Alrededor de dos años llevan en marcha las obras del Rastro, que fueron comenzadas por la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad del anterior Gobierno local. Fue Hassan Mohatar quien las comenzó con el objetivo de mejorar el entorno de la zona, pero los trabajos han ocasionado cuantiosas pérdidas a los comerciantes de las calles García Cabrelles y Margallo y perpendiculares a ellas debido a los cortes de tráfico que se han ido produciendo y a la incomodidad que para los ciudadanos supone adentrarse allí, con grandes inconvenientes para la movilidad, especialmente para las personas mayores o discapacitadas.
Ante ello, no eran pocas las voces que se levantaban, un día sí y otro también, pidiendo compensación por parte de la Ciudad Autónoma. Esta ayuda, por fin, va a llegar, ya que, como anunció ayer la presidenta de Promesa, Esther Donoso, se van a destinar 1.200.000 euros para los comercios afectados, incluidos aquéllos que cambiaron de ubicación de la calle Margallo a García Cabrelles y que se colocan allí los martes y los jueves.
Con un mínimo de 500 euros por comercio sin que haga falta justificar pérdidas y un máximo de 17.000 euros en función de si se contratan nuevos trabajadores o se realizan reformas en los locales, el objetivo de Promesa es reactivar los comercios de la zona, que buena falta hace, y teniendo en cuenta que pocos sitios hay en Melilla tan míticos como el Rastro como para dejarlo caer. Eso sí, los comerciantes han de tener muy en cuenta que tienen de plazo para solicitar telemáticamente las ayudas hasta el próximo día 4 de septiembre.
Es de justicia que la Ciudad Autónoma realice este esfuerzo, porque la mayoría de los comercios son pequeños y están teniendo grandes sufrimientos, pérdidas y molestias a causa de las obras. Apenas pasa gente por allí y ellos siempre se preguntan por qué a ellos no se les ayudaba.
Ahora les ha llegado su turno y, aunque quizás un poco tarde, como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena. Y, sobre todo, es merecido, teniendo en cuenta que ellos no pidieron las obras y que, aunque les parece bien que se hagan, la mayoría, pequeñas tiendas de barrio, han pasado tiempos duros para seguir subsistiendo, y no está Melilla como para permitirse el cierre de tiendas.
En fin, ya parece que queda poco para que terminen todas las obras y esa será, sin duda, una magnífica noticia para ellos, puede que la mejor. Ahora compete a la Ciudad Autónoma, después de esta ayuda, poner todos los medios para reactivar un lugar que debe volver a convertirse en un punto angular de Melilla.
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