El veinticinco de este mes, en el Teatro Campoamor de Oviedo, enmarcado dentro de un solemne acto académico, se entregará el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2024 a Marjane Satrapi (1969 Rasht, Irán). Reconocen en ella su talento para reinventar las relaciones entre arte y comunicación.
Reconocen en la galardonada ser un símbolo del compromiso cívico liderado por las mujeres y una de las personas más influyentes en el diálogo entre culturas y generaciones. Satrapi es descendiente directa de la dinastía Kayar, de origen turco, que reinó en Persia desde 1781. Su bisabuelo, Ahmad Shah, fue el último de esta dinastía en reinar, depuesto por Reza Pahlavi en 1925. No ha ganado el premio por sus ilustres orígenes, pero somos quienes somos porque nacimos en un país concreto, en el seno de una familia concreta y en un momento histórico también concreto. Después viene el capítulo de lo que hacemos con nuestra libertad: la historietista, directora de cine y pintora de origen iraní, Satrapi, es una voz esencial en la defensa de los derechos humanos y de la libertad.
Los objetivos de la Fundación Princesa de Asturias son contribuir a la exaltación y promoción de cuantos valores científicos, culturales y humanísticos son patrimonio universal y consolidar los vínculos existentes entre el Principado de Asturias y el título que tradicionalmente ostentan los herederos de la Corona de España. El Faro de Melilla entrevista a Josefa Paredes, periodista y colaboradora de la revista Miradas de Cine. Para Paredes, el poder comunicativo de la iraní radica en los contrastes: la arbitrariedad y el autoritarismo del integrismo islámico y el sentido del humor, así como la gran fuerza visual que impregna la obra Persépolis.
-Marjani Satrapi, premio Princesa de Asturias a la Comunicación y Humanidades. ¿Cree que es un premio merecido?
-En mi opinión, absolutamente. Con su obra, fundamentalmente con el comic Persépolis y su adaptación al cine, Satrapi dio a conocer a millones de personas el impacto de la revolución islámica en Irán sobre la vida cotidiana de sus ciudadanos, particularmente en las mujeres y las niñas. El libro ha configurado durante décadas la visión de muchos occidentales respecto a la realidad del integrismo islámico que, desgraciadamente, sigue vigente. Ha vendido millones de ejemplares y se ha traducido a más de una veintena de idiomas, es un auténtico fenómeno cultural. Sus viñetas tienen más poder comunicativo que decenas de crónicas en los telediarios.
-Usted la entrevistó en una ocasión. Las personas que vemos en vivo y en directo nos producen sensaciones. ¿Cuál fue la que usted percibió cuando se encontró frente a ella?
-La entrevisté hace muchos años, cuando acudió a la Seminci de Valladolid para presentar Persépolis, la película que dirigió con Vincent Paronnaud sobre su propia novela gráfica. Me pareció una mujer muy segura de sí misma, franca, que disfrutaba siendo políticamente incorrecta. Fue un placer y un privilegio hablar con ella, sinceramente. Me lo pasé muy bien.
-Persépolis, una novela gráfica donde nos cuenta su vida, la hizo famosa, mundialmente conocida. Después llegaría su adaptación cinematográfica y el premio de Jurado del festival de Cannes y más premios... ¿Por qué cree que esta obra impactó y gustó tanto?
-Persépolis en realidad no es un comic sino cuatro, que componen la novela gráfica en la que Satrapi narra desde su infancia en el Irán de los ayatolás hasta su exilio en Europa, donde sus padres la enviaron cuando apenas era una adolescente y donde después se expatrió definitivamente, ya adulta. En mi opinión, su poder comunicativo radica en los contrastes. Tiene mucha fuerza visual, en un expresivo blanco y negro de formas depuradísimas y esquemáticas. Pero el contraste más poderoso de todos es el del horror, la arbitrariedad y el autoritarismo del integrismo islámico y el sentido del humor que impregna toda la obra y que derrochan sus protagonistas, particularmente femeninas. Además, Satrapi es tan inteligente como para no pintarse siempre bien en el retrato que hace de sí misma. Eso es muy potente, la honestidad lo es.
-¿Por qué cree usted que utilizó el blanco y negro para este cómic? ¿Qué se cuenta en la historieta?
-El blanco y negro, según me explicó ella misma, pudo ser en un principio una opción económicamente lógica para una historietista independiente como ella. Aunque, después, esa estética expresionista de formas sencillas y depuradísimas le permite, entre otras cosas, exponer con elegancia el contraste con el que juega todo el rato y además abordar la violencia sin hacerla demasiado explícita: “Si lo hubiera dibujado en color -dijo en alguna ocasión- las viñetas estarían llenas de sangre”.
-Ella siente esa necesidad de contarnos su vida para transmitirnos a través de sus experiencias que se puede tener un mundo más justo...
-Sinceramente, no creo que ningún artista que de verdad lo sea, se lo plantee en términos tan grandilocuentes. Según me explicó en su día, el comic nació de un cierto sentimiento de deuda con la historia de su país. “Si tengo medios de narrar y cosas que decir y no lo hago, no estoy cumpliendo con mi deber. No creo en el cambio como algo colectivo o de masas. Me aburre esa idea. Pero sí en el individuo. El individuo es lo más universal que existe, la base de la democracia y la libertad», me dijo. El éxito de su historia personal como niña y adolescente, no solo en cuanto a difusión sino en la impronta dejada en millones de personas, demuestra que tiene razón.
-Personalmente, ¿qué le parece esta novela gráfica? Se busca en esta obra un mundo más integrador...
-Me parece magnífica y, como decía antes, no creo que buscara deliberadamente nada por el estilo, más allá de narrar la situación de Irán desde su experiencia personal y familiar. Al hacerlo aborda temas universales, como qué significa ser considerado un extranjero -tanto fuera como en tu propio país-, o cómo conservar la libertad y la integridad bajo las peores circunstancias. Es cierto que aceptó convertir la novela en película (con Chiara Mastroiani, Catherine Deneuve y Danielle Darrieux, nada menos) para darle más difusión, pero no plantea su historia con intención política -aunque inevitablemente tenga esa dimensión- sino artística. Su obra plantea muchas preguntas y no exime a occidente donde, de otra forma, suceden algunas cosas parecidas.
-El retrato de Madame Curie... ¿Por qué cree usted que Marjane Satrapi elige (entre todas) esta figura femenina?
-Marie Curie es uno de los ídolos de Satrapi desde niña. Su historia -la de una mujer brillante, exiliada, no especialmente simpática- permite a Satrapi abordar muchos temas importantes para ella. Aunque la película tiene algunos puntos fuertes (la interpretación de su actriz principal y ciertos puntos de vista) creo que el mejor trabajo artístico de Satrapi se encuentra en sus propias historias gráficas (Persépolis, Bordados, Pollo con ciruelas), tanto en el comic como en el cine, y no tanto en la dirección de otras.
-"Reinventa la relación entre arte y comunicación", anunció el jurado Princesa de Asturias. ¿Está de acuerdo?
-No sé si lo reinventa. En su mismo ámbito hay otras obras como Maus, de Art Spiegelman, -con la que Persépolis tiene mucho en común- que tienen ese mismo efecto si de lo que hablamos es de trasladar al gran público, desde la experiencia individual o personal, hechos políticos e históricos usando la historieta. Es cierto que ella es una de las que más difusión han logrado, y que obras similares que han usado el comic como vehículo se han multiplicado después. El mérito de Satrapi es haberlo hecho tan bien, pero en mi opinión no reinventa esa relación, ni es necesario. ¿Qué obra de arte no comunica? Incluso si hablamos únicamente de contextos históricos narrados por mujeres desde la propia experiencia, los ejemplos son interminables: desde Anna Frank, pasando por Natalia Ginzburg, hasta la propia Nobel Annie Ernaux.
-Mujer vida y libertad, es su último cómic publicado, donde plasma las revueltas en Irán desde el 2022, después del asesinato de Masha Amini (parece que no llevaba bien colocado el velo).
-Mujer vida y libertad toma su título del movimiento feminista surgido tras el asesinato de Masha Amini a manos de la llamada policía de la moral, que la mató a golpes en 2022 por, efectivamente, llevar “mal puesto” el velo. Satrapi dirige un libro que se forma como proyecto colectivo y en el que participan politólogos, historiadores, periodistas, y 17 artistas como Joan Sfar o Paco Roca. Aun no lo he leído, pero solo por Sfar, Roca y Satrapi ya sé que sin duda merecerá la pena.
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