Apenas un 0,57% de los españoles, solo 265.303 personas, había registrado hasta el pasado mes de octubre su testamento vital o voluntades anticipadas, el documento que recoge las instrucciones sobre cómo se quiere ser tratado al final de su vida o cuando no esté en condiciones de decidirlo. En el caso de Melilla y Ceuta, las dos ciudades sumaban un total de 139 declarantes, lo que supone un porcentaje del 0,081%.
Los datos, que constan en el Registro Nacional de Instrucciones Previas del Ministerio de Sanidad, los ha hecho públicos la Fundación Edad&Vida con motivo del lanzamiento de una campaña, junto con la Fundación Mémora, para “sensibilizar” a la población sobre la importancia de este documento.
Según explicó la directora general de la Fundación Edad&Vida, María José Abraham, el 50% de las personas mayores de edad que han registrado sus últimas voluntades es mayor de 65 años y solo un 16 % de los españoles de entre 31 y 50 años ha hecho testamento vital.
El director de Relaciones Internacionales de la Fundación Mémora, Fernando Sánchez, apuntó que el desconocimiento de la existencia de este documento, que permite designar a un representante o sustituto que actúe como interlocutor ante el médico si la persona está impedida, es uno de los motivos por los que hay tan baja inscripción de testamentos vitales.
Sánchez apeló “a la responsabilidad de las administraciones” para concienciar a la población con el fin de que más gente deje por escrito sus últimas voluntades.
Según los datos del registro a octubre de 2018, las comunidades autónomas con más registros de testamentos vitales por cada mil habitantes son Navarra, con una tasa del 10,87, el País Vasco (10,64) y Cataluña (10,01), mientras que las que tienen menores registros son Melilla y Ceuta Melilla (un 0,81), Extremadura (1,70) y Murcia, con 2,96 testamentos.
Desde 2013, fecha en la que se hizo la primera compilación de datos, apenas ha habido un incremento del 10% en personas que han redactado sus últimas voluntades vitales, que Sánchez atribuyó al “desconocimiento y a la sensación que no nos va a pasar nada”.
Cada comunidad gestiona el registro de testamentos de manera independiente, lo que implica que en cada una se haya asignado un nombre distinto. También el procedimiento y modelo de este documento es diferente, aunque una vez redactadas las voluntades se integran en un mismo registro, en el de Instrucciones Previa.
Según Sánchez, la variación en los nombres para referirse al testamento vital ha comportado confusión y ha provocado que sea incluso menos conocido; además, también añadió que en España la muerte “sigue siendo un tema tabú, del cual todavía no se habla con normalidad”.
Comparado con otros países de Europa, España se encuentra en una posición baja en cuanto al número de personas que registran las voluntades, sobre todo en comparación con los países nórdicos.
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