Todos somos ciudadanos

En estos días, tal y como he comentado en anteriores ocasiones, han existido muchas voces silenciadas de nombres y apellidos que no han estado de acuerdo con las opiniones que he vertido en relación con la situación de la CEME y las elecciones que deben convocar nuevamente.

Pero no es sobre las elecciones sobre lo que quiero hablar en estos momentos, ya habrá tiempo cuando conozcamos los resultados de las mismas, sino sobre esos comentarios que me han atribuido y que quedan muy lejos de mi intención.

Hay quien ha dicho que entiendo que los empresarios son ciudadanos de segunda que no tienen derecho a expresar sus opiniones sobre temas como la educación o la sanidad. Nada más lejos de mi intención, sino que la famosa Plataforma debería tener, desde luego, otras prioridades mucho más importantes.

Porque del decálogo que enviaron a los medios de comunicación a los asuntos que expresaron en la concentración del pasado martes hay, desde luego, un verdadero abismo. En uno de los anteriores artículos expresé que me parecía estupendo que reivindicaran temas como los problemas que encuentran los ciudadanos de Nador que vienen a gastarse su dinero en Melilla, que expresaran su opinión sobre el gran número de parados que existen en la ciudad y la falta de salidas para los más jóvenes o el cierre de la aduana comercial. En ese sentido fueron sus reivindicaciones en la concentración que efectuaron ante la Delegación del Gobierno.

Con la que está cayendo, tanto dentro como fuera, desde mi punto de vista, no es nada lógico que hablen de cuestiones que tienen otros cauces, seguramente más políticos, como son la sanidad o la educación. Porque si no solucionamos los graves problemas de la economía melillense buscando nuevos nichos de actuaciones, poco importarán si hay listas de espera mayores o menores en la sanidad o si las ratios son altas o bajas en los distintos centros escolares.

Si el deseo de alguien es enfrentarme a una parte de la clase empresarial melillense, diciendo que he pretendido considerarles como ciudadanos de segunda, han pinchado en hueso. Porque entiendo que la clase empresarial de Melilla, todos y cada uno de los ciudadanos que aportan su dinero para la creación de empleo y riqueza, son un elemento no solamente dinamizador sino absolutamente necesario. Y no son ciudadanos de segunda, ni de primera, son ciudadanos en igualdad con el resto de los habitantes de nuestra ciudad.

Por tanto, más valdría que quienes juegan a ser algo sin ser nada en la práctica, gastaran su fuerza no solamente en estar presentes en las concentraciones, sino también en no ser ideólogos a muchos kilómetros de distancia. Porque en Melilla o todos reman en la misma dirección o al final la historia pedirá explicaciones.

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