Opinión

Sin novedad en las encuestas

Si en algo se parecen las viejas estrategias bélicas al actual panorama electoral son las encuestas. Nunca antes la opinión pública había estado tan pendiente de la demoscopia como en los últimos comicios. Sondeos que ya se regían por la lógica del mercado, con más casas encuestadoras en el tablero demoscópico que nunca. Como revela Tezanos en un artículo publicado la revista Temas para el Debate, “durante la última campaña electoral llegaron a publicarse más de cien encuestas, encuestillas y pseudo paneles de opinión”. La gran mayoría desde “planteamientos estratégicos e ideológicos”, “amén de intimidar, apabullar y desanimar a los adversarios”, “algo que está muy lejos de los criterios de probabilidad y los márgenes teóricos de error propios de las ciencias sociales”.

Tezanos en su artículo compara la fiebre demoscópica con “artes adivinatorias” y “casas de apuestas”, “ni los numerólogos de afición, ni los sociólogos de ocasión han hecho el más mínimo esfuerzo por intentar algún debate metodológico con fundamentación científica para dilucidar las razones o hipótesis por las que los datos de las encuestas del CIS y sus estimaciones de voto se han diferenciado tanto de las centenares de encuestas que se han publicado continuamente”. El caso es que, con tal de alcanzar el objetivo, más bélico que electoral, la cortina de humo de los sondeos no logró su principal alcance, desanimar al electorado progresista. Todo lo contrario, en la batalla comunicativa, la percepción de que tu adversario será el ganador puede provocar el efecto contrario y activarlos aún más.

La proyección del desánimo tenía que ser tan ilusoria como abrumadora, por eso Tezanos lo describe como “belicosidad demoscópica”. “Se han creado nuevas empresas demoscópicas, poniendo al frente como líderes a personas que a veces no son sociólogos y ni siquiera han cursado estudios de esta disciplina, sino a militares de carrera”… “Además, ciertos grupos económicos y de presión han comprado durante los últimos años varias firmas del sector, tanto de multinacionales acreditadas, como de profesionales que las habían puesto en marcha alcanzando merecido prestigio”. Todo un esfuerzo de la derecha que, si bien logró triunfar en las Elecciones Municipales y Autonómicas del 28M, se ha quedado a medio fuelle en las Generales del 23J, con una victoria poco calculada de la mayoría parlamentaria progresista entorno a Sánchez, única opción real de investidura.

Llegados a este punto, el descrédito de la profesión está servida. Nunca la sociología política había tenido tanta relevancia y peso, tanto electoral como mediática, pero a costa de mercantilizar con efectos espurios una ciencia que se resiste a ser desprestigiada por la estrategia militarista de tierra quemada de acabar con el adversario. Resistencia protagonizada por el mal llamado “CIS de Tezanos” y, por supuesto, la Academia, por muchos males que ambas instituciones públicas puedan arrastrar internamente. Sirva este humilde artículo como tributo a una disciplina tan necesaria como apasionante, y al héroe de la última contienda electoral, sufridor del mayor de los ataques a su persona y, por ende, al instituto público que representa, José Félix Tezanos.

Por cierto, el “consenso demoscópico” no se aventura ya a darle al PP mayoría absoluta en el hipotético escenario de repetición de elecciones, ni siquiera sumando a Vox, UPN o Coalición Canaria. Ningún numerólogo adivinador de resultados electorales se atreve a estampar su firma en lo que ya saben que es más un ejercicio de estimación electoral, por mucho que quieran hacernos percibir otra cosa y manipular nuestros ánimos para votar.

A estas alturas, también a los progresistas de este país no nos queda otra que estar preparados y seguir curtiéndonos ante una derecha cada vez más agresiva que, sin complejos, vuelve a hacer suya la célebre frase de Fraga en los estertores del franquismo, “la calle es mía”. Sumamos a las manifestaciones, los ya tradicionales abucheos al Presidente del Gobierno en los insignes festejos del Día de la Hispanidad. Ni constitucionales con la investidura propuesta por el Rey, ni institucionales con la celebración más emblemática de la nación que dicen venerar. Solo les merece respeto ganar, aunque sea desprestigiando a los símbolos del país y a las instituciones públicas, como el CIS, organismo que viene desarrollando su labor desde 1976. Mismo año en el que Fraga clamaba su célebre frase, oponiéndose a la celebración sindical del primero de mayo. Fechas que usaban ya en las postrimerías de la democracia jugando con la esperanza de futuro de todo un país y reminiscencias de un pasado que aún a día de hoy se resiste a claudicar.

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