Editorial

Un nuevo caso de rabia

El pasado 20 de septiembre, el Boletín Oficial de Melilla (BOME) derogó el nivel 1 de alerta por rabia, vigente desde noviembre de 2021. Ayer, apenas un mes y cinco días después, ha vuelto a detectarse un perro positivo en rabia y desde la Consejería de Sanidad y Bienestar Social alertan a la población de que el animal estuvo merodeando por las inmediaciones de un colegio ubicado en la calle Ronda Compañía del Mar, antes de que fuera capturado por el servicio de laceros de la Policía Local.

Desde el Gobierno local avisan a la ciudadanía de que en caso de haber sido mordidos o haber entrado en contacto con el animal se acerquen a la Dirección de Salud Pública y Consumo, en la carretera Alfonso XIII, o bien contacten con la Policía Local.

La situación es preocupante porque se supone que la rabia estaba bajo control y que por la frontera no entran perros vagabundos desde Marruecos. Eso significa que el coladero podría estar en algún punto de la valla y tenemos que remediarlo porque nos gastamos millones de euros del erario público en el mantenimiento anual de la alambrada.

Sabemos que teniendo la rabia del otro lado de la frontera es difícil mantener a raya una enfermedad que en Europa está bajo control.

En agosto pasado, Marruecos anunció con bombo y platillo que iniciaba en Oujda una campaña de vacunación contra la rabia que no sabemos si ha llegado a Nador o si ha sido solo un fuego fatuo con el que manifestar el supuesto compromiso de este país con el bienestar animal.

El propósito de Marruecos en ese momento era esterilizar 50 animales por semana e identificar a los castrados con un dispositivo visible en una oreja. A día de hoy no hemos vuelto a tener noticias de esa supuesta campaña.

Hay que recordar que esta medida se implementó en el país vecino después de que una jauría de perros con rabia mordiera a una turista francesa que falleció poco después. Para salvar el turismo, que normalmente huye de sitios insalubres, Marruecos promocionó su campaña de vacunación antirrábica y puede que muchos la hayan comprado.

El caso es que visto lo visto, el problema continúa latente del otro lado de la frontera y será muy difícil acabar con él en Melilla si no avanzamos en temas de sanidad animal en la vecina provincia de Nador.

Las cifras de animales de compañía en los hogares españoles se han disparado desde la pandemia. Hay un negocio en torno a las mascotas, pero también hay emociones. La rabia pone en peligro todo eso y además es una amenaza grave para la salud. Hay que erradicarla y por eso consideramos que los laceros de la Policía Local deben redoblar sus esfuerzos en aras de confirmar que no quedan perros callejeros en nuestra ciudad.

Tenemos que buscarles un hogar y promocionar la adopción de los animales sanos. Es bueno para las familias y también para nuestra ciudad. Ganamos todos.

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