Frontera e Inmigración

Un corazón repleto de nombres: la visita de una periodista gallega a los menores en Melilla

Sabela se marchó de Melilla el domingo de la pasada semana con un nudo en la garganta y con el corazón repleto de nombres. Lo hizo después de pasar cerca de dos meses descubriendo muy de cerca la realidad de los niños y adolescentes extranjeros que llegan solos a nuestra ciudad. Después de muchas horas de convivencia con los chavales en situación de calle, de viajar a Fez para comprobar cómo es el lugar del que escaparon muchos de ellos, y de realizar numerosas entrevistas, esta joven periodista gallega considera que ha logrado comprender “el círculo completo” que hay detrás del fenómeno de los menores migrantes.

Fue una investigación para su trabajo de fin de máster lo que la trajo a nuestra ciudad a primeros de julio. Hay una conclusión que tiene muy clara, y así lo plasmará en su estudio: “Los menores que están en la calle son niños, que tienen sueños y quieren labrarse un futuro a base de mucho esfuerzo y mucho, mucho trabajo”. Lo dice convencida porque ha estado largas horas acompañándolos durante su verano en Melilla. Según destaca, es muy fácil crear un vínculo con ellos. “Basta con mirarles y sonreírles”, sostiene.

Nuevas perspectivas

La periodista admite que vino “casi a ciegas” a la ciudad, temiendo acabar redactando “un informe más” sobre la situación de los menores. “Me marcho con la certeza de poder aportar una nueva perspectiva, quizás más social y política”, reconoce contenta. No solo tendrá en cuenta el contacto tan estrecho, sino todo lo que ha comprobado en sus numerosos viajes a Marruecos, en los que ha conocido a familiares y ha visto los hogares de varios niños que llegaron solos a Melilla. “Eso me ha aportado una visión más crítica y me ha ayudado a entender mejor el porqué de la situación tan dura de estos menores”, reconoce.

Precisamente, tras su estancia en el país vecino, Sabela tiene claro que no hay un único motivo por el que estos menores deciden emigrar, algunos de ellos a edades tan cortas. “Hay quien se va por deshonra familiar y trata de labrarse un futuro para él y su familia; también hay otros que ven cómo Marruecos se hunde y quieren salvarse buscando un futuro mejor fuera”, expone.

Una de las cosas que ha llamado la atención de la joven gallega es la capacidad de supervivencia que tienen los menores, pese a estar en situación de calle. “Su forma de entender la realidad es algo que me sorprende”, dice. “Para ellos no hay barreras, y esto no es sólo algo metafórico: si su idea de futuro y de prosperación económica está al otro lado del Mediterráneo, ponen todas sus energías en ello”, destaca.

Fruto de ese empeño son los intentos diarios de estos niños y jóvenes de colarse en los barcos como polizones para llegar a la península. Lo que ellos llaman ‘hacer riski’. Un sueño que mantienen despierto pero que, como la periodista ha comprobado, también les hace encontrarse cara a cara con la frustración cada vez que no lo consiguen.

“Una noche, en el puerto vi a dos niños en calzoncillos; uno de ellos estaba cabizbajo y el otro gritaba agitado en la acera”, describe la gallega. “Pensé que estaban colocados hasta que vi que uno de ellos estaba llorando”, rememora. Según afirma, acababan de ser arrojados por la borda de un buque y estaban desolados. “El que estaba de pie en la acera cogió al otro del brazo, lo levantó y se fueron abrazados, gritando de desesperación”, describe como testigo de la escena. Precisamente, ha comprobado que es demasiado grande la carga que tienen muchos de estos menores sobre sus hombros: “Es muy duro”.

Esta es una de las miles de anécdotas que Sabela se llevó consigo de regreso a la península. Asegura que con estos niños ha aprendido grandes lecciones y ha presenciado gestos que también los hacen grandes. La periodista no está de acuerdo con que se perciba a todo el colectivo de menores como si fueran delincuentes, como asegura que le advirtieron varias personas en la ciudad. “Yo he pasado horas con ellos, con mi cámara y mi móvil y nunca me ha pasado nada”, responde.

Para la periodista, este fue uno de esos ‘adiós’ que se atragantan, aunque también tenía ganas de regresar a la península y poner en orden tanto sus pensamientos como sus emociones. Son demasiados los niños a los que no olvidará. Ni ellos a ella.

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