"Un 10 por ciento de niños menores de 10 años tiene acceso a la pornografía"

Bajo el lema ‘Una adolescencia sin violencia sexual’, la Plataforma de Infancia España está llevando a cabo una campaña de concienciación para evitar la violencia sexual entre adolescentes. Un trabajo del que se desprende que el 9 por ciento de la población adolescente sufre violencia sexual por parte de otros adolescentes, y aproximadamente un 60 por ciento ha sufrido algún tipo de violencia sexual en el entorno digital.

De este tema hablamos con Almudena Escorial, responsable de Incidencia Política de la Plataforma de Infancia España quien incide en que “a pesar de que la mayoría de la violencia sexual hacia niñas y niños se ejercía por adultos también se ejerce entre adolescentes y hay que tener en cuenta que, también hay nuevas formas de violencia sexual como consecuencia de las nuevas tecnologías”.

“El entorno online es una realidad, pero es un contexto en el cual los adolescentes se mueven mucho y es muy frecuente. Un 60 por ciento de los adolescentes ha sufrido alguna clase de violencia sexual en el entorno digital que no sólo se da entre adolescentes, pero claro la digitalización tiene unos riesgos evidentes”, puntualiza Almudena.

Con ‘Una adolescencia sin violencia sexual’ “queremos analizar y preguntar por qué está pasando esto, porque nosotros vemos que hay un fallo del sistema. La adolescencia es una etapa específica con unos riesgos, con unas problemáticas, con unos desafíos evidentes y no la estamos abordando bien. Necesitamos poner el foco en cuáles son los problemas que hay para poner en marcha políticas que prevengan esta clase de violencia”.

Pese a que la sociedad se muestra más abierta a la hora de hablar sobre las relaciones sexuales, Escorial incide en que hay “carencias en la educación afectivo sexual de los niños y niñas porque la educación afectivo sexual tiene que empezar antes de la adolescencia. Hay que trabajar temas, tales como el respeto, el consentimiento y todos los valores que deben regir entre los adolescentes y ahí estamos viendo cómo se banaliza la violencia y se traslada a la vida real. Ahí vemos una carencia importante”.

A estos problemas se añade el hecho de que los canales de denuncia están fallando: “muchas veces los chicos y chicas no saben a quién pedir ayuda y cuando la solicitan creen que no se les hace caso, o que se les quita importancia o no se sienten bien y esa revictamización hace que sufran más violencia. Entonces piensan, “mejor me callo y a ver cómo intento olvidar esto”. Ésta es otra gran carencia. Los canales de denuncia”.

Afortunadamente hoy en día estos casos se dan a conocer públicamente porque hace décadas “la violencia permanecía oculta. Lo que sí es cierto es que, aunque ahora pensemos que hablamos más las cosas, hay una educación afectivo sexual que muchas veces viene de la pornografía, por ejemplo, que tiene un impacto directo. No podemos hablar siempre de causa y efecto en todos los casos individuales, pero es un factor evidente que influye en el incremento de la violencia”.

No en vano, “los niños y niñas que reconocen haber accedido a la pornografía es la que más fácilmente pueden tener después esas conductas abusivas o violentas. Eso está estudiado. Entonces parece que estamos ante un sistema en el que hay muchísima más confianza, que se habla más, pero no se está haciendo del todo bien. Tenemos que volver a revisar lo que está pasando y los nuevos riesgos a los que nos enfrentamos”.

En este sentido hay datos escalofriantes, ya que según sus estudios un 10 por ciento de niños de 8 años, o menores de 10 ha tenido contacto con la pornografía sin buscarlo, simplemente porque les aparece de repente en una tablet o un móvil. Aquí tenemos que estudiar qué sucede”.

Respecto a otros países europeos, España mantiene prácticamente los mismos baremos que el resto de países de la UE: “más o menos las cifras que hay en Europa son las mismas que en España. Estamos hablando de una realidad, sobre todo cuando hablamos de plataformas online, que trasciende fronteras. La violencia online siempre tiene un altavoz que llega más lejos y deja una huella que permanece. Es un tema muy importante porque a la víctima le cuesta pasar página”, añade.

La campaña de Plataforma de Infancia persigue “visibilizar este problema porque lo que no se conoce, a lo que no le ponemos un número, a lo que no le ponemos cara no nos preocupa. Entonces es importante contarlo y sobre todo trabajar entre administraciones, con los diferentes ministerios, con el de Salud, Educación, bueno, que todas las administraciones que tengan competencias activen políticas públicas adecuadas para que miren de frente al problema y lo aborden”, incide Almudena Escorial.

Una víctima de violencia sexual en la infancia o adolescencia tarda, de media, 17 años en contar o comunicar lo que le sucedió, entre otras cosas, por la falta de canales de denuncia o de comunicación claros, accesibles y universales, que den seguridad a las víctimas para dar el paso de denunciar, y por el desconocimiento de los ya existentes.

Plataforma de Infancia

La Plataforma de Infancia es una alianza de entidades sin ánimo de lucro, plural, solidaria, democrática e independiente desde el punto de vista político y religioso que trabajamos por alcanzar el pleno cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

Su marco de trabajo es la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, con el fin de proteger los derechos de todo ser humano menor de dieciocho años, considerando que las niñas, niños y adolescentes no deben ser tratados como objeto de beneficencia, sino como sujetos de derecho con necesidades e intereses específicos.

Cuando hablamos de violencia, es de especial relevancia la Observación General número 13 relativa al derecho del niño a no ser objeto de ninguna forma violencia, y la número 20 sobre la efectividad de los derechos del niño durante la adolescencia, ambas observaciones a la Convención sobre los derechos del Niño de las Naciones Unidas.

Además, a nivel nacional, la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) establece el marco de medidas de prevención, detección y protección que han de desarrollarse en los diferentes ámbitos de interés en los que participan o de los que forman parte niñas, niños y adolescentes.

La violencia sexual que sufren niñas, niños y adolescentes, normalmente silenciada e invisibilizada, suele ser perpetrada por personas adultas y, en la mayoría de los casos, de su entorno cercano (normalmente un miembro de la familia de la víctima).

Sin embargo, los últimos estudios están identificado que, en una franja de edad concreta, en la adolescencia, hay un gran porcentaje de violencia sexual cometida por otros adolescentes, es decir, que aquellos que ejercen las conductas sexuales problemáticas, dañinas, abusivas o violentas tienen edad similar, y también son menores de 18 años.

Según la investigación La victimización sexual en la adolescencia: un estudio nacional desde la perspectiva de la juventud española, realizado por el Grup de Recerca en Victimizació Infantil i Adolescent (GREVIA) de la Universitat de Barcelona, el 8,8 % de los adolescentes encuestados afirma haber vivido algún caso de violencia sexual cometido por otro adolescente.

Estamos, por tanto, ante un problema social ocasionado por diferentes factores que trataremos de desgranar en este documento contando con la opinión de los propios chicos y chicas. Es de vital importancia tener en cuenta su visión y su opinión para entender la realidad que viven, y para elaborar y adecuar las políticas públicas y las medidas que han de implementarse.

Hay que analizar y explicar el contexto, los retos y lo que falla, porque abordar la violencia sexual entre pares requiere comprender que esto es la consecuencia de muchos factores, y que la violencia se encuentra presente en diferentes esferas de la vida y de la cultura, calando en el comportamiento y en el día a día de los adolescentes.