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Tres días y medio para llegar volando de Madrid a Melilla

Todo comenzó el pasado viernes al mediodía, cuando dos amigas residentes en Madrid, Paola y Beatriz, se disponían a viajar a nuestra ciudad acompañadas de sus pequeños: Paola vuela junto a su hijo Fabio, de 6 años, y Beatriz lo hacía con sus dos hijos: Nora, también de 6, y Arón de 2. Querían visitar a un amiguito de los niños que, junto a su madre, se trasladó a vivir a Melilla el pasado mes de septiembre.

Su vuelo directo Madrid-Melilla estaba programado con salida el viernes a las 12.05 horas y llegada a nuestra ciudad a las 13.55 horas. Más de tres días después, todavía no han llegado. Si no hay ningún nuevo inconveniente hoy aterrizarán finalmente a las seis y cuarto, en un vuelo procedente de Málaga. Y debían volver ayer domingo. En el momento de escribir estas líneas, todavía no tienen billetes de vuelta.

“Las tres somos grandísimas amigas hace años, nos conocimos en la Escuela Infantil a la que han ido nuestros hijos. Teníamos muchas ganas de volver a vernos y de pasar un fin de semana juntos”, explican. Aprovecharon los bonos turísticos ofrecidos desde la Ciudad Autónoma. “Los trámites resultan muy sencillos, los billetes nos salieron a muy buen precio. Parecía el plan perfecto”, indican.

Y llegó el esperado viernes y el momento de coger el vuelo que, en menos de dos horas, en teoría les dejaría en Melilla. El vuelo transcurrió con total normalidad, hasta que: “Nadie nos dijo nada de que había nubes bajas o que nos podíamos encontrar con algún problema. Y luego, ya volando, nos anunciaron que por el mal tiempo íbamos a tener que hacer una parada en Málaga”.

Lo que iba a ser una parada terminó en una larga cola en una ventanilla del aeropuerto: “Ya habían cancelado otros vuelos anteriores y nos encontramos con muchísima gente para lo mismo que nosotros”. Les dieron billetes para un vuelo Málaga-Melilla al día siguiente, sábado, a las 10 de la mañana.

Hubo quien optó por coger el barco, propuesta que también se les ofreció, pero que desecharon rápidamente. No tenía sentido ninguno, con tres niños pequeños y para volver al día siguiente.

Hotel en Torremolinos

Sobre las seis y media de la tarde, esto es, más de seis horas después de la hora prevista para la salida de su vuelo, terminaron alojadas en un hotel de Torremolinos. Al parecer, no había alojamiento más cercano al aeropuerto. Eso sí, en un hotel de cuatro estrellas y en primera línea de playa.

“Al menos allí pudimos descansar y reponernos un poco. Darnos una ducha, que los niños se distrajeran un poco en la piscina y ya cenar decentemente, sentadas, tranquilas y con calma”.

Al día siguiente, sábado, cogieron de nuevo un taxi a las 8.30 horas hasta el aeropuerto. Vieron que los vuelos anteriores con destino Melilla se habían cancelado. Y comenzó una nueva espera.

Sobre las dos, les dieron a cada uno 15 euros, les dijeron que se fueran a comer tranquilamente y que estuvieran atentos a sus móviles y a las pantallas, porque iban a salir. Y así fue: finalmente, pasadas las tres de la tarde embarcaron. Por fin Melilla parecía más cerca. Y lo estuvo. Al menos por unos minutos.

“Me mandaron la foto ya sentadas en el avión y hasta me emocioné. Terminamos de comer rápidamente y nos fuimos para el aeropuerto. Y el niño cogió unos pompones para recibir a sus amigos”, cuenta María, la amiga que les esperaba en Melilla.

En las pantallas de nuestro aeropuerto el vuelo aparecía en ruta. Buena señal. Llamadas y llamadas a los dos móviles pero seguían apagados. Más de dos horas después, pasadas las cinco de la tarde, contactaron: “Salimos de Málaga, llegamos hasta Melilla. Pero el piloto dijo que no se atrevía a aterrizar por las nubes. Así que nos han vuelto a traer a Málaga”.

Se pueden imaginar lo que vino después: otra larga cola, la gente todavía más enfadada que el día anterior, y solo una persona atendiendo. “Estuvimos esperando varias horas. Con cada uno podían estar cerca de 20 minutos y aquello se hizo eterno. Los niños ya estaban muy cansados y nosotras también”.

En esta ocasión les alojaron en un hotel de Málaga, a unos 20 kilómetros del aeropuerto. Y, como al día siguiente, domingo, no les aseguraban el aterrizaje en Melilla, de nuevo por nubes bajas, les dieron directamente billetes para volar hoy lunes, a las seis y cuarto de la tarde. Y ahora mismo no saben nada concreto del regreso a Madrid: “La persona que nos atendió estaba tan agobiada que se ocupaba de dar solo la ida. Dijo que la vuelta ya nos la tramitarían en Melilla, una vez que lleguemos”.

“Les traíamos un regalo sorpresa muy especial. Un libro con fotos de todos estos años juntos en Madrid. Y se lo vamos a dar sí o sí”, explican con determinación Paola y Beatriz. Crucemos los dedos para que esta tarde lleguen. Y crucemos de nuevo los dedos para que puedan salir de la ciudad.

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