Ayer, en el quinto aniversario del terremoto de Japón que acabó con la vida de más de 18.000 personas y provocó un tsunami que asoló la costa nipona, Melilla volvió a ser azotada por tres terremotos de una magnitud bastante significativa, todos ellos por encima de los cuatro grados en la escala de Richter. Dos de madrugada, uno de 5.0 y otro de 4.1 grados, y uno más a las 10:40 horas, de 4.2 grados de magnitud.
Con estos movimientos, y según datos aportados a El Faro por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), el total de temblores registrados por los sismógrafos de la organización desde el 21 de enero (día de comienzo de la serie sísmica) hasta el día de ayer se cuantifican en 1.710.
De todos ellos, uno tuvo una magnitud mayor a 6 grados, el del pasado 25 de enero, 5 estuvieron comprendidos entre los 5 y los 6, 146 se encuadraron entre los 3 y los 4 grados y hasta 1.540 se cuantificaron por encima de los 2 grados de la escala de Richter.
Del conjunto de los temblores encuadrados en esta serie sísmica, hasta 83 han podido ser sentidos por la población, como confirmó la portavoz del instituto, Resurrección Antón, a este periódico.
Desde la organización responsable de la medición sismológica del país reiteran que es imposible conocer cuánto durarán las réplicas, ya que “son muchas fallas las que están en interacción, y cada una de ellas se puede estar comportando de una manera diferente, así que habremos de evaluar dichos comportamientos de una manera más refinada para obtener datos más precisos”, explicó Resurrección Antón.
Reconoce que calibrar precisamente el movimiento exacto de las fallas para así determinar su recorrido y virulencia se hace bastante más complicado al tratarse de un corredor sísmico con gran cantidad de fracturas en el terreno, algo que dificulta y ralentiza el trabajo de los sismólogos.
El IGN no descarta que sucedan seísmos mayores al de 6.3
Resurrección Antón, portavoz del Instituto Geográfico Nacional, reconoció en palabras e El Faro que no pueden hacer una estimación concreta de cuándo remitirán los temblores en esta zona sísmica, “pues es algo que nunca se puede predecir con certeza”. De hecho, “no se puede descartar que vuelva a producirse un temblor mayor al ocurrido el pasado 25 de enero, aunque lo lógico sería que estos movimientos tendiesen a remitir con el paso del tiempo”, explicó.
Antón espera que, poco a poco, la intensidad de estos seísmos tienda a difuminarse, aunque lo normal es que, de vez en cuando, sucedan reactivaciones del terreno como la percibida esta pasada semana.
Esto se debe a la heterogeneidad del corredor tectónico afectado, que aglutina muchas fallas y es especialmente conflictivo.
Explicó la portavoz de la Red Sísmica que el terremoto premonitor, el principal y muchas de las réplicas tienen mecanismo de desgarre sinestral, aunque también se observan algunos terremotos con mecanismos de falla inversa que podrían corresponder a otras fallas cercanas.
Es por lo tanto que necesitan hacer un estudio más preciso de la totalidad de las fallas participantes para poder concluir con más exactitud las razones de esta copiosa multiplicidad de réplicas, algo que a priori no ha de ser preocupante.
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