Decía la semana pasada, hablando de las lecciones de la historia vinculadas a los acontecimientos militares de nuestro pasado, que siempre he creído que las sociedades avanzadas y las personas inteligentes aprovechan las experiencias pasadas, por ellas o por otros, como plataforma sobre la que proyectarse hacia el futuro de la manera más ventajosa posible. En todos los casos para que el futuro sea mejor. Nunca me ha parecido razonable utilizar el pasado para hacer que el presente se apoye sobre la confrontación y sobre el mantenimiento de desencuentros nunca superados, para que, en definitiva, sea peor.
Decía el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que quien olvida su historia está condenado a repetirla. En mi opinión, sucede lo mismo con quien se obstina en reescribirla descontextualizándola, es decir obviando intencionadamente muchos de los matices que hicieron que los acontecimientos se produjeran de una manera y no de otra. Es decir, el contexto.
Tenemos nuevo Ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, don Félix Bolaños García, nacido en Madrid el 17 de diciembre 1975. Durante su toma de posesión el pasado 12 de julio, su predecesora, doña Carmen Calvo Poyato le hizo traspaso de las competencias atribuidas a su Ministerio, así como de los asuntos pendientes en el mismo. Entre ellos, aquél al que la Ex-Vicepresidenta calificó como “un tesoro”, que no es otro que la denominada Ley de Memoria Democrática. El nuevo Ministro se concedió una semana de prórroga y trajo el anteproyecto de la mencionada Ley al segundo Consejo de Ministros al que ha asistido, el de este pasado martes.
En la rueda de prensa posterior a dicho Consejo de Ministros, el nuevo titular de la cartera manifestó que ninguna fuerza democrática puede tener nada que objetar al texto presentado. Mal empezamos. Cualquier fuerza democrática puede objetar lo que estime oportuno en el ejercicio de sus responsabilidades ante cualquier texto presentado por el Gobierno a las Cortes. Nuevo tic totalitario de un nuevo miembro del Gobierno. El que me lleve la contraria es que no es demócrata. Y de ahí, lógicamente, a la interpretación única y maniquea de nuestra historia con la que la izquierda quiere que todos comulguemos.
Circula desde hace años en las redes un vídeo de un programa televisivo en el que intervino uno de los más célebres escultores del Valle de los Caídos, construcción en la que se centra muy especialmente este anteproyecto de Ley. Se trataba de Juan de Ávalos y Taborda, desgraciadamente ya fallecido en 2006. En dicho programa, el artista, menciona su condición de desafecto al régimen, pero reivindica por ello su derecho a pedir de una vez la superación y el dejar de hacer de la guerra civil un objeto de debate político en la realidad española del momento en el que se produjo el programa, en torno a los años 90 del siglo pasado. Supongo que, a día de hoy, le produciría un rechazo aún mayor del que le producía entonces. Para los que no lo conozcan, les recomiendo su visionado. https://www.youtube.com/watch?v=hliQBFyL0V8
Una de las personas inhumadas en el Valle de los Caídos de la que se ha hablado estos días por ocupar su tumba un lugar preferente en el interior del monumento, es la de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, detenido meses antes del comienzo de la guerra civil y fusilado el 20 de noviembre de 1936 en Alicante. En su testamento, escrito dos días antes, el 18 de noviembre, dejó escrita una frase que siempre ha actuado sobre mi conciencia como recordatorio de la necesidad imperiosa de hacer todos los esfuerzos posibles para que, tal como se acordó en nuestra Transición, España no volviera a recorrer jamás el camino de la discordia civil. La frase recogida en su testamento decía: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia.”
He dedicado mi vida profesional y el conjunto de mis aspiraciones personales permanentes a trabajar por garantizar la paz de los españoles como requisito previo para avanzar en su bienestar material. Para ello, considero imprescindible superar como hermanos los desencuentros del pasado en los que nunca debimos caer y que, por supuesto, nunca jamás debemos volver a reverdecer. Contemplo con especial desazón lo que considero una muestra de irresponsabilidad por parte del Gobierno de la nación que viene a abundar en los motivos de nuestros desencuentros históricos en una suerte de revancha de media España contra la otra media, como diciendo: ahora nos toca a nosotros. Los que así actúan, en mi opinión, no han entendido nada.
Se impone, una vez más, la necesidad de un cambio radical en la actitud de nuestros responsables políticos que sustituya, de una vez por todas, el odio por la concordia.
Aprovechando la festividad, en el día de hoy, del Apóstol Santiago, Patrón de España, aprovecho para encomendar nuestra Patria a su santa protección y rogarle que este nuevo intento de despertar viejas heridas entre compatriotas y hermanos no pase de ser otra cosa más que “el tesoro” de Doña Carmen.
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