Categorías: Sociedad

Un refugiado del CETI pasa la noche en la enfermería tras sufrir una agresión

Allegados a la víctima acusan al personal del centro y éste apunta a otros residentes sirios.

La noche del viernes al sábado tuvo lugar un altercado en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) que terminó con un residente sirio de 20 años, de nombre Ibrahim, pasando la noche en la enfermería del centro tras haber sido atendido por una ambulancia que acudió al lugar tras la llamada de los responsables de Seguridad.
Estos hechos son lo único en lo que ambas partes se ponen de acuerdo, puesto que, mientras que fuentes cercanas al agredido aseguraron ayer a El Faro que fueron los trabajadores del centro los que provocaron los daños al refugiado, miembros de la Seguridad del CETI sostuvieron que todo fue consecuencia de una pelea entre personas de la misma nacionalidad que, además, estaban en estado de embriaguez.

Versión del residente
Por lo tanto, las fuentes cercanas al agredido con las que habló El Faro aseguran que el detonante de los hechos fue una discusión entre dos residentes sirios, que no llegó a las manos. Así pues, según estas personas, que tienen una relación estrecha con los implicado en la disputa “verbal”, todo empezó a derivar a peor tras la intervención de los trabajadores al cargo de la Seguridad, puesto que, al intentar hacer que cesara la discusión y ver que no lo conseguían, uno de los empleados del centro golpeó con una porra a uno de los residentes, el joven sirio de 20 años de nombre Ibrahim.
Asimismo, estas fuentes manifiestan que tras la insistencia de otros residentes de llamar a una ambulancia, los trabajadores del CETI se negaron, según ellos, por miedo a que su actuación pudiera tener consecuencias. Así pues, estas personas aseguraron que sólo accedieron a llamar a los servicios médicos tras comprobar que el agredido estaba inconsciente y le salía saliva de la boca.
La ambulancia llegó acompañada por una patrulla de la Guardia Civil, a la que uno de los residentes sirios se dirigió para relatar esta versión de los hechos, intento que, según las fuentes, quedó en nada. Sin embargo, esto acarreó consecuencias para el refugiado que, según comentaron las personas que hablaron con El Faro, tuvo que pasar la noche en la calle.
Otro aspecto que los residentes lamentan es que los empleados de Seguridad usen porras, puesto que además, apuntan que cuando el CETI recibe visitas de activistas, políticos u otras organizaciones, los trabajadores no las llevan encima.

Versión de trabajadores
Al conocer esta historia, El Faro quiso contrastar la versión dada por las fuentes cercanas al agredido. Por lo tanto, tras consultar con un trabajador del centro, queda en evidencia que las versiones de una y otra parte son completamente diferentes.
El empleado del CETI que habló con este periódico señaló que no hubo una discusión, sino “varios focos de pelea”, puesto que asegura que hay discrepancias entre los residentes sirios, dependiendo de la parte del país de la que provengan.
“Fue una noche movidita, una de las que más”, sentenció este trabajador, y añadió que los disturbios se extendieron entre las 22:00  y la 1:00 horas de la noche y que tuvo lugar a las puertas del centro. Asimismo, esta fuente aseguró que los implicados en el conflicto, que llegó a las manos, estaban borrachos y que fue uno el que agredió a otro golpeándole con una piedra en la nuca.
El motivo que causó la pelea, según el trabajador, fue que uno de los residentes acusó a otro de haberle robado el teléfono móvil y 200 euros, lo que hizo que se creasen dos bandos y varios puntos de conflicto.
“Usaron piedras y palos, prendieron fuego a unos cartones y llegaron a cortar el tráfico en la circunvalación”, apunta este trabajador, que también aseguró que el residente que pasó la noche en la enfermería “no llegó a estar inconsciente” y que “estaba exagerando”, puesto que sostiene que, a veces, intentan salir del CETI usando estrategias.
Asimismo, sobre el agredido, que acusaba a otro sirio de haberle robado, el trabajador con el que habló este periódico dijo que “es famoso” en el centro por haber estado implicado en varias peleas. Sobre su identidad, el empleado confirmó la edad y señaló que lleva en el centro alrededor de tres meses.

Los que más pierden son los niños que viven en el CETI

Sobre el altercado que tuvo lugar la noche del viernes al sábado y que se saldó con un joven de 20 años de nacionalidad siria agredido y pasando la noche en la enfermería, las dos versiones consultadas por El Faro coinciden en dos puntos sobre este tipo de situaciones. Por un lado, aseguran que no son la tónica habitual, pero sí que se dan, aunque la última fue especialmente intensa.
Por otra parte, tanto los trabajadores del centro como las fuentes cercanas a los residentes, están de acuerdo en que los que peor lo pasan son los más pequeños, que tienen miedo y pueden verse perjudicados indirectamente por alguno de estos altercados violentos.
Así pues, las personas que tienen relación con los que viven en el CETI apuntan que el centro no reúne, ni de lejos, las condiciones para alojar niños.

“Es muy peligroso dormir en la calle frente al CETI”

No es la primera vez que lo dicen, ni tampoco es nuevo que los residentes sirios del CETI temen alejarse mucho del centro, especialmente a ciertas horas, por lo que merodea alrededor. Según las fuentes que informaron ayer a El Faro del altercado ocurrido la noche del viernes al sábado, cuando un residente sirio de 20 años resultó herido y pasó la noche en la enfermería, dormir fuera del CETI es todo un peligro, puesto que hay perros salvajes y abandonados que rondan por la zona y causan inquietud.
Asimismo, como ya ha publicado este periódico en dos ocasiones, alrededor del centro se ha establecido un grupo de magrebíes que asusta a los residentes e intenta robarles usando amenazas.
Por lo tanto, las personas que hablaron ayer con El Faro dieron la alerta sobre lo ocurrido la noche del viernes al sábado, lamentaron que uno de los sirios que habló con los agentes de la Benemérita cuando se acercó la patrulla al lugar de los hechos, terminase durmiendo en la calle “como castigo”, dado que apuntan que esta persona no se había visto implicada en el conflicto.
Pasar la noche fuera del CETI supone, para algunos residentes, tener que apelar a la caridad de conocidos o pagar una noche en un hotel, si les queda algo de dinero con el que vinieron de Siria. Así lo aseguran las fuentes cercanas a los refugiados, que además señalan que si éstos llegan más allá de las 23:30 horas al centro, los encargados de la Seguridad no les dejan pasar por haber superado la hora límite de entrada.
“Se supone que no viven en una cárcel, ¿verdad?”, señalan estas personas, que dicen que no terminan de entender por qué si los residentes tienen una tarjeta que los acredita como tal, deben tener restricciones de entrada, más aún cuando se trata de mayores de edad.
Por lo tanto, aunque dicen que el CETI no es un lugar digno para vivir porque no reúne unas condiciones dignas para las familias y, especialmente, para los niños, sostienen que dejar a una persona fuera durante una o más noches supone una crueldad, dado que obligan a este residente a tener que buscarse la vida y a dormir, muchas veces, en condiciones deplorables.

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