La Melilla que hoy conocemos inicio su andadura hace 517 años. En estos más de cinco siglos de historia ha habido capítulos de todo tipo.
Los principales hechos han estado protagonizados por militares, como difícilmente podía ser de otro modo en una ciudad frontera, aislada del resto del país por el mar y con unos vecinos con los que hemos terminado por aprender a convivir después de innumerables encontronazos.
Hoy están superadas las consecuencias de aquellos episodios en los que una vez unos salían victoriosos para más tarde ser los que volvían derrotados. No queda ‘viva’ ninguna enemistad personal nacida de esos acontecimientos, ni siquiera de los más cercanos.
Aquellos continuos lances han dado lugar a nuestra sociedad multicultural, en la que tiene cabida cualquier persona que sepa respetar las peculiaridades del prójimo.
Ayer, Día de Melilla, sirvió para que todos los ciudadanos que vivimos en esta ciudad de doce kilómetros y medio cuadrados echáramos la vista atrás. De nuevo, otro año más todos los representantes políticos estuvieron presentes en los actos oficiales, salvo los miembros de Coalición por Melilla, el principal partido de la oposición. Es una asignatura pendiente que tienen todos diputados melillenses, que no consiguen ponerse de acuerdo en la fecha idónea para celebrar los más de nuestros 500 años en común, una historia que, según unos, comenzó de manera trágica y que según otros se inició con un acontecimiento en el que no hubo ningún derramamiento de sangre. Si ocurrió de la primera forma, es seguro que hubo dolor en ambos bandos, aunque finalmente uno de ellos acabará imponiéndose al otro. Si, por el contrario, aquel primer capítulo fue pacífico, hemos tenido tiempo en cinco siglos para enzarzarnos en innumerables disputas de las que unos y otros hemos salido con diferente suerte según las circunstancias.
En cualquier caso, lo cierto es que 517 años después hemos llegado al punto donde nos encontramos en la actualidad y el camino que tenemos por delante no debemos recorrerlo por separado porque nuestros antepasados no fueran capaces de ponerse de acuerdo. Si para algo sirve echar la vista atrás es para ver en qué se equivocaron nuestros ‘abuelos’ y aprender de sus errores, no para buscar las piedras en las que tropezaron y arrojárnoslas a la cabeza.
De una manera u otra Melilla comenzó a ser lo que es hoy con un episodio ocurrido hace 517 años, pero de poco sirve alardear de cinco siglos de historia si no somos capaces de conmemorarlos todos los melillenses juntos.
Queda un año por delante para intentar entre todos que en el 518 aniversario de nuestra ciudad no haya sillas vacías.
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