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Un capítulo de la historia de Melilla oculta bajo el agua y el verdín

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El Plan de Competitividad del Patronato de Turismo financia con más de 25.000 euros la recuperación, restauración y conservación de los aljibes y los decantadores.

Sin agua no hay vida. De vital importancia para todas las poblaciones es tener una reserva de H2O cercana y que ésta llegara a todos los ciudadanos que la construcción de albercas, canales o aljibes ha estado presente en todas las ciudades y asentamientos del mundo. Melilla La Vieja cuenta con uno de ellos, que durante un tiempo ha estado abierto al público,y que está situado frente al Museo de las Peñuelas. Este depósito subterráneo de agua no sólo fue fuente de vida  cuando se creó, sino que actualmente forma parte de la historia de la ciudad.
De sus paredes llenas de verdín se pueden extraer numerosas narraciones y aprender un poco más de cómo ha sido el crecimiento de Melilla y el desarrollo de esta población desde la construcción de ‘El Pueblo’. Por ese motivo, se está llevando a cabo una labor de limpieza, restauración y conservación de este espacio que se realizará en varias fases y de la que ya se han obtenido algunos resultados.

Descripción del proyecto

La leyenda de la fachada de los aljibes dice así  “En primero de febrero de 1571 se cerraron estos aljibes, siendo alcayde y capitán de esta ciudad por S.M. Francisco Sánches de Córdoba”.
Cada aljibe tiene una capacidad de 600 metros cúbicos con dos cocas de pozo cada uno y su propio decantador. Así, fue en 1997 cuando se restauraron parte de estos depósitos para la celebración del V Centenario de Melilla.
No obstante, la labor que se está llevando ahora pretende recuperar el estado original de los aljibes. Un proyecto enmarcado dentro del Plan de Competitividad del Patronato de Turismo de Melilla y para el que se van a invertir más de 25.000 euros. Así, esta labor de conservación se realizará en varias fases y se prevé una duración de unos seis meses. Además, se intentará recuperar también los pozos situados en la actual plaza de Estopiñán.

Recuperación

La licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Restauración y Conservación de Bienes Culturales por la Universidad de Sevilla, Vanessa Martínez, es la encargada de dirigir este proyecto.
La primera parte ha consistido en la limpieza y recuperación de uno de los decantadores, así había sido cubierto con una tela asfáltica y le habían puesto un suelo de madera. De forma que el equipo que lidera Martínez ha eliminado esta intervención realizada hace unos años y también una piscina que realmente no era la función que desempañaba esta parte del aljibe. La intención fue recuperar el estado original de esta zona y más adelante, se musealizará, esto es, se podrán varios paneles para que los visitantes puedan ver fotografías de cuál era el estado de los aljibes hace unos años, además de mostrarles cómo se llevó a cabo la labor de recuperación de este espacio por su valor patrimonial para Melilla.

Restauración y conservación

Antes de intervenir, Martínez explicó a ‘El Faro’ que en primer lugar se realizó un análisis del estado de los aljibes y se tomaron fotografías, que luego servirán para apoyar las indicaciones de cómo se llevó a cabo este proyecto.
Así, se procedió a la intervención, siendo el decantador el primer espacio restaurado y luego se pasó al primer aljibe situado justo al lado.
El problema con el que se ha encontrado este equipo es que el verdín, un tipo de alga, cubría gran parte de las paredes de todo este emplazamiento debido a la humedad, siendo las primeras fases de la restauración la limpieza con agua y esponja de todos los muros y rincones.
Una vez que se limpió todo el decantador, se pasó a la consolidación, esto es, la aplicación de un biocida, para evitar que se regeneren más algas, y de un producto para la protección de la sillería original. Así, se pueden ver actualmente las marcas que los artesanos y albañiles que colocaron las piedras que soportan esta construcción.

Depósitos sin agua

En la segunda parte de este plan de recuperación y conservación se procedió a la intervención en el primer aljibe eliminando el agua acumulada para construir unos andamios y así facilitar la labor del equipo en la limpieza de esta zona. De igual modo que en el decantador, con esponja y agua se eliminó el verdín y, actualmente están en la fase de imprimir el biocida y un producto para su fijación.
Así, al limpiar las paredes de verde se ha podido comprobar cómo los constructores de este lugar idearon una protección para el agua poniendo sobre las piedras originales un mortero, realizado con arena, y un estuco, es decir, una capa muy fina de un acabado de color rojizo. Por aquel entonces el aljibe no era un lugar de visita, por lo que se elegiría este procedimiento por otros motivos distintos a la mera decoración de estos depósitos, por ejemplo, que repela el agua y de esta forma, la formación de algas u hongos relacionados con la humedad.
Una vez que se finalice la limpieza y conservación de este aljibe se procederá a llenarse de agua, de forma que se realizará un circuito cerrado de agua para que pueda ser visitado y apreciar de esta forma el funcionamiento de estos pozos.
Sin embargo, la labor de conservación no acabará con este proyecto, tal y como argumentó Martínez, puesto que periódicamente se tendrá que revisar para evitar que vuelva a salir más verdín y se llegue a perder la sillería original de este lugar.

Una moneda a cambio de suerte o un deseo

Al vaciar uno de los aljibes se han extraído un gran número de monedas, seguramente motivadas por esa idea de muchos ciudadanos de que existen los pozos mágicos en los que al enviarles una moneda acaban concediéndote un deseo. Esperanzas aguadas pues estos aljibes sólo recogen agua.
Otra de las curiosidades que ocultaba el verdín de este lugar es la gran cantidad de marcas que hay grabadas en las piedras originales.
Flechas, estrellas, pájaros, la letra ‘m’, entre otras, son señales que los artesanos o albañiles de la época realizaban, algunos por dejar su huella impresa y otros, para que el capataz de esta obra supiera las piedras a las que había dado forma y le pagara en consecuencia.
Así, entre deseos lanzados en formas de moneda y las señales de aquellos que participaron en la construcción, los aljibes son uno de esos capítulos de la historia de Melilla de los cuales se extraerían mil y un relatos si esos muros pudieran hablar.

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