin problemas, se hace su desayuno, su cama y queda la casa recogida.
No quiere que nadie que se quede en su casa a cuidar de ella porque sino perdería esta independencia, aseguró su hijo menor, Juan Francisco Ramírez Jiménez.
Francisca sale a dar paseos, va a misa con una sobrina y juega al bingo o a las cartas con sus amigas. Es una persona activa y no hace caso del médico cuando le dicen que se tiene que quedar tranquila sentada descansando.
Tiene tres hijos y es el menor quien está más a menudo con ella, aunque el resto de la familia está pendiente de ella, por si necesitara algo.
“Se preocupa demasiado por todo el mundo, menos por ella”, afirmó su hijo Juan Francisco. De esta forma describió a su madre como una mujer que podría estar tranquila y dejar que la cuidaran y es justo lo contrario. Siempre está pendiente de si hace falta algo y “sólo piensa en los demás. Hace lo posible por todos”.
Juan Francisco destacó que su madre es una persona muy positiva y que si ha llegado a esta edad es porque tiene mucha voluntad y “unas ganas de vivir tremendas”.
En referencia al homenaje que la Viceconsejería del Mayor ofreció a su madre, destacó que fue muy emotivo para toda la familia. Como no todos pudieron estar, están buscando las imágenes de televisión para guardar ese recuerdo.
Si hay una frase con la que el lector se puede quedar es la siguiente: “He disfrutado mucho en esa vida”. Ojalá todos podamos mirar al pasado y observar el presente, ser sinceros y decir esto algún día.

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