Comenzaba la visita guiada por Melilla La vieja desde la Plaza de las Culturas con un número de turistas interesados en conocer el legado histórico del barrio de Medina Sidonia, allegados desde diferentes puntos de la Península Ibérica para conocer la ciudad.
Alrededor de la plaza, el guía turístico José Oña estuvo explicando a los turistas su historia antigua, desde el primer ayuntamiento hasta las puertas exteriores de lo que sería y es Melilla La Vieja.
Adentrados en el siglo XVIII, el melillense pidió la imaginación de sus visitantes para llegar al corazón de la ciudad y comenzar a visitar el foso del hornabeque que da acceso a Melilla La Vieja, dando lugar al comienzo del viaje al pasado del corazón del ‘Pueblo’.
Con el motivo de la guerra de minas donde ambos bandos fueron construyendo su camino para acceder a tierra desde las aguas de la ciudad, Melilla La Vieja esconde cinco kilómetros de recorrido que aguardan minas, cuevas y aguas en la ciudad.
Según la historia, Melilla perteneció también a la época romana y fenicia. A final del siglo XV, con el cambio de la edad antigua a la medieval con el descubrimiento de las Américas, se comienza a organizar las aguas del Mediterráneo.
Los alcaides de la ciudad estaban cansados de pagar impuestos a sultanes de los piratas que llegaban, robaban y secuestraban; así como de la llegada de los turcos.
En este sentido, pedían ayuda a los más poderosos del tiempo, Isabel La Católica y Fernando de Aragón. A sus intereses, los reyes querían recuperar el norte de África a petición de los alcaides. Cuando llegaron a la ciudad se la encontraron destrozada, fruto del interés de los propios turcos.
Al barrio le presta nombre de su duque, Medina Sidonia, con la llegada de los barcos de Cristobal Colón. Dos años más tarde, el reino de Fed mandó una embajadora para reconocer la ciudad, al igual que su vecina Argelia, cuatro años más tarde.
La ciudad de Melilla, en palabras del guía turístico José Oña, tiene una historia de 526 años.
Postrados sobre el puente levadizo cuenta el guía melillense que en la sociedad castrense, se impuso a Melilla como "ciudad presidio".
"Cuando llegaba la noche todos los puentes y puertas se cerraban y los soldados tenían orden de disparar hacia los ciudadanos que se quedaban fuera", explicaba José.
La parte más antigua de la ciudad, Plaza de Armas, es también la zona más restaurada de la ciudad.
Retornando al siglo séptimo desde la misma plaza se puede observar la playa de los Galápagos, historia que pertenece a los fenicios.
Ya un paso más en su interior, desde la puerta de Santa Ana reforzada para impedir el paso del enemigo y sus proyectiles se puede disfrutar de la Plaza de la Manzanilla y su foso, con la belleza arquitectónica planeada de sus ingenieros.
En el Norte de África hay también historia visigoda, la única localizada del continente está en la ciudad de Melilla justo en el túnel de Santa Ana donde está ubicada la capilla dedicada al alcalde Francisco Mir Berlanga.
Desde el Museo de Historia, José Oña aprovechó para presentar a los turistas allegados de diferentes puntos de la península los mapas interactivos de la ciudad para seguir contando el legado de Melilla La Vieja.
Ya adentrados entre las calles del barrio de Medina Sidonia, conocido como 'El Pueblo o Melilla La Vieja', en pleno pulmón de la zona, el guía melillense guió a los ciudadanos turistas hacia la calle Miguel para mostrar la placa dedicada a la primera Sinagoga de Melilla.
Desde el Museo Sacro se daba paso hacia las Cuevas del Conventico donde fueron testimonio pleno de las vidas de muchos melillenses que, en épocas de ataque a la ciudad, tuvieron que refugiarse en ellas. Las cuevas también fueron consideradas como la ‘La casa de Dios’ por los asedios prolongados y la búsqueda de la seguridad de los melillenses bajo estas tierras protegidas.
Cantando "caracol, caracol", José Oña guiaba a los turistas hacia la bajada de la Cueva de Trápana para deleitar a los visitantes de estas vistas impresionantes hacia el Mar de Alborán.
"Es impresionante las vistas que se pueden ver desde aquí", resaltaba uno de los visitantes proveniente desde Jaén.
Un paso por los cañones para mostrar el mirador hacia la ciudad, el guía explicaba los diferentes puntos que se podían apreciar.
“La importancia de que un guía tenga humor y sepa jugar con los tiempos históricos con sarcasmo ameniza mucho esta visita”, reseñaban dos turistas allegados desde Bilbao.
Desde el Centro de Interpretación de Melilla finalizaba esta ruta por Melilla La Vieja de la mano del guía turístico , José Oña.
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