La masiva llegada de subsaharianos registrada entre el lunes y el martes no ha tenido hasta ahora ninguna incidencia en la convivencia de los inmigrantes que residen en el CETI. El nivel de ocupación de esas instalaciones permanece por encima de su capacidad desde hace meses. Sin embargo, hasta ahora no se podía hablar claramente de saturación, lo que ha obligado a instalar tiendas de campaña del Ejército para ampliar las 480 plazas de su capacidad en 160 más.
En la actualidad conviven 870 inmigrantes porque a los asaltos a la valla de este semana se ha sumado que los traslados a la península se han ralentizado, según manifestaron ayer a El Faro los propios trabajadores del centro. Sin embargo, a pesar de que los números y las circunstancias son negativas, la situación dentro del CETI se puede calificar como de normalidad. Y es así porque después de mucho tiempo, ahora por fin parece que hay alguien que se ocupa y preocupa por lo que ocurre en el interior de esas instalaciones. Así, por ejemplo, el aumento de la carga de trabajo se ha contrarrestado con nuevas contrataciones, lo que hace posible atender a los inmigrantes sin saturar a la plantilla habitual.
Además, el nivel de conflictividad ha descendido considerablemente gracias a que se ha hecho desaparecer a los ‘elementos peligrosos’ que hacían imposible la convivencia. El traslado de los inmigrantes más agresivos a la península ha reducido las incidencias a un nivel normal en unas instalaciones con capacidad para 480 personas y que acogen a 870.
Y finalmente se ha empezado a devolver el sentido que había perdido la ‘T’ del CETI. En consecuencia, la disminución del tiempo de espera medio para los traslados a la península ha venido acompañado del correspondiente descenso de la conflictividad.
La actual gestión del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes es la prueba de que es posible encontrar soluciones si el problema se pone en manos de unos gestores preparados y con interés en buscar soluciones.