Estos adolescentes están a dieta, se privan de comer determinados alimentos o se preocupan excesivamente por lo que comen, según un informe de Sanidad y Bienestar Social.
El 15,52% de los adolescentes de Melilla de 13 a 14 años sufre trastornos de la conducta alimentaria, según un estudio de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social al que ha tenido acceso El Faro.
Así lo revela una encuesta hecha a 1.011 alumnos (496 chicos y 515 chicas) de segundo de ESO de nueve centros escolares de la ciudad, realizada por el psicólogo Daniel Ventura Rizo en colaboración con las expertas Marina Fernández y Paola Arrufat.
El informe detectó 157 casos “significativos”, o sea que un 15,52% de los estudiantes encuestados podría estar imponiéndose restricciones alimenticias. Eso quiere decir que evitan alimentos que engordan, están constantemente preocupados por estar delgados o se ponen a régimen.
Dentro de ese grupo de 157 alumnos con problemas “significativos” se registraron casos en los que el trastorno de la conducta alimentaria consiste en el autocontrol a la hora de las comidas. Se trata de chavales que mientras ingieren los alimentos tienen la sensación de que su entorno les presiona para que aumenten de peso.
Por último se encontraron dos casos relacionados con la bulimia, en adolescentes que sienten una “preocupación excesiva por comer” y tienen “pensamientos intrusivos sobre la comida”, según el estudio de Daniel Ventura.
El informe sobre los riesgos de trastorno de conducta alimentaria en preadolescentes de Melilla arroja, además, que del total hay más casos “significativos” de chicas (20,38%) que de chicos (5,14%).
Casi ocho de cada diez varones (78,84%) encuestados por el psicólogo Daniel Ventura confesaron que restringen lo que comen.
En el otro lado de la balanza está el 84,76% de las niñas que respondieron al cuestionario de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social. Eso quiere decir que ocho de cada diez alumnas de segundo de la ESO con edades comprendidas entre los 13 y14 años se someten a dieta o controlan lo que comen.
Una de las conclusiones que ha arrojado el estudio sobre trastornos de la alimentación en preadolescentes melillenses es que los casos “significativos”, o sea los de chavales a dieta, controlando lo que comen o rechazando determinados alimentos se dan en los nueve centros públicos y concertados en los que se ha realizado la encuesta, teniendo en cuenta que hay chavales que se quedan a las puertas de ser tipificados de sufrir trastorno de la conducta alimentaria (lograron 18-19 puntos y el corte de casos en riesgo se hizo en 20).
También destacan las conclusiones del informe del doctor Daniel Ventura que “existe una alta probabilidad de que los trastornos alimentarios se contagien dentro de los grupos de amigos y de las aulas donde conviven los que tienen síntomas de padecerlo”.
Esto explica, añade el psicólogo responsable del estudio, que haya aulas con mayores casos de alumnos con puntuaciones significativas que otras.
Una última conclusión apunta a que los chavales tienden a ocultar los síntomas o negar su enfermedad, por lo que podrían ser más los que sufran trastornos que los detectados por la encuesta de la Consejería de Bienestar Social.
Los padres tienen que decidir qué es lo que se come en casa y en qué horarios
El psicólogo Daniel Ventura aconseja estar pendientes de los hábitos alimentarios de los hijos
Incumplir el horario de las comidas, no querer ingerir azúcares o grasas, cortar la comida en trozos muy pequeños, tardar mucho comiendo y quedarse solos en la mesa sin que nadie controle si han terminado o no la comida o ir al baño después de comer son algunas de las pistas que apuntan a que un adolescente está teniendo un desorden alimentario.
El psicólogo Daniel Ventura, autor de un estudio que arroja que el 15,52% de los chavales de Melilla de entre 13 y 14 años sufre trastornos de la alimentación cree que enfermedades como la anorexia y la bulimia se pueden prevenir si los padres deciden qué se come en casa y fijan los horarios de las comidas. “Los padres deben llevar la voz cantante”, apuntó a El Faro el también vicedecano del Colegio de Psicólogos de Melilla.
Además deben estar pendientes de si sus hijos tienen una pérdida considerable de peso. En este caso lo recomendable es acudir primero al pediatra para descartar que se deba a una reacción biológica o física y luego averiguar si está a dieta sin haber contado con nadie, si hace mucho ejercicio físico y su ingesta de alimentos no se corresponde con el exceso de energía que gasta.
Se trata, añade Ventura, de evitar que el adolescente anoréxico o bulímico se convierta en un adulto con altibajos emocionales, con mejoras y recaídas, que terminan sufriendo anorexia o bulimia durante años.
“Hay que tener en cuenta que muchas chicas acaban suicidándose o en muchos casos, con grandes desajustes emocionales”, apunta Ventura.
Todo esto se lo explica el psicólogo a los adolescentes en las charlas que les da con el ánimo de prevenir los trastornos de la conducta alimentaria.
En Melilla, explica Ventura, no existe una Unidad de Trastorno de la Alimentación ni ningún centro especializado, por lo que los casos de anorexia o bulimia son derivados a hospitales de Granada, Madrid o Barcelona.
“Ambulatoriamente tratamos casos en los que detectamos poca conciencia de la enfermedad y que el paciente miente sobre la alimentación por lo que no queda otra que internarlo”.
Influye si los padres tienen o no trabajo o están divorciados
El psicólogo Daniel Ventura tiene previsto elaborar un nuevo estudio sobre los trastornos de la alimentación en preadolescentes de Melilla y ha avanzado a El Faro que en la próxima encuesta se tendrá en cuenta la situación de los padres de los chavales que presenten desorden de la alimentación. Se les preguntará si trabajan o están divorciados porque está demostrado, según Ventura, que las situaciones estresantes y la posición social provocan trastornos de la alimentación.
Un estudio de Adeslas afirma que en los países desarrollados se está registrando un aumento de los casos de bulimia y anorexia en los últimos 50 años. En Estados Unidos, asegura este informe, la anorexia nerviosa supone ya la tercera enfermedad crónica más frecuente entre mujeres adolescentes, después de la obesidad y el asma. En España los últimos estudios realizados coinciden en señalar una tasa de prevalencia de casos de trastornos de la conducta alimentaria en la población adolescente de alrededor del 4,1 - 4,5%. En concreto, la anorexia se sitúa en torno al 0,3% y la bulimia en el 0,8%.
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