Opinión

Una aduana indigna de tal nombre

Para evitar alguna mala interpretación sobre mi oposición a la reapertura de la aduana comercial en las condiciones que ha aceptado el Gobierno de España voy a exponer con cierta brevedad a qué se ha dedicado nuestra empresa familiar desde hace más de 110 años. Hemos sido y somos consignatarios y estibadores de buques, representantes aduaneros y operadores logísticos en esta Ciudad. Y seguimos y lo seguiremos siendo a pesar de las circunstancias por las que nos ha tocado sufrir.

En estos más de cien años hemos intervenido en los tráficos de las exportaciones de productos marroquíes que pasaban por el puerto de Melilla (mineral de hierro, lingotes de plomo, naranjas y clementinas, bentonita y otras arcillas) hasta que empezó a operar el puerto de Beni-Enzar y se perdieron. Y, por supuesto, en toda la importación de mercancías llegadas a Melilla y que luego se enviaban a Marruecos a través de la aduana comercial abierta en 1959 o mediante el comercio fronterizo. En los primeros años llegaban en paquebotes y veleros, luego en buques de carga general, posteriormente en camiones en buques “rolones” y en los “ferries” que vienen desde Málaga y Almería y desde 1988 en buques con contenedores.

Todo este movimiento de mercancías -desde mediados del 2017- empezó a decaer cuando el vecino país empezó a dificultar el comercio fronterizo -consentido por Marruecos hasta entonces- y cuyo máximo exponente era el trasiego de bultos a través del puesto fronterizo de Barrio Chino -lo que siempre me pareció tercermundista e inhumano- y de los coches y otros vehículos cargados hasta las trancas cruzando por Beni-Enzar o Farhana.

Sorpresivamente, a mediados de julio de 2018, Marruecos colocó un aviso en la oficina de la aduana de Beni-Enzar anunciando a los operadores marroquíes que desde 1º de agosto solo se admitirían las importaciones a través del puerto de Beni-Enzar cerrando de este modo el tráfico comercial a través de la aduana terrestre desde Melilla. Sin embargo, extrañamente, el Gobierno de España no aplicó la misma medida y se mantuvieron las importaciones de áridos y otros productos hasta que con la pandemia se cerró cualquier tipo de circulación de personas y mercancías por la frontera. Todo ello nos ha supuesto como empresa un gran quebranto económico y la desgracia de tener que prescindir de algunos trabajadores que llevaban vinculados a la empresa muchos años.

He hecho esta introducción para que nadie piense que estoy en contra de la reanudación de los tráficos comerciales desde y hacia Marruecos a través de la aduana terrestre. Lo que estoy en contra es de la tomadura de pelo que hemos sufrido todos estos años con las milongas -cuando no mentiras- que nos han venido ofreciendo la delegada del Gobierno y los ministros de Interior y Exteriores.

El primer error fue aceptar la creación de una Comisión Técnica entre los responsables de ambas Aduanas para nada, pues nada “técnico” había que solucionar dado que la aduana venía funcionando en ambos lados de la frontera de acuerdo con las normas y procedimientos que se aplican en las respectivas aduanas españolas y marroquíes para los tráficos entre ambos países. Así lo reconoció la anterior D. Gral. de Aduanas cuando nos reunimos con ella el 5 de noviembre de 2019 diciendo que no había nada “técnico” que solucionar y que era un tema diplomático y político. El otro gran error de nuestra diplomacia fue unir la reapertura de la aduana de Melilla que llevaba funcionando decenas de años con la creación de una nueva aduana en Ceuta.

A estas alturas, ni la delegada del Gobierno ni el ministro de Exteriores han sido capaces de identificar las “cuestiones técnicas” que según ellos impedían la reapertura de nuestra aduana en las mismas condiciones que antes del bloqueo. Hace más de dos años se nos dijo que la aduana se abriría “de forma ordenada y gradual”. Posteriormente, desde Marruecos nos llegó la información de que se permitirían solo algunos productos seleccionados por Marruecos y solo en un número limitado de camiones no articulados al día. Una especie de “aduana regional” y también se nos negó por la parte española, pero la realidad es que Marruecos ha impuesto las condiciones que nuestro Gobierno ha negado una y otra vez y nos han “vendido” que vamos a tener una nueva “aduana del siglo XXI” como si la anterior fuese algo trasnochado y un desastre administrativo.

Siempre he dicho –ahí está la hemeroteca- que la reapertura de la aduana no iba a solucionar la economía de Melilla. Es más, en una entrevista publicada en diciembre de 1989 vine a expresar lo siguiente: “Esta dependencia no es buena. ¿Qué pasará cuando la frontera con Marruecos se impermeabilice de forma efectiva? ¿Qué reciclaje experimentará el comercio tal y como está concebido actualmente? El desarrollo de Melilla debería enfocarse salvando esta dependencia. Básicamente, debería convertirse en una ciudad de servicios con influencia en todo el territorio que la circunda”. Han pasado muchos años desde entonces, pero al final se cumplieron mis temores. Al menos, el Gobierno de Melilla ha reaccionado intentado cambiar la estructura económica de la ciudad, aunque eso no se consigue de un día para otro. Lo que nunca pude llegar a pensar es que el Gobierno de España aceptase una aduana española controlada por Marruecos.

Es una indignidad que el Gobierno de España admita una aduana comercial que no va a funcionar en las mismas condiciones que cualquier otra aduana española, simplemente porque le interesa a Marruecos y así lo ha impuesto. Máxime cuando se sigue permitiendo que Marruecos no aplique el régimen de viajeros a los procedentes de Melilla. Y esto sí que hace daño a los comerciantes locales y a los ciudadanos melillenses que se ven imposibilitados de llevar algún regalo a sus familiares o pasar con un simple yogurt o un botellín de agua. Tampoco entiendo la insolidaridad de muchos de mis paisanos que se alegran de que se vaya a permitir la entrada de verduras y pescados más barato desde Marruecos sin que haya reciprocidad.

El tema del “nuevo” Puesto de Control Sanitario (PCS) autorizado de tapadillo a una empresa privada para realizar las inspecciones obligatorias a la importación de productos de origen animal y vegetal destinado al consumo humano es otro asunto oscuro que habrá que ver cómo acaba si es que algún se digna el Mº de Agricultura o la Delegación del Gobierno de sacar a la luz las condiciones de esa autorización. Sería el primer y único caso en España de una instalación oficial de este tipo que no sea otorgada a una Autoridad Portuaria u otra institución oficial y que no dependa de un Punto de Control Fronterizo (PCF) que, por cierto, aún no existe en Melilla. Todo muy propio de la falta de información veraz por parte de nuestras autoridades en todo lo relativo a la aduana.

Dicho esto, personalmente, prefiero mantener la dignidad sin aduana que tener una aduana indigna de tal nombre, aunque mi empresa se siga viendo perjudicada económicamente. Emulando al Almirante Méndez Núñez, pienso que “más vale honra sin aduana, que aduana sin honra” … aunque algunos no sepan qué es el honor y la dignidad de una Nación que siempre estará por encima de sus dirigentes políticos.

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