Frontera e Inmigración

Tunecinos del CETI, en huelga de hambre: “Queremos salir de Melilla”

Al grito de “¡queremos una salida!” se concentró ayer cerca de un centenar de residentes tunecinos del Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) en las inmediaciones de la propia instalación. Piden que se agilice el tiempo de espera para su traslado a la península. Por ello, y con el fin de hacerse escuchar, se han declarado en huelga de hambre: “Queremos salir y dejar este sitio. A partir de hoy, vamos a dejar de comer y beber. Queremos que nos encuentren una solución”, explicó a El Faro un grupo de chicos presente en la concentración.

“Vivimos como animales”

Mientras muchos eligen el mar como vía de escape para llegar a Europa a través de la costa italiana, otros lo hacen recurriendo a Melilla, la Frontera Sur de Europa. “Hay pocas personas aquí que te puedan decir que no han perdido a ningún conocido en el mar”, comenta uno de ellos.

La forma más habitual para cruzar cualquiera de los tres pasos fronterizos abiertos es mediante la compra en Marruecos de documentación falsa, pues los ciudadanos marroquíes residentes en la provincia de Nador no necesitan ningún tipo de trámite burocrático para entrar a Melilla.

Abdelwahed, de 37 años y natural de la ciudad de Sbeitla (una de las ciudades más pobres del país norteafricano), asegura que no puede pasar siete meses en el CETI. “Vivimos como animales”, asevera. Él, como otros tantos internos tunecinos, decidió dejar el país por la falta de medios económicos para poder vivir.

Maher, nacido en Kef hace 30 años, se queja de sus condiciones de vida en las instalaciones del centro. “Vivimos 350 personas hacinadas en las haimas. Tampoco hay luz en los cuartos de baño y no nos proporcionan toda el agua que necesitamos. Tan sólo dos vasos”, protesta. “Yo en Túnez he trabajado de todo, de conductor de taxis, en la obra... Sin estar dado de alta. No tenía ningún tipo de garantía y por ello emigré. Mi mujer y mi bebé siguen allí”, explica.

Cerca de él se encuentra Salim, un interno que enseña las úlceras presentes en sus hinchadas piernas. Explica que su piel es sensible y que la insalubridad en las instalaciones le ha provocado una infección en las extremidades. Se queja de que no haya medios para tratar su problema.

Migrantes económicos

“Hemos hecho lo imposible por venir aquí. Tan sólo queremos ir a Europa para mejorar nuestras condiciones de vida. En Túnez vivimos como en la mierda”, declara Salman, de 23 años. A las declaraciones se le une Moez, un joven oriundo de Hammamet. “Yo estudié inglés en la universidad, pero no encontraba nada de trabajo. Sólo la gente rica puede trabajar y realizar proyectos en Túnez”, explica en inglés.

Los 300 tunecinos residentes en el CETI no entran dentro del grupo de nacionalidades que pueden solicitar asilo por coyunturas bélicas o por pertenecer a un colectivo vulnerable, por lo tanto pertenecen a la categoría de migrantes económicos y su trámite no es prioritario respecto a internos procedentes de otras zonas en conflicto, como Siria o Palestina o que se hallan en situaciones de especial vulnerabilidad.

“Si nuestras condiciones de vida en Túnez fuesen mejores, no haríamos esto”, sentenció Samir, un licenciado en Filología Hispánica de 27 años. “Todas las nacionalidades pasan en el CETI un máximo de cuatro meses. Queremos saber por qué estamos aquí más de seis o de siete meses. La salida también es nuestro derecho”, sentencia el joven.

Sin plazas en la península

Fuentes próximas al CETI explicaron ayer a este medio que los traslados a la península dependen de la Policía, no del centro. Aseguran que el tiempo de espera depende de si son solicitantes de asilo o migrantes económicos. El colectivo tunecino pertenece a la segunda categoría, por lo que tiene no prioridad a la hora de salir, según el criterio marcado por el Ministerio del Interior. “Quieren salir todos a la vez y eso no puede ser”, explican.

Del mismo modo, indican que el número de personas trasladadas depende de las plazas disponibles que haya en los distintos centros localizados en la península.

Igualmente, apuntan que esta semana no ha podido hacerse ningún traslado por el alto número de pateras que ha llegado a las costas españolas. “Más no se puede hacer. Esto es voluntario, nadie te obliga a estar en el CETI. Si no hay plazas en la península, ¿qué podemos hacer nosotros”, comentan.

En cuanto a las condiciones de los internos, las fuentes consultadas indican que, a pesar de estar ubicados en haimas, se les suministran todos los bienes necesarios, como mantas, ropa y sacos de dormir. “A veces cuentan que llevan siete meses y no es así. El que más tiempo está aquí lleva cuatro meses”, indicaron desde el centro.

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