La temperatura del mar Mediterráneo ha batido su récord este 2024 al alcanzar la superficie los 28,9 grados de media diaria. Sucedió el pasado 15 de agosto, superando incluso a la temperatura máxima histórica registrada en el verano de 2023. En aquel entonces, la marca fue de 28,71 grados, tal y como indicó Justino Martínez, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona y del instituto catalán ICATMAR.
Concretamente, fue en la costa de El-Arish en Egipto. Se trata de cifras preliminares basadas en el servicio marítimo del observatorio europeo Copernicus, que ofrece datos desde el año 1982 y que Martínez asegura que deben ser tomadas con precaución.
En Melilla, el coordinador de la asociación Guelaya Ecologistas en Acción, Manuel Tapia, ha lanzado un aviso sobre la situación crítica del mar Mediterráneo y sus posibles consecuencias no solo a nivel global sino concretamente en nuestra ciudad.
Remarca Tapia que esta circunstancia preocupa especialmente porque el Mediterráneo es un brazo de mar estrecho y las consecuencias del calentamiento se trasladan de forma más rápida a sus costas, densamente pobladas.
En este sentido, explica que cuando se empezaron a estudiar las posibles consecuencias futuras del aumento de temperaturas en la costa mediterránea, uno de los factores que más preocupaban era el efecto en el turismo por ser el motor económico de gran parte de las comunidades costeras, pero por desgracia ante el aumento desbocado de estas temperaturas, la comunidad científica está empezando a poner el acento en consecuencias mucho más graves que ponen en cuestión la habitabilidad de estas zonas en el futuro si no empezamos a tomar medidas drásticas para frenar el cambio climático.
Sobre esta cuestión, ha recordado que hace poco tiempo Guelaya trajo a Melilla al periodista y escritor Juan Bordera, una persona clave dentro del activismo ambiental contra el cambio climático, junto con otras como Antonio Turiel o Fernando Valladares.
Según ha apuntado, fue justo durante su estancia en Melilla cuando recibió la información de la temperatura récord que se había medido en el Atlántico Norte.
"Durante su conferencia pudimos conocer los posibles factores que han confluido para este aumento (el Niño, la prohibición de aerosoles en el combustible...) y las graves consecuencias que esto puede acarrear en cuanto a las corrientes oceánicas, vitales para la estabilidad del clima mundial y por tanto para toda la humanidad", señala.
En lo que se refiere a Melilla, el activista hace hincapié en que este problema no es ajeno a nuestra ciudad. Destaca la temperatura récord que la boya más cercana a nuestro litoral de la Red Costera de medidores detectó en julio de 2023 y que es la más alta hasta ahora, alcanzando entonces los 30,6 grados.
"Esto nos recuerda que nuestra ciudad no está fuera del alcance de esta amenaza, aunque la administración local parece ignorarlo a tenor de la política ambiental que practica", subraya para añadir que "el temporal de hace algunas semanas en Mallorca, con una virulencia cercana a los huracanes tropicales, debe recordarnos que no estamos exentos de sufrir las consecuencias del cambio climático a corto plazo".
¿Pero qué consecuencias concretas puede acarrear este aumento de la temperatura marina en nuestras costas? Tal y como detalla Manuel Tapia, ejemplos dede consecuencias a medio y largo plazo son las afecciones a ecosistemas marinos claves como las praderas de Posidonia, que ya comienzan a dar señales de estrés por el aumento de la temperatura del agua.
"Recordemos que estas praderas actúan como bosques submarinos que capturan CO2, son una fuente de oxígeno y además hacen de guarderías para muchas especies de peces", advierte.
Asimismo, también pone el acento en la proliferación de medusas, ya que la temperatura del agua es una de las causas de su explosión demográfica, que puede ser un problema mucho más grave que el actual y termine afectando también a la pesca.
"Hay consenso científico en que la situación es de auténtica emergencia, y la comunidad científica internacional, con el IPCC a la cabeza, está más que preocupada, aterrada con la inacción de los gobiernos. La ONU ha intentado imponer la sensatez con varios ultimátum para movilizar a las élites políticas, pero una y otra vez su autoridad está siendo desafiada por una miopía inexplicable de dichas élites, que aún tienen en su mano la solución para revertir el cambio climático y asegurar el futuro del planeta", remarca el coordinador de Guelaya.
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