Palabras, palabras y palabras. Estamos todo el día hablando y, a veces, escuchando las palabras que nos dirigen. Me pregunto si somos conscientes de la importancia de las palabras que pronunciamos, si el momento en que las decimos es el adecuado para que sean eficaces. El Faro de Melilla entrevista a Juliana Manrique, economista, master en periodismo y coach ejecutivo. Profesional de relaciones interpersonales. Su trabajo se centra en la formación del profesorado y de profesionales en otros ámbitos. Acompaña en sesiones individuales a clientes que quieran abordar retos personales mejorando su comunicación. Es autora del ‘El poder transformador de las palabras’. Es decir, cómo el lenguaje puede mejorar nuestras relaciones personales.
-“Lo que recibimos en la vida es el eco de lo que emitimos. Si no te gusta lo que recibes, cambia lo que emites”. Es una frase que he leído en tu libro. ¿Podemos cambiar, somos libres?
-Con este libro quiero que el lector sea consciente de cómo se dirige a las personas con las que se relaciona. De nosotros aprenden los niños, los jóvenes y los mayores. Las personas nos movemos en diferentes campos, no podemos disgregarnos, somos los mismos en el trabajo, en familia, con amigos... En el libro me propongo que el lector identifique sus puntos de mejora en el ámbito que le sea más fácil y desde allí, empezar a utilizar las palabras con sabiduría.
-Somos lo que decimos...
-Nuestras expresiones lingüísticas tienen una gran capacidad para auto conocernos. Son el vestido de los pensamientos, manifiestan quién piensas que eres, lo que te valoras, la manera de relacionarte, cómo interpretas la realidad, cómo reaccionas cuando alguien te provoca o te interpela, etc. Si estás convencido de que la persona es un fin en sí misma, tiene un gran valor, tratarás a los demás considerándolos con ese mismo valor que les otorga la dignidad personal.
-¿El lenguaje puede mejorar nuestras relaciones personales?
-Efectivamente. Es la idea que mantengo en mi libro. Habla y háblate bien. Gestiona tus emociones y mejorarás tu bienestar y el de los demás utilizando ese gran poder que tienen las palabras. Elimina la violencia de tu vida. Hay en la vida momentos de calma en los que todo fluye. Aunque puede haber momentos en los que se desencadena una tormenta, no tiene que ser grande, puede ser cualquier contrariedad.
-¿Qué estaría pasando en ese momento en nuestro interior... cuando se desencadena la tormenta?
-Pues el cerebro empieza un proceso de enfrentamiento a eso que nos pasa con un diálogo interior, que si no lo gestionamos adecuadamente, nos enfadamos, nos irritamos, nos bloqueamos y lo transmitimos.
-Con las palabras delatamos las emociones...
-Las palabras pronunciadas y los gestos no solo crean y transmiten emociones, también crean pensamientos y de los pensamientos surgen las acciones, y de ahí fluyen los resultados de nuestra vida, porque tienen potencial para cambiarlo todo y para crear una realidad que no existe.
-Usted es coach con mucha experiencia a sus espaldas...
-Llevo muchos años acompañando a personas de forma individual y colectiva. Como profesional del coaching sé que con la palabra nos encontramos en el diálogo, y con el diálogo en las conversaciones. Con las palabras se abordan debates y discursos necesarios para evitar conflictos innecesarios.
-Las palabras inoportunas, las conversaciones equivocadas... nos dificultan el día a día... la convivencia con los demás y nuestro bienestar.
-Soy consciente en mi trabajo del dolor que producen las malas relaciones interpersonales provocadas por palabras inoportunas, en un tono agresivo, con gestos e ironías poco apropiadas, y suelen tener consecuencias en el ámbito afectivo y personal de las víctimas que lo reciben, tengan la edad que tengan. No ser responsables del daño que hacemos, la mayoría de las veces inconscientemente, responde a una falta de madurez que, tarde o temprano, trae consecuencias.
-De la abundancia del corazón habla la boca... (Lucas 6: 45-49). Más claro agua.
-Si eres de los que dicen palabras poco amables, es probable que tu corazón tenga algo de amargura, envidia o te has dejado llevar por la ira, por el enfado.
-A quién NO va dirigido este libro...
-Este libro El poder transformador de las palabras no es para ti si piensas que el problema está solo en los demás, que el mundo está lleno de personas raras, individualistas y tóxicas, y que son ellas las que tienen que cambiar. Quizás seas de los que entran al trapo rápidamente, te sientes interpelado y saltas a la primera provocando una cascada de palabras duras o sarcásticas que preferías no haber las dicho. Entonces iría dirigido a ti.
-¿A quién va dirigido entonces este libro?
-También va dirigido a las personas de las que te comentaba antes, las cuales se dejan llevar por el enfado y a todos los adultos que, por ser padres, docentes, directivos, profesionales y que interactúan con hijos, pareja, trabajadores, alumnos, ancianos, amistades, etc., que quieren sumar en la vida de los demás. Lo he escrito también para aquellos directivos, jefes de equipo o cualquiera que tenga poder porque se lo han otorgado; el buen uso de la palabra hace que adquieran esa autoridad. leyendo y haciendo los ejercicios que planteo por supuesto, se podría mejorar en las relaciones sociales y vida pública.
-No se trata de hablar siempre amablemente y decir siempre cosas bonitas... (como podrían pensar algunos).
-No se trata de utilizar palabras mentirosas o hipócritas que no se ajustan a la verdad. Más bien, es cuestión de aprovechar una rendija, la manifestación de un talento, para poner luz en las palabras que pronunciamos, y a partir de ahí señalar el horizonte. En este libro aprenderás a utilizar bien las palabras y cómo las dices para que puedas mejorar tu vida en primer lugar, tus relaciones interpersonales y hacer frente a barreras y dificultades que existen en todos los ámbitos: familiar, laboral y social.
¿Cómo se lee el libro que ha escrito?
-Con este libro tendrás en tus manos reflexiones, aspectos probados en mi vida profesional y personal, y seguro que también en la tuya si reflexionas un poco. Siempre hay margen para que podamos mejorar. Son experiencias verdaderas. No son técnicas que complican. Me gustaría que el lector se apropiara de lo que le ayude a crecer y que lo haga tuyo de acuerdo con su personalidad y sus circunstancias personales. Lo que sirve a uno, puede no servir a otros.
-Es un libro que para ayudarte tienes que leerlo despacio, hacer los ejercicios prácticos e ir poco a poco interiorizándolo... se trata de sacar todo el jugo de su lectura.
-Quiero acompañar al lector en la lectura de este libro, quiero trasmitirle confianza, acogida, escucha para sacar lo mejor. Cada capítulo es una parada, un espacio de reflexión con unas conclusiones, aunque sea el mismo lector quien saca las suyas, con unos ejercicios que pueden facilitarle la reflexión. El contenido de este libro lo se tiene que hacer propio, interiorizar. El resultado será diferente en cada lector, porque cada uno se relaciona de forma diferente, aunque haya una transversalidad común. Como, por ejemplo, tener buena actitud, apertura, flexibilidad mental y algunas veces estar dispuestos a desaprender para aprender.
-¡Qué importante es ser flexibles! En su libro mantiene que somos torpes socialmente...
-Pensemos en un elefante entrando con ese andar pesado y cansino en la planta de vajillas de unos grandes almacenes, tipo Ikea, Corte Inglés, Leroy Merlin, etc., y tirando con la trompa y pisoteando todo tipo de cacharros por el suelo. Un destrozo enorme que con solo pensarlo nos llevamos las manos a la cabeza y la boca se nos queda muy abierta. Nunca lo he visto, aunque me lo puedo imaginar.
-Jajajajajaja, me lo estoy imaginado yo también. Qué desastre... platos rotos, jarrones desperdigados, mesas rotas. Estoy en la planta segunda, la del Hogar... y veo al elefante con su trompa destrozando todo lo que está a su alcance, y sin querer, pero es que el animal no está en su sitio que sería la selva. Y usted mantiene que las personas hacemos lo mismo con las palabras...
-Sí, y sin darnos cuenta. Esto nos puede pasar en nuestras conversaciones o cuando nos dirigimos a los demás. Podemos exhibir una gran torpeza al hablar, utilizando palabras pobres, tristes, quejicas, criticonas e inoportunas por falta de escucha, por falta de atención, por indiferencia, por no reflexionar y hacernos
-Las emociones se contagian...
Dice Platón: “Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”. Y es que las emociones interiores se expresan, se transmiten, se contagian, y pueden llegar a ser colectivas. Hay un refrán que dice: “Todo se contagia menos la hermosura”. Pienso que la hermosura interior, que es la que perdura y la importante, se contagia lo mismo que la fealdad interior. El lenguaje refleja nuestro estado de ánimo.
-Qué importante también el tono y volumen cuando hablamos con las otras personas en cualquier ámbito... Mi hijo de dice que chillo mucho, pierdo eficacia así, estoy segura...
-Las palabras que usamos, el volumen y el tono de voz cambian en consonancia con nuestra situación emocional, y creamos un ambiente en sintonía con ese estado emocional. En definitiva, las emociones regulan lo que decimos y cómo lo decimos.
-En su libro habla de la importancia de la conversación para crecer por dentro... para conocerme mejor. Conócete a ti mismo, decía Sócrates. Conocer nuestra alma y comprenderla para distinguir el bien y el mal de lo que hacemos.
-Las palabras favorecen el conocimiento del yo y del otro, y es, al mismo tiempo, origen de sentimientos como la autoestima, el enamoramiento, la compasión con quienes sufren, la admiración o el desprecio respecto a determinadas personas por sus cualidades o falta de ellas, respectivamente.
-Con las conversaciones ayudamos al otro y nos ayudamos a nosotros mismo.
-La alegría o el sufrimiento del otro nos afectan en lo íntimo, pues lo juzgamos en cierto sentido como algo nuestro. De ahí que no suponga pasividad o contagio afectivo (como puede ocurrir en el contagio de masas: pánico o victoria deportiva), sino el deseo de compartir activamente la alegría del otro o de intentar eliminar el sufrimiento.
-Las conversaciones que ayudan han de tener calidad y no ser superficiales pues no conducen a nada... Hablando me aclaro pues yo no me entiendo sin el otro.
-Las buenas conversaciones generan autoestima. Todo ser humano necesita el reconocimiento ajeno para la formación de la idea que tiene de sí mismo. Yo no puedo producirme a mí mismo el sentimiento de autoestima, el otro me resulta imprescindible en cuanto me reconoce y me aprecia. Y eso es posible en una conversación, experimentar que es conocido y valorado por otra persona como “alguien” único e irrepetible. Para una autoestima estable me resulta imprescindible la noción de que soy importante para otros.
Vamos como "pollos sin cabeza" por el mundo, y hablando por los codos con los demás mientras miramos la pantalla del móvil. Somos multitasking, haciendo muchas cosas mal a la vez, porque para hablar hay que mirar a los ojos. No mirar al móvil cuando te hablan... lo encuentro básico.
Para ofrecer seguridad y confianza a los más jóvenes, hijos, alumnos, etc., los adultos deben estar presentes, guardar el teléfono, mirar a los ojos y escucharlos. Esta actitud favorece utilizar palabras adecuadas. El móvil en las conversaciones es un distractor.
-Juliana Manrique, esta conversación ha sido un placer. Salgo de aquí enriquecida. El libro me ha encantado, y ayudado.
-Muchas gracias, si te he ayudado, de eso se trataba.