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Sin novedad en Casa del Gobernador

El yacimiento del Gobernador está exclusivizado por el Instituto de las Culturas del Mediterráneo (ICM), una entidad opaca creada “ad hoc” y que sólo sirve para detraer fondos de la Consejería de Cultura en una única dirección, la de sus creadores. Las subvenciones son concedidas para supuestas excavaciones –debería decirse “la excavación” porque es la misma desde el año 2001– y para la edición de publicaciones cuyos autores son también los componentes del citado Instituto o de miembros afines.
El presente año, “la excavación” ha recibido 18.000 euros, mientras que un trabajo de los morabitos del cabo Tres Forcas ha sido subvencionado con 20.000 y será redactado por una de las compones del equipo de excavaciones de la ciudad de Melilla.
Otra  edición inspirada y auspiciada por el Instituto de Las Culturas del Mediterráneo fue un catálogo de las posiciones militares en el Rif, trabajo que fue dotado con 24.000 euros –casi todos los trabajos tienen siempre alguna vinculación con el Ministerio de Defensa–.
Hay también un trabajo anterior que fue coeditado con la Fundación Melilla Monumental y que consistía en un catálogo de monumentos y placas de Melilla y cuyo coste se acercó también a los 20.000 euros.                     
              
El yacimiento del Gobernador
        
La situación en el Gobernador es de descomposición del yacimiento, abierto en 2001, paralizado entre 2005 y 2008 y reabierto el año pasado. Esta situación va contra toda norma arqueológica, que aconseja resolver –excavar– totalmente un yacimiento en un plazo máximo de cinco años. Esto serviría para las parcelas grandes, pero una tan pequeña como la que se excava en Melilla tendría que haber estado completada y finalizada ya hace años.
           En Ceuta –Fernando Villada y José Manuel Hita– han excavado todo el área del Pasaje Fernández –diez veces el del Gobernador– y han puesto en valor un espacio urbano de la Ceuta Almohade, con el oratorio musulmán más antiguo de España, en apenas dos años. En Ceuta divulgan constantemente los hallazgos y hacen partícipes a los ciudadanos de cualquier descubrimiento –El Faro de Ceuta 16/09/2010–, incluso forman peones arqueológicos con carácter voluntario. Las catas arqueológicas de Ceuta se comunican previamente y los hallazgos de los sondeos se divulgan en cuanto se conocen. En Melilla, de existir, son secretas, tanto los emplazamientos de éstas como los resultados.
¿Tiene capacidad y solvencia técnica el ICM para acometer la excavación del Gobernador? La respuesta es un no rotundo y los resultados saltan a la vista. El tener un yacimiento permanentemente abierto a los agentes ambientales sólo significa deterioro, erosión y dejar crecer la vegetación, como es el caso, y supone que la vegetación  y otros elementos zoológicos contemporáneos contaminen los de épocas pasadas, anulando cualquier análisis posterior y futuro.
         Decir que el ICM no tiene capacidad ni solvencia técnica para seguir al frente de éste yacimiento no supone arrojar la menor duda sobre les tres técnicos arqueólogos que tiene contratados esta entidad –aunque su labor suele ser sólo consultiva y no son ellos los que deciden qué se excava y qué no–.
       La situación actual del Gobernador es la de colapso, pues en la actual campaña veraniega de excavación –esto va también contra la norma arqueológica que aconseja excavar durante todo el año–, se han obtenido otros 20.000 nuevos restos cerámicos y mobiliares que se añaden a los 200.000 ya existentes desde el inicio de las excavaciones en 2001 y eso que muchos de estos últimos deben estar ya inidentificables dadas las pésimas condiciones en las que se conservaron durante diez años y de esa desastrosa gestión y conservación sí puede responsabilizarse al ICM, pues ellos estaban a cargo de todo desde hace al menos seis años.
Son  muchas las cosas que van en Melilla contra toda norma arqueológica. Si se compara la lamentable situación de este yacimiento con la de cualquier otro en España, las diferencias saltan a la vista por decenas. Las principales serían que todos, desde los más importantes –Medina Elvira, Medina Zahara– hasta los más pequeños –Onda, Almería– están tutelados por las propias comunidades y por el Ministerio de Cultura. Ninguno está entregado a entidad como el ICM que lo patrimonializa, oculta y dosifica.
 Todos cuentan con páginas webs, con difusión tanto especializada como divulgativa, con formación de voluntarios de excavaciones y la de becarios arqueológicos. Todos tienen Plan Director, cuentan con un arqueólogo jefe y varios de áreas distintas, equipos multidisciplinares y promueven investigaciones de diverso tipo sobre los yacimientos y captan fondos tanto de administraciones públicas como de entidades privadas. Y todos están protegidos por Decretos de catalogación de Bienes de Interés Cultural.
En Melilla, el verdadero “dueño” del yacimiento afirma que está prohibida la entrada o las visitas a personas ajenas –osea toda Melilla– a la nomenclatura reinante. Realmente se podría calificar como un coto privado.
Se oculta absolutamente todo y toda la información tiene un filtro censor. La escasísima información que se emite está adulterada y no tiene valor alguno.
Es un yacimiento sin futuro, con destrucción de información por haber eliminado las capas que comprendían del siglo VIII al XVIII, del que se podrían hacer hasta objeciones metodológicas y que de seguir así, se perderá irremediablemente y que paradójicamente, pese a que lo que se busca es la mítica Russadir, el mayor índice de restos aportados –hasta el 60 por ciento– pertenece a lo que se puede denominar como etapa medieval-islámica, musulmana o bereber de Melilla.
Es un yacimiento que ya es hasta peligroso, pues la norma establece que al pasar de los 1,5 metros de profundidad –se han rebasado los 4 metros–, debería estar obligatoriamente apuntalado. El peligro de derrumbe lateral es algo que no debe desdeñarse ya que está rodeado por edificios altos que podrían desplazar las paredes del mismo, habida cuenta de que está abierto y las aguas de las lluvias no son evacuadas sino absorbidas por la tierra.    
Si este yacimiento pudiese ser intervenido por el Ministerio de Cultura sería de gran beneficio para Melilla, para su historia y su patrimonio.

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