Es cierto que el panorama político español cambió con la llegada de nuevos partidos, como Ciudadanos y Podemos, al principio, y Vox un poco más tarde. Sin embargo, en las elecciones generales del domingo vimos de nuevo el dominio de la vieja guardia: PP y PSOE.
Vox perdió 19 diputados, los 33 de Unidas Podemos (que llegó a a alcanzar los 42 y superó la cincuentena ampliamente con sus confluencias en 2015) se han quedado en 31 a pesar de englobar a otras formaciones bajo el nombre de Sumar. Ciudadanos, que obtuvo 40 escaños entonces, ha perdido fuelle hasta convertirse en un partido residual, hasta el punto de que ni siquiera ha concurrido a las últimas elecciones.
El PP ha ganado los comicios, está claro, pero la suma con Vox no le da los suficientes votos, pues se quedan con 169. Tampoco lo hace la suma entre PSOE y Sumar, que ni siquiera con sus socios de esta legislatura, como ERC, EH Bildu y el PNV llegaría la mayoría absoluta, pues se quedarían con 171 diputados.
Los votos del BNG, Coalición Canaria y UPN tampoco darían a ninguno de los dos bloques la mayoría absoluta -que, recordemos, está situada en 176 escaños-. La clave, como tantas otras veces durante el bipartidismo PP-PSOE y, en general, como durante toda la democracia, vuelve a estar en manos de los independentistas catalanes de Junts, herederos de la CiU de Jordi Pujol. Éstos ya han avisado de que no darán su apoyo a cambio de nada y siguen insistiendo en un referéndum de autodeterminación.
Por otra parte, en España, desde 1978, siempre ha gobernado el partido más votado, lo cual se rompería en esta ocasión si finalmente fuera investido nuevamente Pedro Sánchez.
Pero, ante las exigencias de los catalanes, ayer el vicesecretario general de Organización del PP, Miguel Tellado, ya sugirió que los socialistas podrían abstenerse para que gobierne la lista con más apoyos y, además, sin depender de apoyos de independentistas.
¿Y Melilla? El PP ha referendado claramente la mayoría que ya obtuvo en las elecciones autonómicas y locales. Los ciudadanos han mostrado su rechazo a las políticaas del Gobierno de estos últimos cuatro años y, de los dos partidos que conformaban el Ejecutivo, tanto en aquella votación como en la más reciente, el más perjudicado ha sido Coalición por Melilla.
No hubo declaraciones el domingo por parte de sus dirigentes, a quienes, a la espera del resultado del recurso sobre las elecciones del 28 de mayo, les conviene hacer una profunda reflexión política.
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