Khedr Ackhalil tiene menos de cuatro meses de vida y lleva viviendo tres de ellos en el Centro de Estancia de Inmigrantes de Melilla l El pequeño ha sido diagnosticado de desnutrición.
Si Dios existe, se ha olvidado del pequeño Khedr Ackhalil. El niño sufre de desnutrición y lleva tres de sus cuatro meses de vida viviendo en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, que hasta hace una semana alojaba a 1.700 personas, casi cuatro veces su capacidad máxima (480).
El pequeño Khedr, hijo de padres sirios que han llegado a Melilla huyendo de la guerra en su país, nació de forma prematura a las 34 semanas en Nador, mientras su madre Zahra Alnaasan, de 17 años, esperaba la oportunidad de entrar de forma irregular en la ciudad para reunirse con su marido.
Zahra consiguió llegar a Melilla en abril pasado, cuando el bebé tenía apenas un mes de vida. Nada más llegar al CETI, el servicio médico del centro le diagnosticó desnutrición al niño y derivó al caso al Hospital Comarcal, donde el pequeño ha estado ingresado hasta ahora un par de veces.
La primera de ellas, del 24 de abril al 2 de mayo. Después de ese breve período de tiempo el niño, que entró con 2,1 kg, fue dado de alta en una semana tras haber ganado 600 gramos de peso.
Según consta en el documento firmado por el especialista Joaquín Lamas Mille, Khedr fue dado de alta por experimentar “mejoría” aunque su diagnóstico seguía siendo de desnutrición proteico-calórica moderada exógena, deshidratación leve y anemia.
Un mes más tarde, a primeros de junio, el niño tuvo que regresar al Comarcal y fue ingresado nuevamente por desnutrición. Entró con 3,1 kg de peso.
Esta vez le dieron el alta en dos días, tras diagnosticarle deshidratación, gastroenteritis y estado “afebril y de nula ingesta”. El pequeño salió con menos peso del que traía, 2,7 kilos. Según consta en el informe médico redactado por el pediatra Ignacio López Cuevas fue imposible que el servicio médico obtuviera la historia clínica del menor “por la barrera idiomática y la ausencia de traductor”.
Según este informe médico al que ha tenido acceso El Faro, el niño presentaba “mal estado general” y estaba “decaído, afebril, desnutrido, con tendencia al sueño y con las mucosas secas”.
Le dieron el alta en dos días con un diagnóstico más amplio: Gastroenteritis aguda, deshidratación, desnutrición, acidosis, hipoglucemia, insuficiencia renal y anemia.
Y del Hospital Comarcal salió Khedr de vuelta al CETI, donde continúa viviendo, arropado en una gruesa manta pese a las altas temperaturas registradas en Melilla. Ayer su madre, sobre las cinco de la tarde, limpiaba muslos de pollo a la sombra de unos arbustos, en unas palanganas, para hacer un caldo que le levante el ánimo, para cuidar a su pequeño que no atina a abrir los ojos. Quizás porque no quiere ver la suciedad que le rodea y el sitio horroroso en el que le ha tocado vivir.
Destino Portugal
El primero en entrar en Melilla fue el padre de Khedr, Jouma Ackhalil, y luego llegó su madre Zahra Alnaasan. La chica es menor de edad y hoy despedirá a la abuela del niño, que sale hacia la península. La señora se va con la pena de dejar atrás a su nieto y a su hija.
La familia de Khedr tiene pensado instalarse en Portugal, adonde ya han viajado algunos parientes. Ahí intentarán rehacer sus vidas porque cada vez tienen menos esperanzas de poder volver a casa. Jouma es de Alepo y Zahra de Homs. Las dos ciudades sirias más devastadas por la guerra.
Los padres de Khedr son jóvenes y tienen ganas de comerse el mundo. Quieren salir de Melilla y que el niño mejore. El CETI no es un lugar adecuado para ningún niño y mucho menos para un bebé aquejado de desnutrición.
Mientras la autorización para salir de Melilla llega, Zahra pasa las tardes del verano melillense a la sombra de los arbustos que están enfrente del CETI, en los límites con el campo de golf. Ahí la madre cocina a la intemperie, juntando dos piedras y unos pocos trozos de madera.
El padre se queda con Khedr, en el interior del CETI, dentro de la habitación donde duermen con “mucha” gente.
Jouma lleva ya cinco meses en el CETI. Zahra y Khedr, tres. Pero ni siquiera los días amargos que han vivido por la enfermedad del niño les quitan la sonrisa. La chica aún consigue sonreír con la ingenuidad de sus 17 años.
Hoy hay traslado de inmigrantes a la península
Desde finales de mayo, el CETI de Melilla ha ido aliviando su situación a pasos agigantados. Según han confirmado a El Faro fuentes del centro, cada semana salen a la península entre 100 y 150 inmigrantes. La mayoría de ellos, hacia centros gestionados por ONGs colaboradoras con los ministerios de Empleo e Interior.
Aún así, el centro continúa sobresaturado. A mediados de mayo llegó a contar 2.400 residentes y la semana pasada tenía 1.700. A estas alturas debe andar aproximadamente por los 1.500. Se han hecho esfuerzos, pero siguen siendo insuficientes. El goteo de inmigrantes continúa a diario. En el primer semestre de este año han saltado la valla más de 1.700 subsaharianos. Otros 700 sirios han entrado por la frontera.
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