Los vecinos de la barriada San Francisco, consternados por la muerte de Rogelio y Fatima. Afirman que ambos se llevaban bien y eran tranquilos.
Al caer la tarde del martes, la puerta del número 14 del Callejón de San Francisco de Asís, la vivienda de Rogelio y Fatima, estaba semiabierta. En el interior no había ninguna luz encendida, lo que extrañó a los vecinos, pues la puerta siempre estaba cerrada. Llamaron a voces a ambos y ninguno contestó. Telefonearon a la Policía y a los pocos minutos se personó allí una patrulla que confirmó sus terribles sospechas. Algo había pasado, pero los vecinos de la barriada de San Francisco, más conocida como ‘La Barraca’, nunca pensaron que su vecino Rogelio pudiera haber degollado a su esposa y luego ahorcarse en el patio.
La noticia corrió como la pólvora por las estrechas y serpenteantes calles de ‘La Barraca’. En la mañana de ayer el barrio seguía conmocionado. “Nadie se explica cómo ha podido pasar algo así. Era un hombre muy bueno, un gran vecino. No me lo explico”, comentó una vecina.
Los más mayores del barrio explicaron a El Faro que la víctima y el agresor “se llevaban bien” y aseguraron que en los 22 años que llevaban viviendo en el callejón “nunca” escucharon una pelea. El día de los hechos tampoco se escuchó ningún grito ni discusión en el interior de la casa. Es más, los vecinos les consideraban “un matrimonio ejemplar”, pues iban juntos siempre al mercado o a dar un paseo. Habitualmente tomaban café en la Peña Colón. Allí los clientes y conocidos del matrimonio supieron del trágico final de Fatima y Rogelio esa misma mañana y estaban muy sorprendidos. “Me he enterado esta mañana y estoy con los pelos de punta”, afirmó uno de ellos.
La opinión de los vecinos sobre el matrimonio es generalizada. Se llevaban bien, iban juntos a todos sitios, eran tranquilos, estaban integrados en el barrio y nada, absolutamente nada, hacía presagiar el trágico final. Aunque algún amigo de Rogelio afirmó que éste tenía problemas económicos, otros aseguraron que vivían bien: “Ella tenía una paga pequeña y él también porque era legionario retirado”.
Un grupo de jóvenes del barrio explicaron a El Faro que en la tarde del martes vieron a Rogelio caminar “nervioso” por el callejón, pero no sospecharon nada. Cuando los vecinos se extrañaron al ver la puerta abierta, pues “siempre estaba cerrada”, y desde el interior ninguno de los dos contestaba a sus llamadas, llamaron a la Policía. Un joven explicó que un amigo suyo se subió a la azotea “por si veía algo y algo tuvo que ver porque desde la misma azotea volvió a saltar a la calle asustado”. “Ni siquiera entró en la casa y salió por la puerta. Creo que vio al hombre ahorcado en el patio, se asustó y saltó a la calle desde la azotea sin pensárselo”, afirmó.
Rogelio cuidaba de Fatima, desde que ésta sufrió un accidente hace 10 años
“El matrimonio se mudó a ‘La Barraca’ hace más de 20 años. Antes vivían en ‘El Poblado’, frente al cuartel de La Legión. No tenían hijos”, recuerda una vecina. Eran un matrimonio tranquilo e integrado en el barrio, pero todos los que les conocen destacaron que desde el accidente que sufrió Fatima hace unos diez años, “todo cambió. Jamás volvió a ser la misma”. No hay consenso sobre las circunstancias del accidente en cuestión que dejó a Fatima con secuelas permanentes. “Estuvo en coma un tiempo y se le quedó un hematoma en la cabeza. Parecía un robot, pero hablaba bien”, señala su vecina. Desde entonces su estado de salud era delicado y su marido estaba dedicado completamente a su cuidado. “Él le cuidaba, le hacía de comer, le lavaba e iban a todos lados juntos. A veces iba solo al mercado para hacer la compra y siempre le acompañaba al médico”, dijo. Fatima salía poco a la calle, pero a veces se sentaba con las vecinas. “A los 15 minutos se iba porque decía que se sentía mareada”, comenta una de ellas. De Rogelio, los vecinos insisten: “Era un hombre tranquilo, educado y buen vecino”.
Más de 40 años de matrimonio
Se casaron en los años 70. Vivieron algún tiempo en El Poblado, frente al cuartel de La Legión, unidad a la que Rogelio pertenecía. Hace unos 22 años se mudaron a la barriada San Francisco, conocida como ‘La Barraca’ hasta el fatal desenlace.
Rogelio, un hombre “tranquilo y buen vecino”
Rogelio, ex legionario de 66 años, era un hombre “tranquilo, nada agresivo y dedicado por completo al cuidado de su esposa. Un gran vecino”, destacan sus vecinos. Habitualmente solía tomar el café en la Peña Colón. Era originario de Frigiliana (Málaga).
Fatima, delicada de salud
Hace unos diez años, Fatima sufrió un fatal accidente que le dejó secuelas de por vida. Su salud, por tanto, era delicada. No salía mucho a la calle, pero sí le gustaba sentarse un rato con las vecinas en el callejón. “Su marido le cuidaba, le hacía la compra, le hacía la comida e iban juntos a todos sitios. Se llevaban bien y nunca se les vio o escuchamos discusión o pelea alguna”, aseguran los vecinos.
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