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Un negocio centenario de Melilla que ve peligrar su futuro

Bodega Boris abrió sus puertas hace casi cien años y ha pasado por diferentes generaciones. Sus actuales gerentes, Maica Rodríguez y Boris Guerrero, creen que con ellos desaparecerá un negocio de los de toda la vida. Entre las consecuencias, la falta de aparcamiento y que los melillenses prefieren cada vez más ir al supermercado a hacer la compra completa. El Faro ha salido a la calle para descubrir la historia de esta bodega centenaria.

Bodegas Boris es un comercio con más de 100 años de historia en Melilla que abrió sus puertas en los años veinte. Lo fundó el jefe de Boris Guerrero, luego lo regentó su padre y desde el año 1999 están al frente Boris Guerrero y su mujer Maica Rodríguez.

La decoración del establecimiento es muy pintoresca. Rodríguez asegura que han cambiado cosas a lo largo de los años pero que han querido siempre dejar la esencia del local. "Antes esto era una cueva pero hemos mantenido los barriles y las cosas típicas de antes", confesó.

Tradición es la palabra que caracteriza a esta bodega. El vino aquí todavía se sirve en barriles, los clientes suelen ir y pedir uno o dos litros de los vinos que venden y bebidas que venden. Uno de los más demandados es el vermut, un licor no muy típico de esta zona y que no se encuentra fácilmente en la ciudad.

Otro de los puntos característicos de Bodega Boris son los jamones colgados en las perchas que aún se mantienen desde el inicio de este negocio. En esta época del año no están colgados porque el calor estropea los jamones, pero sí que decoran el local en otras estaciones. "Da un ambiente muy chulo".

Pero si algo genera un ambiente que produce nostalgia en muchos, esa es la calle donde se encuentra. En el Callejón de la Soledad, junto con la virgen que se encuentra en una capilla justo al lado de la bodega. Esta virgen está muy bien cuidada por Rodríguez y por Guerrero. Por eso, son muchas las cofradías de la ciudad, que en señal de agradecimiento han regalado, al cabo de los años, muchas imágenes religiosas que estos gerentes exponen en su local con orgullo. "Las tenemos puestas desde hace mucho tiempo", explicó Rodríguez.

No solo las vírgenes decoran las paredes de la bodega, estos gerentes muestran con cariño fotos de sus hijos para tenerlos siempre presentes.

En parte esto es lo que atrae a los clientes, que los productos son como siempre. "La gente que viene aquí son casi casi de siempre", dijo Rodríguez. Incluso muchos de ellos, comentó, llevan más de cuarenta años comprando allí.  Y El Faro lo ha comprobado. Esta mañana Mamen y su hija Gala han acudido como siempre a la bodega por aceitunas. "No le gustan otras", confesó Mamen. Esta familia lleva toda la vida comprando en el mismo local y no quieren oír hablar de otro.

El truco para intentar competir con las grandes superficies, es vender productos que no se suelen encontrar en supermercados, típicos de cada región de España. "Intentamos traer cosas que la gente no maneja porque si no es imposible", confesó la gerente. De esta manera atraen a muchas personas que viven en Melilla pero que son de otras ciudades, que acuden buscando los productos típicos de su localidad. "La tradición es lo que nosotros vendemos", explicó Rodríguez.

Pero ya nada es como antes y el negocio ha sufrido vaivenes. El local de la bodega ha tenido modificaciones, la cámara donde secaban los jamones y utilizaban para otras tareas del negocio, se ha convertido en un trastero para guardar todo lo que no necesitan.

Entre estas especialidades, productos de cada rincón de España, vermut y moscatel casero en barriles, embutidos de Salamanca, sobrasada de Mallorca, salchichón de Barcelona, "de cada sitio una cosa", explicó. El vermut y el moscatel casero, llevan vendiéndolos mucho tiempo y se han convertido en un sello de identidad de esta bodega.

"Nosotros somos los últimos, no sé si luego vendrán más", lamentó Rodríguez. La falta de aparcamientos en la zona y que cada vez más los jóvenes prefieren hacer la compra del mes en los supermercados, ha hecho que bajen sus ventas. A todo esto, se une que los hijos de este matrimonio decidieron dedicarse a otras profesiones. Así que cuando ellos se jubilen este negocio centenario desaparecerá del mapa de comercios de Melilla.

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