Comienza la ‘clase’ y los alumnos empiezan a caminar, primero despacio y luego más deprisa, entremezclándose entre ellos. Después de haber liberado tensiones, se sientan. Ya han llegado a destino. El profesor les entrega diversas fotografías famosas (la de unos obreros en un andamio en Nueva York y la imagen de John Lennon abrazado desnudo a Yoko Ono, entre otras) que los estudiantes tienen que analizar por grupos, poniéndose en el papel de los personajes que aparecen, para explicar luego al resto qué emociones y reflexiones les sugieren.
El profesor es Francesco Bondanini y, en realidad, no se trata estrictamente de una clase: así se celebraba ayer una de las sesiones del programa Mus-e, una iniciativa que el IES Rusadir ha puesto en marcha este curso por primera vez. Es el único instituto de Melilla que forma parte de esta red, aunque son varios los colegios de la ciudad que llevan desarrollando desde hace años este proyecto, que busca trabajar las emociones a través de las disciplinas artísticas, al tiempo que se promueve la integración social de los alumnos y el trabajo en valores y se mejora su rendimiento en el aula.
El programa Mus-e fue creado por el violinista Yehudi Menuhin, quien consideraba que la música debía formar parte de la educación y ser accesible a todo el mundo. Comenzó a desarrollarse en 1994 en Suiza y desde entonces se ha implantado en cientos de escuelas de diferentes países, principalmente de Europa.
Ahmed Raha, coordinador del programa en el IES Rusadir, detalla que el centro contaba con varios docentes con una especial sensibilidad en el mundo del arte y las emociones. Así que, en septiembre, decidieron ponerse en contacto con la Fundación Yehudi Menuhin y la Dirección Provincial de Educación para poner en marcha esta iniciativa en su instituto.
Una vez recibido el visto bueno, acudieron a un encuentro Mus-e celebrado en un pueblo de Ávila, en el que participaron colegios e institutos de todo el país que están desarrollando este programa en sus aulas.
El IES Rusadir presentó el plan de convivencia que el instituto puso en marcha en 2004. Y se llevaron una sorpresa: “Nos dijeron que ya éramos Mus-e por las actividades que desarrollamos”, apunta Ahmed.
Guiados por diferentes artistas de varias disciplinas artísticas (pintura, teatro, danza, fotografía, contenidos audiovisuales y yoga, entre otras) los chavales trabajan las emociones. El programa se está desarrollando este curso con los alumnos de 1º, 3º y 4º de Educación Secundaria, que reciben una sesión a la semana de estas clases tan especiales.
No hay libros
Muchos de los chicos ya conocen el programa porque también se desarrollaba en los colegios de los que proceden. Es el caso de Hajar, de 14 años. La alumna detalla que le gustan mucho estas sesiones porque pueden fusionar la música con el arte. Reconoce que al principio tenía un poco de timidez pero que la ha vencido porque le aportan mucho estas clases en las que pueden relajarse, no hay libros y se divierten al tiempo que aprenden casi sin darse cuenta.
En el grupo de Huzman, de 16 años y alumno de 4º, se trabajan los contenidos audiovisuales y la fotografía, a través de los cuales ha podido conocer también la cultura del rap y el arte callejero. Destaca que se trabaja en equipo y que se trata de “una hora para relajarse”.
Pero no solo eso. También se aprende y se habla de problemas actuales de la realidad de Melilla como, por ejemplo, la frontera y el racismo, entre otros, según apunta María León, profesora de Dibujo. La docente explica que con los alumnos de 3º se está trabajando la danza, la expresión corporal y la plástica, y con los de 4º, los contendos audiovisuales.
El coordinador del programa Mus-e en el IES Rusadir recuerda las características del alumnado de este centro, procedente de tres barriadas de Melilla en los que la mayoría de familias sufren graves problemas económicos y elevados índices de paro.
Ahmed concreta que el 98% de los estudiantes son de la etnia Amazight y de religion musulmana, aunque también hay algunos alumnos procedentes de familias mixtas y otros que pertenecen a la cultura gitana.
Señala que esto conlleva muchas dificultades, sobre todo por el retraso de algunos alumnos en la lengua porque, en muchos de los casos, sus padres ni siquiera saben castellano. “El centro ha cambiado muchísimo. Trabajamos para que estos niños tengan un futuro y puedan seguir estudiando después”, indica. De hecho, destaca los buenos resultados obtenidos por muchos estudiantes del centro en los exámenes de selectividad.
Franceso Bondanini, uno de los artistas que participan en el programa Mus-e, señala que las actividades que desarrollan en estas sesiones son diferentes a las del resto de clases. El objetivo es centrarse más en la expresión corporal y abrir el debate entre los alumnos, favoreciendo el trabajo en equipo y la cooperación y ayudándolos a crear pequeñas obras.
Para el profesor de Música Carlos Gómez de Avellaneda, uno de los puntos más interesantes de este programa es que ayuda a suplir, en el marco educativo actual, la escasez de horas lectivas que se dedican a materias como la Música o la Educación Plástica que, a su juicio, no tendrían apenas cabida en los centros si no fuera por este programa: “Los alumnos casi no tendrían acceso a las disciplinas artísticas que son las que en realidad nos humanizan. Si queremos formar seres humanos, Mus-e es la vía”.
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