Opinión

¿Una circular para regular una frontera exterior europea?

Quienes trabajan o han estado vinculados laboralmente a la Administración pública saben que una circular es la instrucción de menor rango que se puede emitir. Eso y papel para limpiar cristales es básicamente lo mismo.

Las circulares son comunes a la hora de regular, por ejemplo, la temperatura del aire acondicionado en las oficinas. Actualmente su uso lingüístico ha desaparecido de la  Ley del Régimen Jurídico del Sector Público, de 2015, donde directamente se habla de directrices e instrucciones.

El término "circular" tiene tufillo a naftalina y la encontramos, por ejemplo, en el artículo 7 de la Ley de Procedimiento Administrativo de 1958, firmada por Francisco Franco, que especifica que "los órganos superiores podrán dirigirse a la actividad de los inferiores a través de instrucciones y circulares".

Es singular que el mismo partido que ha promovido en Melilla la retirada de la estatua de Franco a la entrada del Puerto, utilice la jerga administrativa del dictador para regular el tráfico de mercancías en régimen de viajeros en Melilla y Ceuta.

Con una circular se ha limitado a 10 kilos el máximo de mercancías no comercializables que pueden entrar en un coche por la frontera de Melilla (también de Ceuta) procedente de Marruecos.

A esto se refiere Aberchán cuando habla de "corralito" porque en su opinión esa limitación es arbitraria y consecuencia de una aplicación errónea de la normativa en vigor. La confusión viene de la imposibilidad de aplicar a Melilla y Ceuta el Reglamento Europeo de 2017, que regula la importación de mercancías procedentes del exterior en todo el Reino de España, excepto en las ciudades autónomas.

Es cierto que Melilla y Ceuta no están en la Unión Aduanera, pero también lo es que el reglamento aduanero europeo se viene aplicando, en la práctica, en los puertos y aeropuertos de ambas ciudades sin las limitaciones horarias de 11:00 a 13:00 horas que la Delegación del Gobierno en Melilla está aplicando desde este 8 de junio en la frontera de Beni Enzar.

Para implantar las limitaciones de peso y horario en el régimen de viajeros, la Dirección General de Salud Pública ha recurrido a una orden del año 1994 que regula las importaciones destinadas al comercio exterior, pero no está claro que esas regulaciones deben ser aplicadas al régimen de viajeros. Y justo esto es lo que reclama Coalición por Melilla.

Así se lo ha hecho saber a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, en una carta registrada este 16 de junio. Es, según ha explicado Mustafa Aberchán a la prensa, el paso previo a llevarla ante un juez por tomar una decisión a sabiendas de que es contraria a la ley. Entiendo yo que está abonando el terreno para poder demostrar la prevaricación administrativa que, como todos sabemos, es uno de los delitos más escurridizos y difíciles de demostrar.

En esencia, lo que viene a plantear Aberchán es que la circular de Sanidad impone restricciones en Melilla basándose en una norma que regula el tráfico de mercancías con fines comerciales y no en régimen de viajeros.

El tema es bastante complejo no sólo para la delegada del Gobierno a la que no paran de recordarle sus supuestas limitaciones intelectuales teniendo en cuenta que es profesora de música de la enseñanza Primaria. También lo es para quien tenga un máster o esté a punto de doctorarse. No es un tema sencillo y seguramente a esto le queda recorrido porque lo que se discute aquí es qué norma hay que aplicar en Melilla para regular el régimen de viajeros y, en esencia, implantar controles sanitarios a productos procedentes de Marruecos.

Me da a mí que esta circular viene a responder al celo con que las autoridades aduaneras marroquíes defendieron desde el 17 de mayo que por la frontera no entre ni un Danone. Básicamente, aquí se impone que tampoco entren borregos a Melilla a menos que pesen menos de 10 kilos.

No deja de ser curioso que España haya decidido definir las normas que rigen en una frontera exterior suya y de la Unión Europea con una instrucción menor (Circular IM 1/2022). Pero esto tiene su parte buena: se puede derogar con la misma facilidad con que se dictó.

Por una parte, sacamos pecho diciendo que somos la frontera sur de Europa y por otra regulamos el régimen de viajeros con una circular que ha venido a caldear los ánimos de mucha gente en Melilla. No sólo los de Mustafa Aberchán, que ayer se despachó a gusto contra una delegada del Gobierno que lleva días apagando fuegos con gasolina, como si estuviéramos ya en campaña electoral e ignorando que en política 10 meses son una eternidad. Estamos corriendo riesgos innecesarios caldeando el ambiente en plena crisis económica y con la Fiesta del Borrego a la vuelta de la esquina.

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