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“Si La Purísima no funciona, están los ciudadanos para ayudar a los menores”

Activistas de Prodein denuncian que los menas no quieren estar en el centro porque reciben un trato “vejatorio” l Afirman que se está culpando a los menores de su situación y eso hace que “no les quieran”

“Cuando vemos a un niño durmiendo en un cajero, miramos para otro lado. Nos decimos que hay un centro de acogida. Es cierto, pero si La Purísima no funciona, están los ciudadanos para ayudar a  los menores”. Así lo aseguró ayer Sara Olcina, activista de Prodein y alumna de la UGR de Educación Social que ofreció ayer una charla en la UNED sobre la situación de los menores extranjeros no acompañados en Melilla. Junto a Rosa García, otra miembro de Prodein y estudiante de este mismo grado de Educación Social, analizó la situación que viven estos niños en las calles de la ciudad. Estas charlas estaban organizadas por la plataforma EAPN con la financiación del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Las dos jóvenes aseguran que su objetivo es denunciar y visibilizar la realidad de los menores que viven en la calle, así como elaborar un informe con todas las injusticias que sufren estos niños y adolescentes. Precisamente El Faro publicó el lunes la denuncia de los vecinos del callejón ubicado entre el Supersol y la calle General Polavieja que aseguraban que no saben cómo ayudara los menores que están en este lugar inhalando pegamento y esperando a coger para alimentarse la comida que el supermercado arroja a la basura. Explicaban que llaman a la Policía cuando ven que los menores están mal tras consumir pegamento, pero también añadían que a las pocas horas los menas vuelven al callejón tras escaparse de La Purísima.
Olcina y García apuestan porque sean los propios ciudadanos los que echen una mano a los menores. Esto choca con las recomendaciones de la Consejería de Bienestar Social, que ha insistido hasta la saciedad a los ciudadanos en que no se den ni comida ni dinero a los menas para que evitar que sigan en la calle y acepten ir al centro de acogida. Sin embargo, estas activistas tienen otra visión. “Porque no les des de comer no se van a ir a La Purísima. No quieren estar allí”, aseveró Olcina, que insistió en que, en su opión, lo más importante es que estos chicos tengan las necesidades básicas cubiertas.
Las dos jóvenes están desarrollando un proyecto por su cuenta con estos menores, aunque con la colaboración de Prodein, porque han tenido problemas con algunos vecinos y las Fuerzas de Seguridad por intentar trabajar con este colectivo. Por las noches, se acercan donde están los menores para hablar con ellos, curarles las heridas que sufren al intentar subir a los barcos, les acompañan al hospital e intentan aconsejarles sobre el consumo de drogas, resalta García. De hecho, resalta que cuando ellas están, los menores no inhalan pegamento y además, las Fuerzas de Seguridad tienen “otro comportamiento con los menores mucho más respetuoso”.  Olcina afirma que ellas no se presentan ante los menores con una serie de normas que deben cumplir porque está claro que eso no funciona con ellos. Para las dos jóvenes, son los menas los que han aceptado que entren en sus vidas y con ellos buscan cómo mejorar su situación.

La Purísima
Las dos activistas de Prodein indicaron que de forma voluntaria comenzaron con un proyecto en La Purísima. Tenían curiosidad por entender qué ocurría con estos menores para que decidieran estar en la calle en lugar de en el centro. Aseguraron que se dieron cuenta de “lo difícil que se lo pone la Ciudad a estos niños para que puedan vivir aquí y se sientan protegidos por la Administración local o los propios melillenses”.
Olcina señaló que los menores les dicen que en La Purísima sufren un trato “vejatorio”. “En el módulo cinco, que es de primera acogida, es donde menos se sienten acogidos”, aseveró esta activista de Prodein que resaltó que los niños les dicen que sufren un trato inadecuado.
En referencia a este tema, García hizo hincapié en “algo pasa en La Purísima”, ya que hay otros centros de acogida en la ciudad y los menores no se escapan de ellos. De esta forma, las activistas indicaron que éste es uno de los motivos por los cuales los menores escapan del centro. Pero hay más, añadieron.
Esta joven afirmó que los menas sufren la “violencia institucional y documental” porque aunque pasen años en La Purísima no van a contar con “un documento que certifique su arraigo en Melilla”. Explicó que los menores saben que a los 18 años van a ir a la calle “sin nada”. En ese momento, apuntó, la Policía les puede dar un trato de adultos y “empiezan las devoluciones en Beni-Enzar”.

Los menores no son culpables
García destacó también que es preciso “no criminalizar a los menores”. Asevero que ellos “no son culpables” de la situación que están viviendo en las calles de Melilla. Afirmó que vienen a la ciudad porque desean un futuro mejor “al que tiene derecho”.
Olcina indicó que lo que hay que hacer con estos menores “es cuidarles”. “Cuando un niño llega solo a un país debe pasar a ser una obligación de todos o al menos de los adultos. Cuando entra en Melilla ese niño, que es de todos, no es de nadie”, añadió.
Esta activista de Prodein resaltó que es necesario dejar de criminalizar a los menores porque lo que se está consiguiendo es que “los ciudadanos no los quieran”. “Al final la sensación es que lo que molesta no es que sea un niño, sino que es pobre”, aseveró haciendo referencia a que a la gente le molesta ver a los menores cogiendo comida de la basura.
Por otro lado, en la conferencia que ofrecieron ayer estas dos estudiantes de la UGR, estuvieron acompañadas por varios menores. De hecho, se llevaron un gran mural que habían dibujado entre todos en recuerdo de Osama, el joven que cayó del acantilado que hay en la zona del faro. En este mural se ven las rocas y a un joven en el agua que levanta la mano pidiendo ayuda a un barco que se marcha. También están escritas la palabra libertad en castellano y que ‘descanse en paz’ en árabe, en homenaje a Osama.

Las activistas de Prodein Rosa García y Sara Olcina explicaron que su objetivo es hacer un proyecto a largo plazo teniendo en cuenta su experiencia con los menores extranjeros no acompañados que viven en la calle. Resaltaron que su meta es crear una red social que colabore con los niños y adolescentes como hace años se realizaba en la ciudad entre los propios vecinos. Se trata de recuperar las asociaciones que echaban una mano a otros ciudadanos por el simple hecho de que necesitaban ayuda. García destacó que esas aportaciones no tienen por qué ser de profesionales especialistas en temas sociales, pues de hecho, aseveró que “hay gente que se lucra de la pobreza”. Insistió en que la idea es que se ayude a los menores como se hace con otros colectivos, es decir, si sobra comida o una chaqueta, que llegue a la persona que tiene hambre o frío. “Queremos recuperar el tejido social que es la solidaridad de la gente de los barrios por el simple hecho de ser vecinos”, apuntó.

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