Es lo que tiene la Tuna, que une a la gente por cualquier motivo. Bueno, en este caso se trataba de festejar el cumpleaños de Juanmi Lucas. No diremos cuántos tacos le cayeron porque vive el pobre ese momento ecuatoriano en el que no se debe hablar más de la cuenta, mucho menos confesar la edad. Pero es feliz el mayor de los hermanos Lucas, como feliz es su padre, sus hermanos y sus mejores amigos, ‘los tunos’. ‘Cueva de Tuna’, mediodía del sábado, 19 de febrero de 2011. Comienzan los preparativos de la comida en honor de Juan Miguel, también comienzan los preparativos para la degustación de caldos posteriores y las correspondientes actuaciones artísticas a base de karaoke de lujo con verdaderos genios de la interpretación.
Juanmi estaba como un chavalote con zapatos nuevos. Sus mejores amigos estaban allí. Su compañero en la Dirección de la Tuna de Empresariales, Quincho Díaz no podía faltar, como no faltaron Raúl Belmonte, Pepe, Napo, José Luis Arrarás, Sebastián Alarcón, Miguel Lence, Paco Díaz, en fin, todos y todas quienes le quieren y comparten momentos inolvidales en torno a un par de tapas y un par de copas... o tres. Lo que tiene la Tuna es que engancha y elimina barreras porque en ese conjunto humano se caen los colores políticos, las filosofías sociales y hasta las posiciones económicas. Todos son iguales ante la ley, la ley de la trova, la ley de España, la ley de las buenas personas y la ley de la música bien entendida.
Esta gente vive esos momentos mágicos en el Tesorillo Chico desde que hace cuatro años Juan Miguel Lucas –padre– dispusiera un enorme garaje para que la Tuna tuviera sede social. No, no, éstos no son de pedir sede asociativa, sino de buscarse la vida y montar el tenderete. Hermoso tenderete. Las veladas son tan interminables como inolvidables y caben todos: mayores, menores, niños, lo que haga falta porque el espíritu corporativo no entiende de edades ni de opiniones. Las capas de tuno cubren a todos. Con las cintas de esas capas se consiguen cosas que las intolerancias del ser humano no entienden. Amistad por la vía de la música.
Creo –estoy convencido– que Maese Tato Sarmiento se lo pasó, en el Cielo, exactamente igual de bien que sus compañeros cucarachiles en la tierra. Siempre que la Tuna de Empresariales de Melilla celebra algo, el contorno humano de Tato está presente. De vez en cuando, los tunos miran a las nubes y saludan a Tato y esa mirada perdida les estimula, les invita a seguir celebrando lo que sea. Nadie lo puede olvidar cantando, pongamos por caso, la Bikina. Feliz cumpleaños, Juanmi.
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