LA Avenida Juan Carlos I Rey está hoy más cerca de ser una vía cerrada al tráfico y reservada sólo al disfrute de peatones y ciclistas.
La respuesta de público obtenida ayer por el consejero de Seguridad Ciudadana, Javier Calderón, es un paso importante. Pero aún estamos en el inicio de un camino que también tendrán que recorrer los comerciantes y hosteleros. Ayer se echó en falta a ambos. Probablemente pensaron que la multitud que se concentró en la Avenida no daba el perfil de cliente ideal. Quizá creyeron que todas esas personas llegaron a la principal arteria de la ciudad buscado una cosa distinta de una buena mesa donde merendar o un establecimiento en el que hacer una buena compra. Y probablemente no estuvieran equivocados. A muy poca gente se le pasa por la cabeza venir de compras o a una cafetería al centro por la tarde en fin de semana y menos aún si es domingo. Ocurre así porque están abiertos muy pocos establecimientos y no hay ningún otro atractivo. Ayer, en cambio, sí los hubo y la Avenida se llenó de personas. Es la prueba de que es posible atraer a la ciudadanía al centro si se le ofrece algún motivo para venir. Ayer las únicas razones la puso el consejero de Seguridad Ciudadana, que consiguió una espectacular respuesta del público. Javier Calderón logró su objetivo, no se le puede exigir también que llene de clientes las cafeterías, los bares y los comercios. Esto último es un trabajo que tienen que hacer los propios hosteleros y comerciantes. Si las calles están llenas de personas y sus establecimientos permanecen vacíos o simplemente están cerrados, deberían sentarse un segundo a reflexionar. Y deberían hacerlo sin perder demasiado tiempo porque el reloj corre en su contra. Dentro de un tiempo dejarán de estar solos. Si el proyecto del centro comercial en Valenzuela avanza como está previsto, tendrán un importante quebradero de cabeza, al que se sumará otro más si también se materializa alguna de las dos propuestas comerciales para Marina Seca.
La posibilidad de cerrar al tráfico la Avenida es una gran oportunidad que comerciantes y hosteleros no deben dejar pasar si no quieren correr el riesgo de que, como ha ocurrido en otras ciudades, sus negocios acaben en medio de un centro histórico convertido en un museo de edificios sin vida porque la actividad se ha trasladado a otro punto.
En la anterior ocasión que se probó a cerrar al tráfico la Avenida se echó en cara al consejero Javier Calderón la falta un programa de actividades para atraer a una ciudadanía que mayoritariamente no está acostumbrada a desplazarse andando a ningún sitio. Ayer el máximo responsable de hacer más habitable Melilla consiguió que los conductores dejaran los coches en sus casas, pero no logró hacer salir de ellas a los comerciantes y hosteleros. Convencer a ambos debería ser el próximo objetivo del consejero de Seguridad Ciudadana.
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